De todo lo que en estos días veo, leo y escucho sobre Rusia me interesan aquello reportajes que aprovechan la presencia de la selección peruana de fútbol en el Mundial para atraer viajeros rusos hacia nuestros destinos turísticos rusos, o convertir al enorme mercado del país más grande del mundo en nuevo destino para nuestras exportaciones no-tradicionales. Veo danzas peruanas, comida peruana, hinchada peruana, pero creo que lo mejor sería promocionar, por ejemplo, diseños textiles peruanos -basados en fibras de camélidos sudamericanos- como para enfrentar esos largos inviernos que soportan todas las grandes ciudades de la Federación Rusa. Con Rusia nos une una alianza histórica desde el golpe militar de 1968, cuando el Perú se convirtió en el mejor aliado de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en la región. Sin embargo, el régimen militar no supo aprovechar este acercamiento político para ganar ese gran mercado. Todo lo contrario, sólo se dedicaron a comprar armamento soviético que, hasta le fecha, nos creó una dependencia que afecta al Ejército y a la FAP. Y ahora sólo quedan solitarias iniciativas como la de Sitka María Vicenta Semsch Gutiérrez, una joven diseñadora de modas que desde el año 2004 apostó por hacer conocer los diseños peruanos en Moscú, San Petersburgo y otras urbes cosmopolitas de la Federación. Su marca es conocida como Sitka Semsch. Ella fue la primera en incursionar en el Mercedes Benz Fashion Week Russia con finos diseños que usan algodón pima, lana y fibra de alpaca-bebé. Inspirados, además, en “trajes típicos” peruanos adornados con medallones y hebillas diseñadas por orfebres peruanos. Su iniciativa y empeño fue reconocida años después cuando fue nombrada Embajadora de Moda de la Marca Perú.