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Política

Steven Levitsky: “Vizcarra respondió a la gente y el establishment quedó escandalizado”

Politólogo. Su libro Cómo mueren las democracias -en coautoría con Daniel Ziblatt- es uno de los mejores sobre política del 2018. Está traducido al español.

Opción. A Vizcarra le queda la opinión pública. Otro apoyo fuerte no tiene, dice Levitsky.
Opción. A Vizcarra le queda la opinión pública. Otro apoyo fuerte no tiene, dice Levitsky.

Por: Enrique Patriau

El politólogo y profesor de la Universidad de Harvard, Steven Levitsky, responde a La República para conversar sobre la actualidad. Señala que algo que define al presidente Martín Vizcarra (y lo diferencia de otros exmandatarios) es su capacidad de hacerle caso a la sociedad.

¿Qué opinión tiene del presidente Martín Vizcarra?

Parece un tipo reservado, sin una gran biografía política. Al mismo tiempo, se le ve un político inteligente, cauto y que tiene algo, para bien o mal, que lo distingue de la gran mayoría de los miembros de la clase política actual peruana: una tendencia de responder a las demandas de la sociedad, de tomar en cuenta la opinión pública. Por un lado, uno puede llamarlo…

¿Populista?

Democrático y por el otro puede llamársele populista. Pero una característica muy fuerte, muy excepcional de la política peruana pos-Fujimori, ha sido que los gobiernos llegan al poder y hacen lo que dicen los burócratas, los tecnócratas, el establishment y no prestan atención a sus propios electores. Muchas veces hacen campaña de centroizquierda…

Y gobiernan con la derecha.

Y gobiernan de una manera que nada tiene que ver con sus promesas electorales, y eso tiene consecuencias negativas. ¿Por qué la desconfianza de los peruanos hacia los partidos o el Congreso es una de las más altas de la región? Porque hay una cultura de los políticos de no responder a la sociedad. Bueno, Vizcarra respondió a la gente y el establishment quedó escandalizado. (Vizcarra) es el primer presidente, desde Alberto Fujimori, que responde -de algún modo- a las demandas de la gente, de la sociedad, y eso ha sido tan chocante que lo ven como un populista.

Como si responder a las expectativas de la gente pueda ser considerado un demérito.

En una democracia se tiene que hallar el equilibrio entre el buen gobierno y responder a la gente. No se puede gobernar de espaldas al pueblo y tampoco haciéndole caso en todo. Hay un punto en el medio y Vizcarra está buscándolo. Lo que ocurre es que eso, en el Perú, parece populismo extremo.

Este señalamiento, el de populista, ha arreciado luego de proponerse el adelanto de elecciones. ¿Qué le parece como medida para superar la crisis institucional?

No me gusta mucho porque cambia las reglas de juego. Eso aumenta más la debilidad institucional. Dicho esto, también pienso que es el mal menor. Vizcarra tenía tres opciones grandes. Podría no haber hecho nada, aceptar la reforma aprobada en los términos del Congreso, pero eso hubiera terminado en un debilitamiento tremendo ante el fujimorismo, y ya sabemos lo que el fujimorismo puede hacer…

¿Cuándo huele sangre?

Exactamente. De observarlo en el Congreso durante estos tres años, ya sabemos que el fujimorismo es un actor antiinstitucional, agresivamente autoritario y, lo más probable, es que le iba a hacer la vida imposible a Vizcarra, hasta tumbarlo. No iba a poder gobernar con ellos. Ya lo aprendimos con Kuczynski. Ceder hubiera sido debilitarse y no sé si hubiese llegado al 2021. La otra opción era cerrar el Congreso, un camino ambiguo, porque no estaba cien por ciento claro que hubiera una legitimación constitucional. Se trataba de una jugada agresiva, evaluada por muchos como autoritaria, de alto riesgo.

Igual le dicen autoritario por proponer adelantar elecciones.

Es una jugada populista, sin ninguna duda, porque propuso lo que la gente pedía: que se vayan todos. Y al mismo tiempo es la opción menos autoritaria, porque solo habrá elecciones si el Congreso acepta el proyecto, previo consenso. No se puede decir que sea una acción autoritaria en ese sentido. De los tres caminos disponibles, es el mal menor…

La salida más institucional para una crisis institucional.

Así es. Estamos ante una tremenda crisis institucional y no había salida limpia. Lo propuesto es, me parece, lo que menos daño hace.

Vizcarra es un presidente sin respaldo parlamentario sólido y por eso necesita apoyarse en la gente. ¿A partir de ahí, se puede entender su comportamiento político? Quiero decir, Vizcarra necesita a la gente para sobrevivir él mismo.

Cuando no tienes aliados institucionales, tienes a todo el establishment y a la clase política en contra y solo tienes a tu favor al pueblo, estás en una situación como Perón o Fujimori. Sin embargo, creo que Vizcarra no tiene ese componente autoritario y audaz de muchos populistas. Quiero decir, no creo que movilice a las masas de manera agresiva. Basado en lo que he visto, es un político cauto e institucional. No veo en él una tendencia plebiscitaria para imponerse, movilizando a las masas, por ejemplo.

En realidad, las elecciones que ha propuesto son para irse antes. Ahora bien, puede ser alguien cauto, con poca biografía política, aunque con olfato: sabe leer a la gente.

Sí.

Por algo impulsó la no reelección, ¿no?

Sí, claro, pero como politólogo, estoy en contra. Pienso en las consecuencias para las instituciones. Prohibir la reelección es un desastre, refuerza el corto plazo y destruye las carreras políticas. Sin embargo, es obvio que la gran mayoría de peruanos estaba a favor. Es una dosis de populismo. Y en democracia se necesita eso a veces, no se puede gobernar de espaldas a la gente. Como dijiste: en una guerra política contra el fujimorismo, (Vizcarra) no tiene organización, aliados poderosos ni apoyo parlamentario. Solo tiene la opinión pública.

Y así también se entiende la decisión de suspender el proyecto Tía María.

Sí, me sorprendió. Desde el punto de vista de un extranjero, me parece razonable suspender un proyecto que causa un alto nivel de conflictividad social. En el contexto de una democracia con altísima desigualdad y un Estado débil que no funciona bien y genera desconfianza, algunos proyectos caen en crisis. El que no acepta eso, el que argumenta que todos los proyectos mineros deben avanzar bajo cualquier circunstancia, tendría que buscar a su Pinochet. De nuevo, es sensato lo que hizo Vizcarra: responder a la sociedad.

El 2015 usted recibió en Harvard a Keiko Fujimori. Esa intervención fue muy comentada. ¿Qué opinión tiene del fujimorismo actual?

El fujimorismo de los últimos tres o cuatro años fue el proyecto de ella, que tuvo que lidiar con su padre. Fuerza Popular es una construcción de Keiko. No es Haya de la Torre, no es una política brillante, estaba aprendiendo y tuvo que decidir qué clase de partido quería construir. En un momento pensó en un partido más centrista, más aceptable al establishment moderado.

Y no convenció.

Trató de atraer a gente más centrista, liberal, no la aceptaron, y terminó junto a la base del conservadurismo social y religioso. Ocurrió algo paradójico: el fujimorismo de FP que parecía tirarse al centro en un inicio, terminó yendo a la ultraderecha y acabó siendo mucho más conservador que el fujimorismo de los noventa. FP acabó siendo un partido “bolsonarista”.

¿Es explicable el comportamiento de FP en los últimos años? Tuvo todo a favor para consolidarse.

No me explico bien el comportamiento del fujimorismo. No me convence la teoría dominante de que Keiko estaba enojada porque, pensaba, le robaron la elección. Cada mes se publicaban encuestas y Keiko caía, mes tras mes. Y, sin embargo, FP seguía en su estrategia. En cierto momento empezó a parecer un suicidio político.

¿Demasiada falta de reflejos?

Yo creo que subestimé hace algunos años la búsqueda de protección legal: el fujimorismo tenía un montón de problemas. Keiko, ahora sabemos, necesitaba protegerse ella y proteger a su gente en el Poder Judicial. Está claro, el fujimorismo forma parte de una red de corrupción que ha penetrado el Poder Judicial y parte de lo que hacía FP en el 2016, 2017 y 2018, pasaba por defender a esa mafia judicial. Eso tiene un costo en términos de opinión pública y asumo que pensaron que era necesario, un precio a pagar.

¿Pensó que Keiko fue sincera aquella vez en Harvard con sus posiciones políticas?

No sé si sincera. No puedo ver en el corazón de los políticos. Dijo cosas como que apoyaba el matrimonio gay, que apoyaba a la CVR. Si creía en eso de verdad, no lo sé. Sí me estaba apostando, claramente, por una estrategia nueva que abandonó.

¿Y qué futuro puede tener el fujimorismo?

Veo a un fujimorismo que sobrevivirá, pero más conservador y más chico, con un techo más bajo. Por suerte, el fujimorismo perdió la oportunidad de ser el partido más grande y fuerte del Perú.

“Sin reelección y sin partidos hay un problema de oferta”

Usted tiene una relación con el Perú de muchos años. ¿Pensó que vería a tantos expresidentes en problemas judiciales?

No se le puede discutir a un peruano cuando dice que los políticos del país son corruptos. Del otro lado, algo funciona: no hay impunidad. La izquierda no puede decir que es un proceso politizado, la derecha tampoco. Los peruanos podrían tener esperanza. El problema es que sin reelección y sin partidos hay un problema de oferta política. Es difícil que surjan políticos experimentados que piensen en el futuro.

Puede argumentarse que con la reelección tampoco elegimos bien.

Mentira. Menos de un cuarto del Congreso se reelige. Los peruanos no reeligen. Tampoco reeligen a alcaldes y gobernadores.

Es verdad. Por eso mi punto es que, si volviera la reelección, los resultados serían casi los mismos.

Pero mi punto es que las condiciones no van a mejorar. Estamos casi garantizando que el próximo Congreso será más de lo mismo. Posiblemente sin tantos fujimoristas, es decir, menos peligroso y autoritario, pero lleno de novatos, incompetentes y muchos corruptos. En resumen, más continuidad que cambio.

Trump tiene posibilidades de reelegirse?

Es 50-50. La economía, hasta ahora, va bien, el desempleo es bajo y casi siempre cuando eso pasa el presidente se reelige. Con un 42% de aprobación, tiene buenas posibilidades.

¿Qué opinión tiene de él?

Tiene un problema de narcisismo serio, es totalmente ignorante, sabe muy poco de lo que habla, debilita mucho al Estado llenando puestos importantes con gente poco seria. Está muy lejos de ser capaz de gobernar. Ha caído en un populismo que funciona bien para su base, que es muy movilizada: gente blanca y mayor de edad, que se siente amenazada por cambios culturales y demográficos. Ese es el grupo demográfico que más vota. Los blancos mayores de edad son ‘trumpistas’ y la gente que menos vota son los jóvenes y los no blancos.