Por Ángel Páez. Ángel Páez. Con la ópera criolla "Rosa de Lima", que escribió, produjo y montó con aplausos de la crítica y amplia convocatoria del público, el psicólogo Víctor Miranda despertó la expectativa sobre otros ámbitos de su capacidad creativa. Con el álbum Herencia, una colección de once cortes inéditos, Miranda se revela como compositor de una nueva forma de canción urbana. No es precisamente un trovador citadino al estilo de Kiri Escobar o Juan Luis Dammert, que se divierte con la descripción de personajes o situaciones, sino de un músico introspectivo que prefiere la contemplación, la elegía y la expiación. No es el solitario que construye sobre el cotidiano callejero. Bajo la dirección de Andrés Landavere, y la compañía de los reconocidos Manuel Miranda (saxo, flauta traversa, quenas y zampoñas),Sergio Valdeos (guitarra acústica), Gustavo Villegas (cajón), Julio Caipo (guitarra eléctrica) y Cali Flores (congas), entre otros, Víctor Miranda consigue construir con aplomo un sonido con aportes de la canción criolla, los ritmos afroperuanos y la tradición andina. Los temas han sido ensamblados por Andrés Landavere –quien se encarga de los teclados, la programación y los "loops"– con estructuras de chill out. El resultado queda al debate, pero el ensayo es estimulante porque Miranda se atreve a recorrer un espacio todavía poco explorado. Compositor de letras sencillas, desprovistas de laberintos poéticos, sus temas están poblados de evocaciones sentimentales, exaltaciones sobre el pasado y la tradición, y testimonios sobre pérdidas y desafectos. Víctor Miranda es un paisajista de los sentimientos sin concesiones, surca entre lo sombrío y la esperanza sin empantanarse en la cursilería y el fácil dramatismo. Pero es discutible que a su proyecto lo titule "peruvian chol out". Parece una expresión inventada al último momento para ponerle un nombre a su trabajo. Motivos costeños, andinos y afroperuanos; pop, jazz, soul, bolero, Miranda ensaya una forma distinta de hacer canción sin imitaciones con el evidente riesgo de ser visto como una ínsula. Él sabe que su disco es un tránsito, una bitácora de los últimos tiempos, un cajón de sastre de recuerdos y despedidas, y que el puerto de los temas redondos e inolvidables está muy cerca. Las primeras luces a la vista se aprecian en Herencia.