¿Qué puede ofrecer a cambio de la cabeza de su hermano? Pues exactamente lo mismo que su hermano: la mesa directiva. ¿Le conviene? Hay pros y contras. ,Kenji Fujimori está en su peor momento. La Comisión Permanente del Congreso lo acusa de infracción a la Constitución y del delito de cohecho y tráfico de influencias. No está solo. Lo acompañan en la desdicha los congresistas Bienvenido Ramírez y Guillermo Bocángel. Con 67 votos pueden ser desaforados y sus accesitarios reemplazarlos. Vaya contraste con sus días de triunfo. Su agenda de punto único, sacar a su padre de la cárcel, la logró en alianza con el expresidente Kuczynski. No le importaron las previas reprimendas de su hermana, ni las dos expulsiones de su bancada. Para cuando negoció el indulto –que ambas partes aún insisten en hacer creer que no se negoció en secreto– ya tenía en marcha su propia bancada. Después renunciaría a Fuerza Popular, le cantaría vía Twitter “la llorona” a su hermana, y se compraría su kit electoral para hacer su tienda aparte. Ese mismo día se le cayó el mundo encima. Aparecía en un video ofreciendo gollerías al congresista Mamani para conseguir votos que acabarían con la amenaza de una segunda vacancia. Jaque mate. Renunció su padrino y a él lo mandaron a esta investigación que acaba de culminar. Al principio Kenji apareció amenazante pero luego reculó. Se esperaba una revelación de corrupción importante en el entorno de su hermana, pero ante el fiscal enmudeció. Su nueva estrategia ha decidido guardar esa carta para más adelante, porque, la verdad, no le quedan muchas. ¿Qué tiene Kenji aún en la mano? Primero, que los keikovideos pueden servir para que renuncie un presidente, pero no para un proceso penal. Las pericias iniciales determinan que están completamente editados. Sin esa prueba, no hay delito y menos para el hermano menor que es al que menos se escucha en estos patéticos diálogos. Segundo, su padre sigue libre. La CIDH puede decidir lo contrario, pero por ahora ya no tiene nada que pedir a nadie salvo el conservar las cosas como están. Para Keiko es muy distinto no tramitar un indulto –que de humanitario no tiene nada– a mandar de regreso a tu padre a prisión. Aunque ese fuera su deseo, se ve feo. En tercer lugar, Kenji tiene 12 votos parlamentarios. No sirven para poner a nadie contra la pared, pero, unidos a la oposición, pueden arrebatarle el control del Congreso a su hermana. De ahí la urgencia, en ambas facciones enfrentadas, de mover las fichas pronto. Keiko tiene 59 votos a los que deben restarse 17 parlamentarios que integran la Comisión Permanente y ya no pueden votar la resolución final en el Pleno. Cuarenta y dos está muy lejos de 67 y aun cuando la “interpretación auténtica” de Fuerza Popular le sume cinco votos más (los que no asistieron a la Comisión Permanente quieren votar, inconstitucionalmente, en el Pleno) faltarían 20 voluntarios de otras bancadas para llegar a la expulsión. Keiko tendría que ser más pródiga de lo que esperaba el famoso congresista Mamani. ¿Qué puede ofrecer a cambio de la cabeza de su hermano? Pues exactamente lo mismo que su hermano: la mesa directiva. ¿Le conviene? Hay pros y contras. A favor, empezar a sacarse varias etiquetas que le impiden ser la misma candidata con ventaja del 2011 y del 2016. A saber, la de malmanejar el país teniendo de títeres a Vizcarra y a Villanueva; la de imponer una agenda “vertical y conservadora” (como dice su hermano) o, lo que es más importante, sacarse la mancha de bancada de lobistas luego de ver el papelonazo que han hecho con “sus” cooperativas a las que protegen a como dé lugar de la Supervisión de la SBS y los posibles hallazgos de la UIF. Tampoco estaría de más lavarse un poco del estigma de “mala hija”. ¿En contra? Entregar, tal vez, la única oportunidad real de ser gobierno y obtener algunas ventajas. En todo caso, con mesa o sin ella, sus ahora 59 votos siguen pesando. Para Kenji las cosas son más complicadas. Si sale del Congreso su única fuente de poder es su padre. Un padre que puede estar de vuelta en prisión, trayendo abajo todos sus planes de reivindicación. Pero un hermano, así, no lo quisiera Keiko en el llano el 2021. Me lo imagino de una eficacia letal en las elecciones. Ahí sí, sacando lo que se guardó ante el fiscal. A estas alturas Keiko debería saber que Kenji puede no ganar esta partida, pero que en el intento de aniquilarlo pueden acabar políticamente muertos, los dos.