Lurigancho: joven perdió el habla tras sufrir violento asalto y no puede costear tratamiento
Falta de recursos impiden a padres trasladar a su pariente a un establecimiento particular y agilizar su recuperación. Su familia pide ayuda para que pueda recibir atención lo antes posible y pasen unidos la Navidad.
Indiferencia y maltrato. Marylin Vilcapoma (18) y su familia viven en carne propia la falta de respuesta del Estado para combatir la delincuencia y recibir asistencia médica oportuna de las secuelas que le generó ser víctima del robo de su celular, el último fin de semana, en la asociación Unión Progreso, en Lurigancho-Chosica.
“No es justo que por no tener los recursos para llevarla a un terapista particular, ella deba esperar tanto tiempo para recibir su tratamiento. En el hospital de Vitarte, nos han dicho que vayamos a fin de noviembre para recién sacar una cita, que si Dios quiere será en diciembre o el próximo año”, cuenta a La República Alfredo Vilcapoma, padre de la víctima.
Por eso, su familia pide el apoyo de las autoridades del Ministerio de Salud o alguna entidad privada para ayudarla con su recuperación, pues le urge recibir terapias de lenguaje para enfrentar la parálisis que la ha dejado postrada y sin poder comunicarse con su familia, luego de ser asaltada con un arma de fuego.
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Marylin es una joven risueña que trabajaba como costurera y ayudaba a su madre y hermana en la pequeña bodega que tienen en casa. Hoy pasa sus días postrada en una silla incapaz de comunicarse por sí misma con sus parientes. Sin embargo, sus progenitores no pierden la fe de que se recupere y alegre sus días bailando los ritmos de moda.
Por ahora, la única forma que sus familiares encuentran para comunicarse con ella es preguntarle por alguna de sus necesidades a lo que ella responde asintiendo con la cabeza.
Maltrato policial
Alfredo Vilcapoma denunció que en la comisaría de Jicamarca no quisieron aceptar la denuncia de robo. Además señaló que fue víctima de maltrato policial, ya que no tuvieron consideración del estado en que se encontraba su hija y le pidieron traerla a la comisaría para que hable.
“Le expliqué la situación de mi hija que no podía hablar y el oficial me respondió de manera déspota, si ella no puede hablar, que venga ( la comisaría) que yo la haré hablar para que veas”, lamentó Vilcapoma, quien pese a ello aún confía en que la Policía pueda capturar a los delincuentes que le robaron la alegría a su pequeña Marylin.