La cocaína es el primer rubro de las exportaciones no tradicionales y esos miles de millones de dólares sustentan la economía peruana.,“Cuantas más prohibiciones impongas, menos virtuosa será la gente”. Esta sentencia es atribuida a Lao Tsé y su sabiduría se aplica a la burocracia peruana: el Estado sólo sirve para poner trabas y fomentar la corrupción. Una prueba es el proyecto para regular Uber y otras aplicaciones de taxis. Lima ostenta el título de una de las capitales con el tráfico más caótico del mundo. En los últimos 40 años fracasaron todos los intentos del Gobierno central y municipal para formalizar el servicio de taxis. Sin embargo, Uber y otras aplicaciones fueron las únicas que lograron formalizar el servicio de taxis de la ciudad. Y ahora el Estado, a través del Poder Legislativo, amenaza con “regularlo”, es decir, aniquilarlo: que se joda el usuario, viva la burocracia. Otro caso es el rotundo fracaso de la presencia del Estado en el VRAEM. Ya perdí la cuenta de los policías o militares que perdieron la vida en las emboscadas realizadas por la banda de terrucos que militan como guachimanes del narcotráfico. Y el Estado sigue jugando a la guerrita con sus bases militares que sólo sirven como peaje para los mochileros de la cocaína. E insiste con sus patéticas fórmulas de sustitución de cultivos, como si el café o el cacao fuera más rentables que la coca y la cocaína. Recuerdo la despedida de la última embajadora de EEUU y su exposición que demostraba que durante su gestión se habían reducido los sembríos de coca en la región San Martín. Es un secreto a voces que esas miles de hectáreas de coca se habían trasladado a Loreto. Es decir, pura finta. La cocaína es el primer rubro de las exportaciones no tradicionales y esos miles de millones de dólares sustentan la economía peruana. Pero reconocerlo no es políticamente correcto. No queremos aceptarnos como narcoestado. Lo importante es alimentarnos de prohibiciones para engordar la corrupción. Así es el Perú camino al bicentenario.