Política

El Informante: Lengua espinosa, por Ricardo Uceda

Bomba de tiempo en el Tribunal Constitucional. La secretaria general, Susana Távara, denuncia al juez Eloy Espinosa-Saldaña por violencia psicológica. El pleno convoca al denunciado, quien niega los cargos.

Tribunal Constitucional
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La noche del 4 de diciembre, en una entrevista con Mávila Huertas, en Canal N, el miembro del Tribunal Constitucional Eloy Espinosa-Saldaña dijo, sin que viniera al caso, que su actuación como juez le podría traer consecuencias.

–¿Lo van a denunciar por algo?– preguntó Huertas.

–No sé. Siempre tengo que estar atento porque lo que no me pasa, me lo inventan. Entonces, ya estoy acostumbrado.

El día anterior, durante una sesión del TC, la secretaria general, Susana Távara, se había desvanecido. La taza con la infusión que se estaba preparando cayó al suelo y se rompió. Antes había vomitado en el baño. Fue evacuada a una clínica y la sesión concluyó con mayor tensión. Últimos acontecimientos han erizado las relaciones entre los tribunos. Especialmente después de la elección como presidenta de Marianella Ledesma, el lunes 2.

Dramático relato

El jueves 5, en otra sesión del pleno, Távara contó a seis de los siete integrantes del TC –Espinosa-Saldaña se reportó enfermo y no asistió–, lo que produjo su desvanecimiento: una escena de diez minutos entre ella y el magistrado ausente. En ese lapso, según aseguró, fue humillada y recibió insultos.

La constitucionalista Távara fue elegida en el más alto cargo administrativo del TC en enero pasado, con el voto unánime de los miembros. Trabaja hace 16 años en la institución. Es hija de Francisco Távara, presidente de la Sala Civil Permanente de la Corte Suprema, a la que también presidió. Cuando terminó su dramático relato, Távara afirmó que la Ley 30364 tipificaba lo acontecido como hostigamiento de género y violencia psicológica. Tenía expectativas de que los jueces adoptaran decisiones adecuadas ante los agravios que dijo recibir.

Planteó tres pedidos. Que el denunciado le pidiera disculpas delante de los magistrados, que no tuviera más contacto con ella, y que el TC le impusiera una sanción ejemplar. Dijo que había más antecedentes de maltrato.

¿Uno menos?

En un escenario, el episodio podría no llegar a mayores. Pero no será tan sencillo. Por un lado, está claro que Espinosa-Saldaña no reconocerá agresiones, conforme lo adelanta en la entrevista contigua. Admite una discusión áspera pero no irrespetuosa. Por otro lado, Távara podría demostrar lo denunciado. Aquí se omiten los términos precisos de las agresiones verbales señaladas, a falta de comprobación.

Si la violencia psicológica fuera cierta en los términos descritos ante el pleno, que ha convocado a Espinosa-Saldaña para su descargo, es posible que en breve haya un magistrado menos en el TC. O por decisión de los miembros –se necesitan cinco votos para una destitución– o por presión de la opinión pública, pues el maltrato femenino ya es algo intolerable en la sociedad, más aún en un organismo que protege derechos constitucionales.

¿Qué causó la escena? Quizá la creencia de Espinosa-Saldaña de que Távara conspiró para que no fuera elegido presidente del tribunal. Ambos no tenían una buena relación.

Acta rechazada

Los hechos se dieron cuando, en un receso de la sesión del martes, Espinosa-Saldaña se negó a suscribir el acta de la sesión que eligió a Marianella Ledesma como presidenta del TC. Susana Távara le llevó para la firma un documento por ella redactado que contenía la aprobación de seis magistrados. Faltaba la de él. Se negó porque no constaba algo que a su juicio expresó Marianella Ledesma cuando aparentemente recibió con sorpresa la propuesta de Augusto Ferrero para que fuera la presidenta.

Ella habría dicho que aceptaba la propuesta aunque iba a votar por Eloy Espinosa-Saldaña. Pero según el acta Ledesma no identificó a quién pensaba dirigir su preferencia. Dijo que consideró votar “por otro magistrado”. Lo cierto es que Espinosa-Saldaña debía ser presidente merced a un acuerdo de cuatro miembros (además de él, Marianella Ledesma, Carlos Ramos y Manuel Miranda). El acuerdo fue confirmado en la misma mañana de la votación. Ya fuera porque resultó sorprendida ante la propuesta de Ferrero, o halagada por los elogiosos términos en que fue planteada –al escucharla, Ledesma lloró–, o porque ya estaba concertada con el sector que terminó eligiéndola, lo cierto es que traicionó a Espinosa-Saldaña. Este, que se creía fijo, no quedó del mejor humor.

Incierto desenlace

Fiel al acuerdo previo, Carlos Ramos propuso a Espinosa-Saldaña como presidente. El sector que era minoría (Augusto Ferrero, José Luis Sardón, Ernesto Blume) había tentado a Ramos para encabezar el TC, pero este le dijo a unos emisarios que iba a pensarse que lo recompensaban por haber votado a favor de la libertad de Keiko Fujimori. Con el apoyo de Manuel Miranda, Espinosa-Saldaña sumó tres votos, contra cuatro de Ledesma. Producida su elección, Ledesma ni siquiera hizo el intento de proponer a Espinosa-Saldaña como vicepresidente (quizá no hubiera aceptado), pues de frente propuso a Ferrero. Miranda la apoyó. Luego Ernesto Blume fue designado director del Centro de Estudios Constitucionales, un cargo antes detentado por Ramos.

Hay, pues, una nueva mayoría, entre alguien como Ledesma, quien según propia definición es adversa al fujimorismo, con los que supuestamente le son afines. Es prematuro decir lo que producirá esta concordancia. Pero tendrá una primera expresión en lo que se resuelva con Espinosa-Saldaña, cuyo futuro voto convalidando el cierre del Congreso está más que cantado. Igual podría decirse de los de Ledesma y Ramos. ¿Influirá este cálculo para definir el caso de Susana Távara? El jueves tirios y troyanos se solidarizaron con ella. Ledesma dijo que la secretaria general había expuesto “una situación que ya conocemos”. Su secretaria, dijo, también había sido maltratada por Espinosa-Saldaña. El magistrado fue notificado en la mañana de ayer.