Muchas reuniones políticas han sido redirigidas hacia debates sobre el mundial., AUGUSTO ÁLVAREZ RODRICH. De pronto este periodista liberal y moderado, pero perspicaz y filudo (por algo su columna se llama Claro y directo) se ha vuelto blanco predilecto de ataques fujimoristas. Blanco mal elegido, pues allí hay un prestigio que cubre los medios, las redes, y llega hasta el sector empresarial, donde es escuchado. MERCEDES ARÁOZ. Todavía el nuevo gobierno no sabe dónde ponerla, y ella no sabe dónde ponerse. Tratar de embutirnos en la OCDE no le basta como encargo, y ella sigue esperando algo más de su vicepresidencia. Vizcarra la acogería, pero los principales fujimoristas la detestan. Sería una carta útil en varias posibles rupturas. PAULO GUERRERO. Salvado por la campana. Su victoria legal es un triunfo en sí misma, vuelca la atención del país 100% hacia el futbol, y cambiará por un tiempo el significado de la palabra partido. Muchas reuniones políticas han sido redirigidas hacia debates sobre el mundial. Si no pagaran tanto afuera, podría haber allí la posibilidad de una carrera política. KENYI FUJIMORI. Todo su ingenio de otros tiempos le cedido el paso al esfuerzo de sobrevivir en el Congreso. Lo cual ha aplastado una popularidad que venía en fuerte ascenso. Pero FP no le va a perdonar haber desarticulado la imagen imperial de su hermana Keiko, quizás para siempre. Da la impresión de que él y su padre se están evitando meticulosamente. LUIS GALARRETA. Nunca menciona la reelección, pero es lo que está en el fondo de su nueva actitud pendenciera. En verdad Fuerza Popular necesita refrescarse, y hay una cola de aspirantes a esa presidencia del Congreso. Mejor le hubiera ido en su faceta moderada, que es la que han asumido mototaxistas que ayer eran estridentes. CÉSAR VILLANUEVA. Ganó la polémica con el MEF sobre impuestos a los bajos ingresos, pero su imagen ha quedado un poco borrosa. El perfil regional-popular de Vizcarra, tan parecido al suyo, le impone una suerte de marcación. Pero tiene golpes de mano propios, que definen un estilo, y constituyen un riesgo. MARTÍN VIZCARRA. Una presidencia cuidadosa, que funciona como un aprendizaje, con declaraciones muy bien sopesadas para evitar la moledora de carne política. Pero el aparato del Estado no se está moviendo como el público quisiera, y la popularidad está decreciendo. Tiene logros políticos reales, pero necesita un éxito publicitario fuerte.