Tanto Bolsonaro como Vizcarra le deben parte de sus presidencias al escándalo Odebrecht.,Pasarán el Año Nuevo juntos, pero sin duda será un encuentro disímil. Martín Vizcarra da la impresión de ser liberal y de practicar una política casi sin ideología. Jair Bolsonaro encarna la extrema derecha. La visita al enorme país es importante para el Perú, pero no es imaginable mucha calidez en ese primer saludo entre presidentes. La distancia no viene de Lima sino de Brasilia. Por su tamaño, por su ubicación y por su idioma, Brasil se ha interesado siempre más por desarrollar una actuación mundial que por profundizar sus relaciones con América Latina. Esta es una tradición de Itamarati, y es poco probable que Bolsonaro se desvíe de ella. Esta indiferencia contradice la idea en circulación sobre un fortalecimiento de las extremas derechas en América Latina alentado desde Brasilia. Probablemente a Bolsonaro le interesa más la asistencia del premier israelí Benjamín Netanyahu a su juramentación, que la de todos los presidentes de la región juntos. Donald Trump ha hablado sobre la posibilidad de un eje de derecha con la llegada de Bolsonaro, pero extrañamente ha declinado asistir a Brasilia. Su secretario de Estado se reunirá también con Vizcarra. Un gesto de Bolsonaro en dirección de América Latina ha sido vetar la asistencia de mandatarios del ALBA a su juramentación. Vizcarra no ha abordado el tema de Venezuela con el entusiasmo de Pedro Pablo Kuczynski, pero ha sido firme en mantener la distancia con Nicolás Maduro. Allí ciertamente hay un tema de conversación. Nuestras relaciones con Brasil siempre han sido buenas, pero limitadas. Aun así, es nuestro primer socio comercial en la región, y el intercambio podría aumentar si las partes se empeñan y la infraestructura fronteriza se perfecciona. Las iniciativas para fortalecer la cercanía geopolítica no han despegado realmente. Sin embargo, la Alianza del Pacífico a la que pertenecemos podría ser el puente latinoamericano ideal hacia Bolsonaro, si este llega a moderar sus estremecedoras declaraciones. Tanto Bolsonaro como Vizcarra le deben parte de sus presidencias al escándalo Odebrecht, por el repudio que este ha causado en sus respectivos países. El daño infringido al Perú claramente se ubica bajo anteriores gobiernos brasileños. Esto le da un sentido adicional a la asistencia peruana a la transmisión de mando.