Carlos Roca: “La dirigencia actual debe apartarse de la conducción del Partido Aprista”
Entrevista con Carlos Roca Cáceres, militante aprista y discípulo de Víctor Raúl Haya de la Torre.
Carlos Roca Cáceres es un antiguo militante del APRA y uno de los discípulos de Víctor Raúl Haya de la Torre. La crisis del partido al que le ha dedicado su vida entera lo impulsa a exigir cambios urgentes. Para empezar, que la actual dirigencia se aparte de la conducción de la agrupación fundada por Víctor Raúl Haya de la Torre
¿La dirigencia actual se debe quedar?
La dirigencia actual -los miembros del Comité Ejecutivo Nacional y de la Comisión Política- debe apartarse de la conducción del Partido Aprista. La política se juzga por resultados y los resultados de la actual conducción del partido han sido verdaderamente desastrosos.
¿Lo dice por el frustrado proceso de inscripción o por varias cosas que se han ido acumulando?
La crisis del APRA viene desde hace muchos años. No me quiero remontar demasiado. Principalmente cuando nuestro compañero Alan García no alcanzó la presidencia en el 2016 hubo una situación muy crítica. Obtuvo solo el 5,8% de los votos válidos. Incluso, tuve con él una larga conversación el 2 de agosto, el año anterior a su muerte.
¿Y qué se dijeron?
Conversamos una hora y media en Villa Mercedes, en la biblioteca de Haya de la Torre. Fue un intercambio fraterno porque me unía con él una verdadera amistad, ambos habíamos sido los discípulos más cercanos de Víctor Raúl. En un momento le dije: “Alan hemos perdido credibilidad, la gente ya no nos cree”.
Y él me respondió que sí, que era verdad, que su discurso ya no pegaba. Él era consciente. Él no iba a aceptar jamás ser vejado, ultrajado, salir enmarrocado, y tomó la decisión de poner fin a su existencia. Solo Dios puede juzgar eso y la historia. Pero la interna del partido se agravó con este hecho dramático.
Por el peso de García.
Exacto. Porque era la gran personalidad del partido a quien todos apoyamos, con sus aciertos y errores. Su ausencia dejó un inmenso vacío en el partido.
Es una crisis prolongada, en todo caso.
El partido participa en las elecciones (de enero de 2020) con una lista impuesta por Mauricio Mulder, quien se adjudicó el número uno de la lista, y sacamos el 2.8%. Un resultado que obligaba, en mi concepto, a que el presidente de la CP, es decir el compañero Mulder, declinara a la conducción. Lamentablemente no lo hizo y se mantuvo él y Elías Rodríguez, secretario general junto con Benigno Chirinos. Debieron poner sus cargos a disposición.
A pesar de todo eso, insistimos en una presencia electoral para abril y es por eso que en unas elecciones amplias -aunque no muy concurridas de los militantes- se escogió a la compañera Nadie Vílchez. Lo estaba haciendo bien.
¿Qué piensa de ella?
Es muy combativa, la conozco hace muchos años. Estaba decidida a seguir. Apristas como yo estábamos dispuestos a apoyarla hasta el final. Por eso he lamentado mucho el retiro de su candidatura. No se sabe si renunció o si la renunciaron. Hay versiones contradictorias. Por la lectura de los periódicos y lo que he seguido a través de las redes sociales apristas, hay quienes dicen que no quería irse y que la Comisión Política decidió sacarla.
¿Hubo negligencia o mala leche en esa inscripción frustrada?
Lo que podría decir al respecto es que es verdaderamente increíble que un partido con tanta experiencia en temas electorales no haya previsto lo que sucedió. Creo que hubo negligencia, quiero usar un término fraterno. José Pimentel, el personero, está internado en el Rebagliati. No quiero hablar mal, pero él y el equipo de personeros fueron negligentes al inscribir las listas al último momento, el mismo día en que se cerraba la inscripción, a pocas horas. Es una irresponsabilidad sin nombre. No quiero decir que fue adrede, a propósito, porque eso ya sería hasta una traición. Lo que sí, estoy desconcertado frente a este comportamiento.
La realidad es que no íbamos a tener candidatos, salvo en tres circunscripciones, y con eso no se iba a poder hacer una campaña. Aunque también era una oportunidad para que quienes querían ser congresistas demostraran que son apristas de verdad. Igual debieron salir a hacer campaña a favor de Nidia, para demostrar que no solo estaban interesados en su candidatura sino en el relanzamiento del partido.
El APRA perderá su inscripción.
Es verdad y vamos a tener que reinscribirnos. Es lamentable estar inmersos en una crisis que va a tener que resolverse a través de la voluntad de los militantes.
¿Cómo piensa que pueden salir de esta grave crisis?
Mire, el presidente del partido es el compañero César Trelles Lara, reconocido por el JNE, el que me ganó la presidencia del partido por 20 votos . En ese congreso (octubre de 2019) impugnamos a la delegación de Trujillo, que financiaba y controlaba el compañero Elías Rodríguez y que vino en un número enorme, que era más grande que los delegados de todo el sur. Era el colmo.
Personalmente hablé con el presidente del Tribunal Electoral, Moisés Tambini del Valle, y le dije que no procedía reconocer esas delegaturas, pero Tambini estaba totalmente alineado con Elías Rodríguez y con Mulder. A pesar de eso me ganaron solo con 20 votos.
¿Y qué debería hacer Trelles?
La situación es muy grave. Yo he hablado con César Trelles y, claro, él también está muy desconcertado. Tuvo un accidente de tránsito viniendo a los funerales del compañero García y recuerdo que lo obligaron a ir al local del partido para aceptar la presidencia. Estaba sentado en una silla de ruedas y no habló. Bueno, el asunto es que él tiene potestad para convocar a un Congreso Nacional Extraordinario.
Entonces, he conversado con otros compañeros para que Trelles convoque al congreso y elegir a una nueva conducción, aunque leí que Elías Rodríguez dijo que no va a renunciar a la secretaria general porque tiene el apoyo de la gente. Es una actitud de soberbia para no reconocer autocríticamente que él es también responsable de la situación en la que nos encontramos.
Todos exigen que los dirigentes pongan sus cargos para que Trelles tenga el camino más expedito, pero Elías y Mulder se empecinan en mantenerse y han anunciado a través de un comunicado del Comité Ejecutivo Nacional -que nadie firma- que convocan para el 22 de febrero, día del fraternidad, a una Asamblea Nacional Estatutaria. Quieren modificar los estatutos. Es cierto que se debe ir hacia eso, pero a través de un comando de acción elegido en un congreso extraordinario.
¿Qué se debería cambiar de los estatutos vigentes?
Por ejemplo, la presidencia del partido debe desparecer porque es un cargo que solo se le asignó a García y ya no tiene sentido. Además debe haber un solo secretario general.
Ahora son dos.
Esta bicefalia la impuso el presidente García para evitar que el secretario general único sea Jorge Del Castillo. Y Mulder fue electo con Del Castillo como secretarios generales. Del Castillo hubiese ganado ampliamente la secretaría general única, sin embargo García impuso a Mulder. Y algunos compañeros no pudimos ser candidatos. Yo estoy seguro de que le podía ganar a Mulder.
Cuando conversé a solas con García en Villa Mercedes le pregunté por qué me cerró el paso y me dijo que no podía permitirse que Del Castillo sea secretario único porque es muy ambicioso y quería ser candidato a la presidencia. Yo le respondí: “bueno, es su derecho”.
Si hay que cambiar los estatutos, ¿por qué le preocupa que se convoque a esa asamblea estatutaria?
Porque ellos quieren ir a una asamblea estatutaria en febrero pero con delegados electos en base a los actuales padrones, con miles de compañeros no inscritos. Esta es una historia que viene desde hace varios años y es responsabilidad de Omar Quesada con Carlos Arana.
Ha habido una manipulación grosera de los padrones del partido. Eso no se puede aceptar. Tenemos que ir a la reinscripción general de la militancia, lo que llamo el jubileo, para que todos los que desean ser apristas puedan inscribirse. Ahí recién ya se podría modificar el estatuto.
¿Qué otro cambio haría?
La Comisión Política debería pasar a ser un organismo consultivo, como era en la época de Haya de la Torre. Hoy tiene prerrogativas ejecutivas, y hacen y deshacen. El compañero Mulder se colocó de número uno de la lista e impuso a otros sin elección interna, el colmo de la arbitrariedad. Y también tenemos que ir a un congreso programático.
Hay necesidad de preparar un nuevo plan de gobierno del APRA, que convoque a los mejores. Somos un partido que no ponina sobre nada. Y además necesitamos un congreso ideológico. El pensamiento de Haya de la Torre está vigente pero debe actualizarse, manteniendo algunos principios: la acción contra todo imperialismo, la unidad política y economía de América Latina, el Estado planificador y promotor de desarrollo y regulador de la economía, el frente único de las clases explotadas y la democracia social del pan con libertad.
¿Diría que el APRA se derechizó en estos últimos años?
Se desideologizó. Fuimos a un pragmatismo olvidando que éramos un partido de izquierda democrática. El APRA no es centro izquierda, el APRA es izquierda democrática que debe competir con la otra izquierda. De paso, lamento mucho la muerte de Carlos Tapia, un hombre brillante, consecuente y honesto, miembro de esa otra izquierda con la cual competimos.
En fin, le insisto, somos izquierda democrática. A mí no me va a venir ningún aventurero a querer modificar la ideología aprista porque está vigente, aunque debemos actualizarla. Confío en que Trelles se decida a convocar al congreso extraordinario para elegir un comando nacional de acción que podría tener una vigencia de un año para todo lo que le he dicho: el jubileo, la asamblea estatutaria, el congreso programático e ideológico. Ya luego se puede elegir a un nuevo Comité Ejecutivo Nacional que dure cuatro años. Esa es la opción.
Lo otro es que se queden conduciendo al partido los que ya no tienen la autoridad moral para hacerlo, que vienen de derrota en derrota o de negligencia en negligencia. Soy hombre de fe que no se resiste a ver desaparecer la obra de Haya de la Torre, que es mi vida. Hoy la gente no nos cree. El APRA tiene que liberarse de esa carga con una nueva conducción, con gente que no sea cuestionada o que no haya caído en la tentación de la acumulación del dinero por métodos indebidos. Haya de la Torre nació pobre y murió pobre.
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