Sería ingenuo pensar que se trató tan solo de una desafortunada confluencia de personas ignorantes e ideologizadas, para quienes los cánones de belleza dominantes son los de la variante aria.,Si alguien pensaba que el entusiasmo por la participación en el Mundial nos hermanaba con un vínculo entrañable, el programa de tv “En boca de todos” se encargó de recordarnos lo complicado de las fratrías. Lo propio vienen haciendo los hermanos Keiko y Kenji Fujimori. Vamos por partes. En el citado programa se invitó a un cirujano plástico, a fin de que explicara, con fotos y retoques, lo que haría falta para que jugadores como Ramos, Advíncula o Cáceda queden “bien” en el álbum de figuritas. El programa recibió un aluvión de críticas por su imbecilidad racista, luego América tv lo retiró de su página web. Marco Avilés estuvo particularmente punzante en sus comentarios a semejante exhibición de discriminación pública. Lo interesante, sin embargo, es la comodidad con que se presentó el segmento, como si fuera la cosa más normal del mundo. En ningún momento se percibe incomodidad o polémica. Sería ingenuo pensar que se trató tan solo de una desafortunada confluencia de personas ignorantes e ideologizadas, para quienes los cánones de belleza dominantes son los de la variante aria. Esto revela que el racismo realmente existente continúa profundamente arraigado en el imaginario de buena parte de la sociedad peruana. Pese a los indudables avances que se constatan, queda claro que tanto a nivel educativo como de políticas públicas, los desafíos son enormes. Uno de los aspectos más arduos de esta problemática, como lo venimos sosteniendo varios de los que investigamos, desde diversos ámbitos, este flagelo, es la autodiscriminación. Oswaldo Bilbao, director del Centro de Desarrollo Étnico (CEDET), comenta en Domingo de La República: “¿Quién dice que la nariz perfilada es lo bonito? ¿Quién dicta ese prototipo de belleza?”. Sofía Carrillo acota en el mismo texto de Renzo Gómez: “El argumento de que a mí no me afecta no sirve porque no estás planteando una representación individual y aislada sino que estás representando a un pueblo”. Daniel Sánchez Velásquez, Director general de ciudadanía intercultural del Ministerio de Cultura, afirma en El Comercio que la diversidad nos une. Pero él mismo acota en su nota que, por el momento, se trata de una meta a alcanzar. Valoramos nuestras 3.800 variedades de papa, explica, pero no a los campesinos que las producen. Lo mismo podría decirse de los músicos cuyas composiciones se bailan en discotecas de clase A, adonde no los dejarían pasar como clientes. Gracias a “En boca de todos” recordamos que las fisuras racistas han mutado pero no desaparecido. Que la belleza es una construcción cultural, cuya violencia dictatorial constituye motivo de sufrimiento cotidiano para millones de peruanos. Y de lucrativo negocio para muchos cirujanos plásticos. Gracias a los hermanos Fujimori sabemos que los vínculos familiares no constituyen garantía de nada. Que las relaciones de respeto se basan en la vigencia de los derechos consagrados por la ley. El racismo, el autoritarismo o el machismo marcan la pauta de lo que debemos enfrentar, si queremos llegar al bicentenario con una sociedad algo más digna de ese nombre.