Hace un par de días una célula de ISIS declaró desde Indonesia que el match de fondo sería en verdad “el Estado Islámico versus Rusia”.,En el Perú el mundial 2018 ha relegado a la política local a un segundo plano. Pero en las capitales del evento (Moscú, Zúrich) hay intensa actividad política, la deportiva y la otra. Hace un par de meses el gobierno ruso denunció un complot terrorista contra el mundial, aunque hay quienes lo consideran una maniobra publicitaria. Sin embargo la seguridad es un tema central en los grandes campeonatos, a lo cual una sede rusa le añade su propia conflictividad. Hace un par de días una célula de ISIS declaró desde Indonesia que el match de fondo sería en verdad “el Estado Islámico versus Rusia”. Una clara amenaza terrorista contra el evento, o cuando menos otra maniobra publicitaria. Por fortuna la mayor parte de la política en torno al mundial no tiene un horizonte tan cruento. Se trata de cosas como pulseos por obtener la sede, propuestas de modificación de la estructura del campeonato direccionadas hacia diversos objetivos, el gigantesco movimiento de dinero FIFA o la reelección de sus dirigentes. Miguel Delaney, de The Independent, ha llamado a este mundial “el más político y politizado de todos”. Sus argumentos son un escenario mundial particularmente delicado y un país anfitrión con serios problemas internos y con un gobierno incómodo por la presencia del mundial. Todo lo cual apunta a incidentes diplomáticos varios. Por lo pronto Rusia expulsó hace poco al diplomático británico encargado del enlace con los hinchas que viajarán al mundial. Boris Johnson, el canciller británico, recomienda no asistir y compara el mundial del 2018 con las olimpiadas de 1936, inauguradas por Adolfo Hitler, y marcadas por las fobias nazis. Hay, pues, un juego detrás de los juegos. Consiste en uncir la incomparable popularidad de los juegos a la imagen de los gobiernos. Esto solo lo pueden jugar realmente las grandes potencias, aunque hoy ninguna de ellas es realmente importante sobre la cancha. En este aspecto al menos, los partidos mismos y sus ganadores parecen secundarios. Mientras tanto en la FIFA hay un pulseo mundial con todo tipo de propuestas para ampliar el espectro del evento, incluso a 200 equipos en un futuro no tan remoto, o una suerte de mundial paralelo para un puñado de equipos de élite. Suena excéntrico. Pero así sonaba el mundial político de estos días.