El paisaje natural seguirá siendo vacancia vs disolución.,El fujimorismo apostó a traerse abajo la iniciativa de reforma político-judicial del presidente Martín Vizcarra –y, de paso, a él mismo– acusándolo de fujimorista mediante la comparación de la cuestión de confianza que planteó el domingo con el ‘autogolpe’ de Alberto Fujimori. Lo peor es que algunos ingenuos están creyendo que la comparación es real, es decir, que Vizcarra ha puesto en marcha otro golpe de Estado. Pero nada más equivocado que eso. El domingo 5 de abril de 1992, Fujimori disolvió el Congreso violando la Constitución pues no siguió el procedimiento ahí establecido. El domingo 16 de setiembre de 2018, Vizcarra planteó, siguiendo el mandato constitucional, una cuestión de confianza al Congreso que, si se la negaran esta mañana, le otorgaría la potestad de disolverlo, algo muy improbable pues los congresistas nunca le harían un harakiri a su bolsillo. Es una gran diferencia que, sin embargo, varios parlamentarios de Fuerza Popular no pueden distinguir, ya sea por la ignorancia de la que varios de ellos alardean cotidianamente, o por la tramposería que suele guiar su comportamiento político. Esto es muy relevante para el presidente Vizcarra, al margen de cuál sea el desenlace hoy en el Congreso de la cuestión de confianza que ha pedido el premier César Villanueva. Luego de desairar los proyectos de reforma enviados por el presidente Vizcarra al Congreso, con desplantes majaderos y parecidos a los de un cobrador de combi, como lo hicieron las parlamentarias Úrsula Letona, Rosa Bartra, Karina Beteta o Lourdes Alcorta, la bancada de FP recién se puso a trabajar después del mensaje del domingo, con la desesperación del chofer de combi que le van a llevar su vehículo al depósito. Lo más probable es que hoy Vizcarra obtenga la confianza y, con ello, un gran triunfo político, aunque, pensando en una perspectiva futura, es claro que la bancada de FP habrá votado por el pedido presidencial solo porque está con el rabo entre las piernas, pero va a quedar con sangre en el ojo y sed de venganza. Por su comportamiento de los últimos dos años, y especialmente por la desconfianza que proyecta su jefa Keiko Fujimori, para quien la traición es casi un estilo de vida, es evidente que el gobierno del presidente Vizcarra debe estar notificado de que hoy podrá obtener la confianza del Congreso, pero que Fuerza Popular le dará el vuelto apenas pueda. El pleito vacancia versus disolución seguirá siendo el paisaje natural de los meses siguientes.