Arequipa, el león del sur que ya no ruge
CRISIS DE LIDERAZGO. La región mistiana se convirtió en el hazmerreír nacional con los disparates de su gobernador. Elmer Cáceres Llica corona una crisis de liderazgo y representación que viene de años. A eso se suma un retraso económico que obliga a los más talentosos a emigrar.
“Nos tienen envidia, por eso todas esas bromas que corren en el país contra nosotros”, escribió Mario Vargas Llosa sobre los arequipeños, a veces definidos como arrogantes, de un egocentrismo colosal hoy pisoteado cuando Elmer Cáceres Llica, su gobernador regional, abre la boca para hablar disparates.
La retórica de Cáceres es motivo de burla nacional, inspiración para las parodias de Carlos Álvarez y ruboriza a la mayoría de mistianos como si les refregaran una tapa de rocoto picante en la cara.
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Sin embargo, Cáceres no es una rareza en la representación regional. Rosario Paredes, la parlamentaria acciopopulista, no dice tantos disparates, pero le recorta el sueldo a una de sus trabajadoras y culpa a su ex conviviente del abuso laboral.
La crisis de liderazgo no es coyuntural. Gradualmente degeneró. Los últimos gobernadores arequipeños acabaron metidos en líos gruesos de corrupción. Yamila Osorio (2015-2018), la figura renovadora de la política mistiana, tiene una investigación pendiente porque en su gestión se montó una red para cobrar coimas a transportistas informales. La mafia de Los Correcaminos. Esa decepción abonó al descrédito y escepticismo ciudadano plasmado en las últimas elecciones regionales. Más de la tercera parte vició o votó en blanco, así Cáceres llegó al poder.
Elmer Cáceres y Rosario Paredes coronan una crisis de representatividad fermentada hace décadas desde que las élites mistianas dejaron de interesarse por la política, dice Gonzalo Banda Lazarte. Cuando este docente universitario se refiere a las élites apunta a la oligarquía empresarial y las élites antioligárquicas que antaño organizaban revueltas por la libertad para defenestrar a dictadores. Jorge Basadre escribió: “Arequipa es un fusil apuntando a Lima”
El último gran movimiento social que produjo la región ocurrió hace más de 15 años: el arequipazo para impedir la privatización de una empresa eléctrica en 2002, dos años después, una protesta que obligó a la minera Cerro Verde a anunciar obras de saneamiento en la ciudad. Las manifestaciones contra el proyecto Tía María las tiñeron “la corrupción de las lentejas” y la terquedad para cerrar las puertas a cualquier tipo de acuerdo.
La decadencia de liderazgo de Arequipa no nace solo de comentarios. El último ranking de Competitividad del Instituto Peruano de Economía (IPE) la coloca en los últimos puestos en lo institucional. Este factor mide la capacidad para invertir el presupuesto público, el año pasado, gobierno regional y municipios apenas gastaron 50% de lo asignado. También evalúa la percepción ciudadana sobre sus autoridades; en el último estudio del INEI, las gestiones del gobernador regional y alcalde Omar Candia tenían un alto nivel de desaprobación. En indicadores de educación y salud la región mistiana fue desplazada por Moquegua y Tacna.
Patricio Quintanilla Paulet es rector de la universidad La Salle. Proviene de las familias tradicionales de la Ciudad Blanca. Coincide con Banda sobre el abandono de la política y dejada a aventureros. “Lo voy a decir aunque suene antidemocrático, los mejores alcaldes fueron los designados a dedo. Era gente honorable sin sueldo, solo accedían a un carro viejo. ¿Y esos personajes honorables por qué no participan en política ahora?
En principio la mayoría ya no está y Quintanilla añade que la política se envileció, predomina la guerra sucia y nadie quiere terminar con juicios. Si las élites viejas se resisten a participar en política los jóvenes van por el mismo camino.
En la historia mistiana, las universidades fueron semilleros de futuros dirigentes, añade Banda. Hoy ya no. Las casas de estudios dan formación técnica y no promueven la conciencia ciudadana, precisa el analista. Hay una desconexión entre aparato público y universidad. En Lima, los ministerios reclutan a los más talentosos. En Arequipa la mayoría de puestos se reservan para militantes de los movimientos regionales que ganan las elecciones, no dan oportunidad a los jóvenes.
Banda recuerda que las casas de estudios hicieron el esfuerzo para generar agendas y orientar el desarrollo regional. Eso casi nunca es tomado en cuenta cuando un político toma el poder.
Crisis económica
La crisis de gestión política devino en una economía debilitada sin capacidad para generar empleo. En los últimos años, el crecimiento económico estuvo por debajo del promedio nacional. Depende de la minería y la agricultura. No hay proyectos de inversión pública debido a la incapacidad burocrática, señala Quintanilla.
La inversión privada se aleja por los conflictos sociales y desconfianza ahora con la gestión de Cáceres, añade. Echarle la culpa a la migración puneña de todos estos males es un diagnóstico reduccionista, opina Banda. El 70% de ciudadanos que vive en esta ciudad proviene de Puno u otras regiones. Para ellos falta un mensaje inclusivo. Algunos líderes sueñan con recuperar a esa Arequipa épica con un mensaje racista que alienta la confrontación entre los nacidos y venidos.
El camino es incierto. Para Banda es clave recuperar conciencia ciudadana. De eso depende la calidad de gobernantes.