Política

Hernán Chaparro: “No ha sido un mensaje a la nación sino a los socios de la presidenta”

El docente de la Universidad de Lima señala que el Ejecutivo perdió la oportunidad de tratar de mejorar su credibilidad y legitimidad. "Es una pérdida total de la capacidad de gobernar", afirma.

Hernán Chaparro sostiene que se ha generado en el país "un clima de rechazo absoluto" contra el Gobierno y el Congreso.
Hernán Chaparro sostiene que se ha generado en el país "un clima de rechazo absoluto" contra el Gobierno y el Congreso.

Hernán Chaparro, psicólogo social y docente de la Universidad de Lima, analiza lo que fue el mensaje por 28 de julio de la presidenta, Dina Boluarte. Sostiene que no fue en estricto dirigido a los ciudadanos en general sino más bien a quienes son sus aliados “de conveniencia” y que la mantienen en el cargo.

¿Qué impresión se llevó del mensaje presidencial?

No ha sido un mensaje a la nación sino a los socios de la presidenta y a todos los que ella cree que necesita tener tranquilos para durar hasta el 2026.

¿Ha sido un mensaje al Congreso básicamente?

No solo al Congreso. Claro, es su principal público. De hecho, los primeros minutos son para reiterar lo que ha sido el pacto con el Parlamento: “los apoyamos, defendimos la democracia, toda la culpa la tiene Castillo, los que se manifestaron son violentos e insurrectos”.  Pero jamás menciona que fue ministra y vicepresidenta de ese Gobierno. Con eso abre, con palabras políticas dirigidas a sus socios de conveniencia. Ya después viene el tema mayor, esto de crear este Ministerio de Infraestructura, que va orientado a los empresarios que creen que Boluarte es el mal menor, sin importar el desmantelamiento de nuestra poca institucionalidad. No todos los empresarios lo piensan, pero sí hay quienes consideran que solo el crecimiento económico nos ayudará. Y quién sabe si no es también un mensaje al gobierno chino, interesado en obras mayores. Lo que quiero decir es que la presidenta sabe que, tarde o temprano, su periodo va a terminar, se le vendrán juicios y necesitará dinero.

¿El Ministerio de Infraestructura puede ser una fuente de malos manejos?

Es que ese es el asunto. Vaya uno a saber cuánta corrupción puede haber detrás. En la historia del Perú la obra pública está llena de corrupción. Estamos hablando de un ministerio que concentrará todo, en un Gobierno nada transparente que se encuentra en su último tramo, que necesita del apoyo de congresistas y de gobiernos regionales. Entonces uno se pregunta si no habrá, por ejemplo, clientelismo. Y el otro público al que se dirigió fue a los militares y policías, al anunciar un aumento de sueldo. Por eso digo, fue un mensaje dirigido a mantener las alianzas con quienes la mantienen. Recordemos que con los militares hay corresponsabilidad en las muertes en el sur.  

En ese sentido, ¿lo de insistir en el proyecto Tía María fue un mensaje al empresariado?

También, por ejemplo. Va en la misma línea. Son como siete décadas de retroceso. Boluarte debe tener una foto de Odría en su velador, creyendo que el Perú es el país de hace 70 años, con esa idea de que hacer obras, poner millones, es lo que la gente quiere, que con eso se va a calmar, cuando la realidad que muestran todos los sondeos y la calle es que nada de eso funciona. La poca habilidad y la poca capacidad para entender la política en el país de la presidenta y del Ejecutivo en general les hace creer que responden a la demanda ciudadana. Por supuesto que la obra pública es importante. No lo niego. Pero hacer un recuento de cosas tan básicas, de anuncios de inicios de conversaciones… la verdad es que cinco horas de un listado inútil ha sido un exceso.

Justo le quería preguntar qué puede hacer pensar a alguien que un discurso de cinco horas puede ser una buena idea. ¿Ha sido una mala lectura política?

En un entendimiento muy básico creer que hacer un listado de obras es mostrar capacidad de gobierno. Claro, es la misma presidenta que agarra y dice que los manifestantes en el sur estaban financiados por Evo Morales. Es una persona muy precaria en muchos sentidos.

Si el mensaje fue a los socios, ¿considera que el Congreso lo habrá recibido con agrado?

El Congreso sabe que Boluarte es alguien que está ahí porque les es útil. Ellos creen que es un pararrayos. Los congresistas son otros que leen en un muy corto plazo. Lo del domingo una cámara de eco. Entre ellos mismos de retroalimentan.  Nuestro Congreso es el peor valorado en América del sur en los últimos diez años, según cifras del Latinobarómetro y creen que nadie se da cuenta.

Un hecho que me parece importante resalta es que ha habido una movilización importante. Sin ser enorme, salió una importancia cantidad de gente. ¿Fue solamente por la fecha o podríamos estar frente a la reactivación de la protesta?

Fua una movilización importante y sin violencia, con el liderazgo de los familiares de los asesinados que han estado, con sus cánticos, reclamando una mayor presencia de una Lima que se mantiene como desconfiada a toda posibilidad de manifestación. Diría que responde a una sumatoria de cosas. Es la fecha, desde luego. Y hay además cierto calentamiento electoral. He estado caminando por el norte y en Trujillo se ve a algunos manifestantes apoyando a Antauro Humala, en Piura a Alberto Fujimori.

Ha sido también relevante que en el desfile del 29 la gente le grite a Boluarte. Esa imagen de alguien llamándola “corrupta” y ella respondiendo “tu mamá” es hasta analizable desde un punto de vista psicológico.

Es que ese es el nivel, pues. Esa es Dina Boluarte. Ese es el nivel de la presidenta que tenemos. Saluda a la nada, como han dicho varios, y cuando la gente le grita “corrupta” responde como responde, No le da para más tampoco. Un psicoanalista diría que es una autoagresión, ya que ella se ha calificado como la mamá de todos.

Claro. Lo que quiero decir es que yo no recuerdo que esto ocurriera el año pasado. Hay un clima hostil evidente hacia ella que viene desde los ciudadanos.

Lo que pasa es que se ha generado un clima de rechazo absoluto. Vuelvo al discurso pensándolo como un proceso de comunicación. Lo que estaba en juego para un gobierno y una presidenta que casi ni habla con la prensa era su credibilidad y legitimidad. Es decir, tenías a la mano un momento político importante para tratar de paliar, de mejorar ese gran problema de imagen. ¿Y qué hace? Un discurso que no hace más que reforzarlo. Estamos hablando de una presidenta hacia quien el consenso nacional es que se trata de alguien que es pésima gobernando. Eso termina generando un clima en el que gritarle e insultarla está bien visto. ¿Quién se va a oponer? Es una pérdida total de la capacidad de gobernar.