Política

Lo que el fiscal quiere escuchar

“Un inocente puede pasar largo tiempo privado de su libertad, a la espera de una corroboración que el fiscal ya no podría querer realizar”.

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Las primeras colaboraciones eficaces del caso Lava Jato protagonizadas por Odebrecht y Jorge Barata estuvieron acompañadas de abundante prueba documental. Órdenes de pago, movimiento bancario del dinero, transferencias internacionales, “codinomes”, cuentas off shore y gastos no justificados de los implicados.

Eso no se observa en las colaboraciones siguientes. Hoy las confesiones eficaces tienen como peculiaridad que se obtienen luego de una detención preliminar y su fuerza probatoria se asienta en que dicen justo lo que el fiscal quería escuchar o necesitaba para probar su “teoría del caso”.

La ley de arrepentimiento contra el terrorismo en los años 90 cumplió el mismo papel y mucha gente inocente terminó en prisión. El ex gobernador regional Yehude Simon Munaro fue uno de ellos. Estuvo ocho años preso por la declaración de un arrepentido. Una versión que nunca se pudo probar. Era falsa.

De nuevo, hoy Simon está detenido por la confesión de un arrepentido. La resolución de detención preliminar no tiene una evidencia concreta que relacione los aportes de campaña de Odebrecht con el proyecto Olmos. Barata ni siquiera dice si Simon solicitó, recibió o sabía de la entrega del dinero.

Eso cambió horas después de la detención del exasesor Pablo Salazar. Este confesó en colaboración. Dijo exactamente lo que el fiscal plantea en su hipótesis de investigación y, entonces, parece que ya no hay nada que verificar. Lo que dice debe ser cierto porque es justo lo que el fiscal había supuesto. No es el único caso. Un inocente puede pasar largo tiempo privado de su libertad, a la espera de una corroboración que el fiscal ya no podría querer realizar.