El expresidente insiste en que no recibió dinero de Odebrecht. Pero es muy difícil creerle. Si todos recibieron ¿por qué no él? ¿Pueden ponerse de acuerdo tres funcionarios de Odebrecht para acusarlo en falso? Yo lo dudo. Lo que me extraña es que, si no es delito, ¿por qué no lo acepta? Es mucho más fácil defender una conducta – aunque esta sea inmoral– desde la verdad. ,Entrevisté al entonces candidato Ollanta Humala, por última vez, en enero del 2011, en plena campaña. Desde ahí, nunca más tuve el acceso para hacerlo, hasta hoy. Recuerdo que la primera vez que lo entreviste fue a fines del 2005. Según mi archivó del programa “Prensa Libre” lo hice 18 veces en los cinco años siguientes. Fueron siempre pequeñas batallas ideológicas entre un político socialista y una entrevistadora liberal. Como me dijo hoy, nunca le regalé ninguna. Pero me confirmó algo que ya sabía. Con el plan de gobierno del 2011, que yo había leído de punta a punta, no iba a ir a enfrentarme. Conversamos largo antes de la entrevista, cosa que no suelo hacer nunca con un entrevistado. Pero comprendo que un hombre que ha salido de una cárcel en solitario necesita desesperadamente hablar. Lo encontré tan terco como siempre y mucho más tranquilo de lo que imaginé. Indignado, encabronado, sí. Pero no deprimido. Más bien con una actitud combativa, extraña para alguien a quien le han dado unos buenos porrazos. Me aseguró que nunca hubo un veto en mi contra. Le expliqué que los periodistas no podemos ser amigos de los políticos por la distancia obligada entre prensa y poder, pero que el cierre de una fuente de información tan importante como la Presidencia hace mucho daño. No lo había tomado en cuenta, pero sí, ambos reconocimos que muchos de sus ministros (no todos) fueron muy abiertos a informar, inclusive off the record. De la entrevista que ustedes verán y leerán hoy, hay varios asuntos a rescatar. Lo primero es que el expresidente cuenta que el partido lo mantuvo con un sueldo (primero a él y luego a su esposa) asignado a la Presidencia y que ese fue un ingreso importante para mantener a su familia. Luego, reconoció que tuvo que pedir un préstamo al partido para subsistir durante su mandato, préstamo que pretendía pagar antes que le congelaran sus cuentas. Le pregunté si mezcló su dinero con el del partido, si se apropió de los dineros recaudados de campaña, acusación que resume la formación de un patrimonio ilícitamente obtenido según la Fiscalía. Insistió en que no. Pero estos montos mensuales pueden explicar una “formalización” de un dinero que ingresa al partido y luego va a manos de los Humala. ¿Es delito? No lo creo, dado que hay otros partidos que contribuyen al sostenimiento de su líder, pero en el contexto de una investigación de lavado de activos por recepción de dinero ilícito puede ser determinante. El fiscal puede construir su acusación señalando que el mecanismo de financiamiento del líder es un acto simulado de desvío de fondos para enriquecer a quien resulta favorecido por ese financiamiento. En ese sentido sus declaraciones resultan novedosas. El expresidente insiste en que no recibió dinero de Odebrecht. Pero es muy difícil creerle. Si todos recibieron ¿por qué no él? ¿Pueden ponerse de acuerdo tres funcionarios de Odebrecht para acusarlo en falso? Yo lo dudo. Lo que me extraña es que, si no es delito, ¿por qué no lo acepta? Es mucho más fácil defender una conducta – aunque esta sea inmoral– desde la verdad. ¿Miente Ollanta Humala? Le recordé que en materia de mentiras hay un antecedente que conocí de cerca. Las ya famosas libretas fueron negadas por Nadine Heredia pero que a mí me reconoció eran de ella y yo lo hice publicó de inmediato. Tampoco son prueba de delito, ¿por qué negarlas si, además, eran robadas? El expresidente da una larga explicación. Yo no quedé satisfecha, pero ahí está, para ustedes, su versión de los hechos. Considero que el tipo penal “lavado de activos” no aplica a las donaciones de campaña de Odebrecht porque, de acuerdo a la ley penal peruana, el receptor “debe presumir” el origen ilícito de los fondos. En el 2011, Odebrecht tenía mala fama, pero era una empresa formal que contrataba y operaba libremente en el Perú. Si la acusación todavía no existe es porque el fiscal no puede probar que, aun siendo dineros recibidos, existe la presunción de ilicitud. También he dicho que la prisión preventiva es un abuso en este caso y que la incautación de un único hogar de familia es un abuso aun peor. Humala me lo agradeció en público y en privado. Pero ambos sabemos que jamás se trató de él o su esposa. Se trata de defender principios de un Estado de derecho que nos concierne a todos. Si en un debido proceso se le condena, no tendrá más que cumplir lo que diga la justicia y así debe ser. Finalmente, Ollanta Humala habló un poco de expresidente García. Hay que jalarle la lengua, pero queda claro que él cree –como yo, entre muchos– que sus últimas desgracias tienen una mano atrás que digita una operación que él califica de “terrorismo judicial”. Por primera vez reconoció que fue un grave error político no haberle respondido a García en su momento. Hay mucho más en esta hora y minutos de grabación. La edición impresa trae un extracto de lo dicho, pero pueden visitar la página web del diario y ver la entrevista completa. Como apreciarán, es difícil cubrir en una hora siete años de espera.