Además todavía tiene que aparecer una estrategia de excarcelación más sofisticada que presionar testigos o insultar al fiscal y al juez de la causa.,Además todavía tiene que aparecer una estrategia de excarcelación más sofisticada que presionar testigos o insultar al fiscal y al juez de la causa. Cuando Ollanta Humala y Nadine Heredia fueron encarcelados ya no quedaba realmente un Partido Nacionalista en torno suyo. Resistieron los nueve meses entre declaraciones de confianza en la justicia peruana. Algunos leales se pronunciaron, pero la liberación adelantada fue el trabajo de buenos abogados, no de una presión política. Todavía es temprano para imaginar el paso de Keiko Fujimori por la cárcel, pero la situación es obviamente otra que la de los Humala-Heredia. La presa seguirá comandando formalmente un partido con importante presencia en el Congreso, con un círculo de adeptos que le debe la vida, al menos la vida política. Sin embargo Fuerza Popular está hecho tiras y tensado por impulsos centrífugos. Lo cual quiere decir que la libertad de Keiko Fujimori no va a ser la principal, o al menos no la única tarea en FP. Primero habrá que contener el desbande todo lo posible, lo cual significará separar el trigo de la paja. Luego habrá que buscar treguas y aliados. Como aprendió FP con Alberto Fujimori, buscar la libertad del dirigente y el avance del partido no son la misma cosa. Además la situación hoy es otra. Con el padre la teoría fue que la acumulación de poder abriría las rejas. Ahora más bien la cosa es asegurarse la supervivencia del partido en una sola pieza. Pero la formación de tendencias fuertes ya ha comenzado. Los que plantean la imparcialidad frente a los tiempos y su licencia temporal de la bancada (una forma suave de amenaza), en los hechos están cuestionando el estilo arbitrario e ineficaz que emana del círculo íntimo de Keiko Fujimori. La carta de Miguel Torres a Martín Vizcarra proponiendo diálogo y colaboración para un proceso de reformas Ejecutivo-Congreso, es decir el viraje hacia un FP colaborador, es una forma de colocar el drama personal de Keiko Fujimori un poco al margen de las necesidades del partido en esta hora. Pero hay más temas en espera que entenderse con el Ejecutivo. La vieja guardia del fujimorismo ya ha empezado a presionar. El padre y el hermano aún no han dicho su palabra política. Además todavía tiene que aparecer una estrategia de excarcelación más sofisticada que presionar testigos o insultar al fiscal y al juez de la causa.