Por: Juan De La Puente La recordación de los 10 años de la Marcha de los Cuatro Suyos (M4S) ha motivado un pequeño debate y aprecio en él, entre otras, una opinión interesante de Carlos Meléndez. La discusión parece centrarse en dos aspectos: 1) El papel que desempeñó la M4S en la caída del gobierno de Fujimori; y 2) Su volumen, intensidad y composición. En la visión que comentamos, la M4S no hirió de muerte al fujimorismo, y es un mito que fue una manifestación masiva y popular. El debate del porqué cayó el fujimorismo es igual de atractivo que el cómo. Coincido con Meléndez en que los 4S no provocaron de modo automático el derrumbe de un régimen autoritario con 8 años en el poder; sin embargo, también es cierto que no es posible determinar un solo porqué, sobre todo si apreciamos ese porqué como un acto. Prefiero analizar los 4S como una dinámica final, como el punto de llegada de un gradual divorcio entre la sociedad que en 1992 aplaudió el golpe del 5 de abril y el fujimorismo. La épica (para seguir a Aldo Mariátegui) de ese divorcio está por investigarse y es más rica que la M4S como acto del 28 de julio del 2000. Ese proceso nace, creo, en el momento en que las calles contestan la destitución de los magistrados del Tribunal Constitucional, en mayo de 1997. No hay duda que, junto a la lucha contra la estatización de la banca entre 1987/88 y la resistencia de las comunidades de la sierra a Sendero Luminoso, son los procesos de movilización política más intensos de las dos décadas finales del siglo XX peruano. Más polémico aún es el tema de la masividad y composición de la M4S. Si el 28 de julio es apreciado como el elemento central de una agitación ciudadana que incluyó otras expresiones, por ejemplo manifestaciones en otras ciudades durante varias semanas, no puede ser negado su sentido popular, en número e identidad. Quizás a partir de ello se pueda tener otro debate: si las clases medias son también populares o cuándo están impedidas de serlo. Coincido con las apreciaciones que relativizan el peso de los partidos en la M4S. En los meses de junio y julio del 2000, especialmente luego de la fraudulenta segunda vuelta electoral, el sentimiento democrático fue básicamente ciudadano e independiente. No por gusto el fujimorismo bautizó a los grupos que lavaban la bandera y hacían vigilias pro democracia como “cívicos”. El acierto de los partidos fue, como siempre, cabalgar sobre los acontecimientos.