Narcos afectan tierras de 274 pueblos indígenas para cultivar hoja de coca
Avanza el narcotráfico. Para aumentar la producción de cocaína y satisfacer la demanda mundial de cocaína, las mafias exportadoras de droga impulsan la invasión de territorios comunales. Como resultado, en los últimos cinco años los cocales en poblaciones amazónicas crecieron en 163% y 27 dirigentes fueron asesinados.
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En menos de una década, las organizaciones criminales dedicadas al narcotráfico han ampliado la extensión de las tierras de cultivo de hoja de coca en la Amazonía, particularmente en áreas que corresponden a las comunidades indígenas, sin que las fuerzas de seguridad impidan las constantes invasiones territoriales.
Ante el virtual abandono estatal, algunas comunidades, como la Kakataibo, ha organizado “Guardias Indígenas” para proteger sus tierras de la embestida del narcotráfico que ha afectado 274 pueblos y se ha cobrado la vida de 27 dirigentes, según el estudio “Narcotráfico en territorios indígenas de la Amazonía peruana: rutas, impactos y políticas erradas”.
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“La implantación del tráfico ilícito de drogas en al menos 274 comunidades indígenas y al menos 4 reservas indígenas para los PIAV (Pueblos Indígenas en Aislamiento Voluntario de la Amazonía peruana), es una grave amenaza a su supervivencia”, señala la investigación.
El último informe de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Droga (Devida) elaborado en 2023, reportó que el narcotráfico afectó 13.054 hectáreas pertenecientes a las comunidades indígenas. Un crecimiento brutal de 163%, respecto a 2018, cuando fueron afectadas 4.961 hectáreas.
Los narcotraficantes, aliados con invasores de terrenos, disfrazados de colonos, o con organizaciones criminales de tala ilegal, minería ilícita o de trata de personas, penetran en los territorios de las comunidades indígenas. Cuando encontraron resistencia de los pueblos originarios, asesinaron selectivamente a sus dirigentes.
De los 27 líderes ejecutados, 5 pertenecen a comunidades amazónicas de Huánuco, 5 de Junín, 5 de Ucayali, 4 de Loreto, 4 de Madre de Dios, 2 de Pasco, 1 de Amazonas y 1 de San Martín. En zonas donde existe presencia de mafias de la droga.

Impacto letal. Junto con los narcos llega la contaminación. Foto: Guardia Indígena
La estrategia de los narcos
La ampliación de las zonas de cultivo de hoja de coca en la Amazonía representa la destrucción y muerte para los pueblos indígenas. Los depredadores se valen del abandono del Estado de las poblaciones indígenas. Por eso ha crecido el narcotráfico en la extensa selva peruana.
“Es determinante en la expoliación de los territorios comunales indígenas (en propiedad o cesión en uso) expuestos al tráfico ilícito de drogas, la exclusión histórica en participación y representación, el uso arbitrario de sus recursos, la subordinación económica a la que se ven sometidos, el maltrato de su cultura y costumbres, y el riesgo de ser criminalizados, amenazados y asesinados (27 asesinatos a enero de 2025), con diversas violaciones de sus derechos fundamentales”, explica el reporte.
La creación de nuevas rutas del narcotráfico para sacar la cocaína de las zonas de producción hacia el exterior, también ha implicado la afectación directa a las comunidades indígenas. La construcción de pistas clandestinas para el recojo de la droga es una manifestación de este violento proceso.
“Estas rutas en la Amazonía causan diversos impactos en la naturaleza y principalmente en las personas y pueblos indígenas que viven históricamente en esos ecosistemas. (…) En el caso de los Pueblos Indígenas en Aislamiento Voluntario (PIAV), la presencia de cultivos de hoja de coca significa una amenaza inminente a la vida de estos pueblos debido a su alta vulnerabilidad, puesto que son áreas intangibles donde residen y se desplazan”, alerta el estudio.
Las organizaciones criminales -los narcotraficantes y sus eventuales aliados como los taladores ilegales de madera, los mineros ilegales, los tratantes de personas- encuentran mayor facilidad para incursionar en territorios indígenas porque las comunidades no cuentan con títulos de propiedad.

Invasión. Los cultivos de hoja de coca crecieron 163% en tierras indígenas. Foto: Amazon Watch
El estado ausente
“El aseguramiento jurídico de nuestras hectáreas ancestrales es fundamental porque nos ayuda para proteger el territorio y realizar las actividades de linderamiento, y de esa manera amortiguar el avance de los cultivos de la hoja de coca”, dijo Marcelo Odicio.
“Si el Estado no titula estas tierras, va a ser muy perjudicial y en este caso las comunidades nativas no van a proteger como deberían ser sus territorios”, apuntó.
Las organizaciones criminales son las principales beneficiarias de la ausencia de titulación de los terrenos de las comunidades indígenas, confirmó el vicepresidente de la Organización Regional AIDESEP Ucayali (ORAU), Herlin Odicio Estrella.
“Si no se titulan las hectáreas, se van a seguir vulnerando las comunidades y van a seguir asesinando a nuestros líderes”, advirtió.
“Una de las principales razones por las que aún no hay titulación de hectáreas es porque existen muchos intereses económicos de por medio dentro de los territorios. Como ven que es un territorio que no está titulado, se aprovechan”, añadió.

Narcopistas. Las nuevas rutas de exportación de cocaína destruyen todo lo que encuentran a su paso. Foto: Aidesep
La titulación es una manifestación de la presencia del Estado. Sin titulación, no hay Estado, por lo que las comunidades están abandonadas ante la brutalidad del avance del narcotráfico.
“Sin Estado que proteja a las comunidades y pueblos originarios, es probable su penetración y destrucción”, resalta el estudio.
La irrupción de las actividades del narcotráfico en las tierras comunales indígenas causa daños más allá de la propiedad. La presencia masiva de insumos químicos impacta en el ecosistema, afectando la forma de vida de las poblaciones, envenenando los ríos y sus afluentes y la fauna de la zona, abriéndole las puertas a otras organizaciones criminales que se dedican a la prostitución, a la explotación de personas y que promueven el consumo de alcohol y drogas.
“El narcotráfico como organización criminal altamente sofisticada, con una distribución logística implacable en su conjunto, impacta frontalmente contra los territorios de comunidades nativas de la Amazonía, que tienen población pequeña, instituciones débiles, con mínima influencia política, con vulnerabilidades socioeconómicas”, concluye.
En consecuencia, el narcotráfico no es una amenaza, sino la realidad de una fuerza arrolladora que en este momento afecta a las comunidades indígenas.

Las rutas de cocaína hacia el exterior implican no solo transporte, sino también la instalación de infraestructuras ilegales en territorios indígenas, agravando la contaminación y la violencia. Foto: IBC




















