Sólo les pido que olviden esa tonta idea de gastar dinero en un “teleférico turístico” al cerro San Cristóbal.,No puedo evitar un puchero de emoción cada vez que repiten las imágenes de los hinchas peruanos marchando por las ciudades rusas y su justificada elección como la mejor hinchada del mundo. Y me pregunto por qué no repetimos ese amor a la camiseta eligiendo bien a las nuevas autoridades regionales y municipales. Sólo en Lima, la propuesta de construir teleféricos se ha difundido entre los candidatos. Creo que el primero en proponerlo fue Juan Carlos Zurek y ahora otros (Jorge Muñoz, entre ellos) también consideran esta opción –barata y eficaz– para mejorar el transporte público en los gigantescos y populosos distritos asentados en los contrafuertes andinos de la capital. Sólo les pido que olviden esa tonta idea de gastar dinero en un “teleférico turístico” al cerro San Cristóbal. Lo primordial es evitar que millones de limeños pierdan gran parte de sus vidas sentados en un bus de transporte público. El modelo podría replicarse en grandes ciudades andinas, donde los teleféricos pueden cumplir ambas funciones: servir para el transporte público y convertirse en nuevo atractivo turístico. Pienso en la ciudad de Cusco, donde el horroroso tráfico vehicular contamina y afecta sus monumentos históricos. Y tiene asentamientos humanos en los cerros vecinos. El buen ejemplo lo dio la región Amazonas. Sin mucho trámite se instaló este servicio a Kuélap y, al mismo tiempo, brinda un servicio básico de transporte público a los poblados vecinos al monumento. El titular de Mincetur anunció la semana pasada la viabilidad de la construcción de un teleférico a Choquequirao y Machupicchu. El primero duerme el sueño de los justos entre pugnas de autoridades de Apurímac y Cusco. El segundo sería la gran solución para frenar el crecimiento urbano en Aguas Calientes y enfrentar la mafia de transportistas que se creen dueños de Machupicchu. De paso, serviría para dejar de usar esa infame carretera que afecta la llaqta inca.