Una caja de fósforos con cuatro cerillos consiguieron cambiar las condiciones deplorables de alimentación en la que se encontraba Astuquillca, doce días después que un helicóptero lo dejó en medio de la selva infestada por terroristas.El Diario de Astuquillca (Día 12). Lunes 23 de abril., Luis Astuquillca no lo sabía, pero tropas del Ejército y sus propios compañeros de la Dinoes continuaban buscándolo. Por supuesto, también estaban tras su rastro los senderistas. Astuquillca se les escapó por un pelo. El efectivo policial sabía que mantenerse con vida era todo un reto y que no solo sus seres queridos esperaban que consiguiera la prueba de sobrevivencia. Así lo comprendió y como recompensa encontró el fuego, que en su situación era una forma de bendición. Medité toda la noche anterior sobre mi situación. Pensé en todas las posibilidades. Quemé cerebro pensando en qué hacer. Mi formación de policía, y especialmente de efectivo de la Dirección Nacional de Operaciones Especiales , Dinoes , me obligaba a hacer todo el esfuerzo por mantenerme en pie. Puse en la balanza a mi familia, a la institución, a mis amigos. Así concluí que luchar por mi vida, mi sola sobrevivencia, no era un tema estrictamente personal. De este modo decidí continuar el camino, avanzar, hasta el último aliento. En la única opción que pensaba era en que tenía que salir con vida. Me propuse caminar todo el día con la esperanza de encontrar algún nativo machiguenga en esa selva. Si ya había hallado una choza, por lógica tenía que haber gente. Por supuesto, me imaginé que debido a los recientes enfrentamientos con los terroristas, los pobladores deben haber salido de la zona de combate para refugiarse en alguna parte. Es natural que la gente tenga miedo, más aun en áreas donde antes no ha habido ataques terroristas. Ni bien salió el sol muy temprano, ya estaba preparado para salir a caminar. Llevaba dos plásticos, rafia, soga, una bolsa de sal y diez plátanos verdes. Mi uniforme de la policía lo metí en el costalillo y vestido de poblador partí con destino desconocido. Pero avancé poco. Las llagas de las plantas de los pies no cicatrizaban. Me resultó penoso caminar con esas heridas que se abrieron de nuevo y sangraron. No podía pisar bien. Cada paso era doloroso. TODO O NADA "No puedes quedarte ni un minuto más en este infierno verde. Debes salir de esta jungla", me decía en medio de la selva perseguido por los terroristas. Casi cinco horas después de caminar avisté una choza entre los árboles. "¡Dios mío! Ojalá encuentre a alguien ahí. ¡Ya es hora!", murmuraba en mis adentros. Era una casa de barro y madera que estaba asegurada con candado. Miré por la rejilla y no había ni un alma. Decepción total. Desesperación. Desilusión completa. Pero, bueno, llorar no me iba a ayudar en nada. Opté por ingresar a la vivienda. Pero, ¿cómo? Rompiendo el candado. No había nada contundente a la mano. Mientras planeaba cómo hacerlo, empezaba a oscurecer. Necesitaba actuar rápido. A unos metros de la choza, en la parte posterior, encontré varios troncos. Los coloqué uno sobre otro al lado de la casa y me subí por el techo. Desde arriba recién pude ingresar en la vivienda. Lo que encontré fue para mí un tesoro. Encontré algunas vasijas viejas tiradas por el suelo. Y también una pequeña cocinita de barro artesanal que los dueños habían hecho para preparar sus alimentos . ¡Y tenía cenizas! Señal de que no hacía mucho tiempo habían estado ahí. Entonces, me dije, si hay cenizas, hubo fuego, y si hubo fuego es porque tuvieron fósforos. Busqué por toda la casa hasta que encontré una cajita con solo cuatro cerillos. Junté la leña , las hojas secas, usé el agua que había en un balde y sancoché en una de las vasijas los plátanos verdes. ¡Manjar de los dioses! Era lo más parecido a comida que me engullía después de varios días. Entonces se vino todo el cansancio del mundo y me quedé dormido, al lado de la cocina, todavía tibia y algunas chispas. Eran como la luz al final del túnel. QUÉ PASABA EN EL PAÍS Acusan a militares por corrupcción Ocho oficiales del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas , que participaron en dos licitaciones para favorer a una empresa proveedora de raciones de campaña destinadas a los efectivos militares del Vrae , fueron denunciados por la Contraloría. Militares heridos por emboscada con minas antipersonales artesanales en la selva cusqueña son trasladados a Lima porque se encuentran en situación crítica. Continúa el éxodo de nativos machiguengas por el conflicto en Kiteni . MAÑANA: ¿Algún día vendrán por mí?