La ruta trazada por César Villanueva en el Congreso les permitirá a los políticos más hábiles encontrar su propio camino, algo que el conflicto Keiko-PPK no permitía.,Si alguien dudaba de que este sería por un tiempo el gobierno de los discrepantes de Pedro Pablo Kuczynski, allí están los 94 votos a favor de la confianza. Pero la categoría de discrepante es amplia, variada y volátil, y ese casi centenar de votos no puede ser llamado una alianza. Mejor quedarse llamándolo una coincidencia. Tres tipos de votantes a favor. Unos los que han participado en un esquema de estabilización-avance. Otros los que han querido terminar de sellar la caída de PPK. Finalmente algunos efectivos partidarios del nuevo gobierno, entre ellos los que vieron la oportunidad de practicarlo sin decirlo. El resquemor más notorio entre los votantes a favor fue que Martín Vizcarra no hubiera deslindado radicalmente su posición respecto de la de PPK. La idea parece haber sido que empezara a pagar la confianza de hoy hundiéndole alguna forma de daga al antecesor. No es el estilo de Vizcarra o de su primer ministro. ¿Hubiéramos visto tantos votos a favor con un discurso del gobierno algo diferente? Probablemente sí. El movimiento hacia Vizcarra, coyuntural como es, parece algo más orgánico de lo que se está suponiendo. En otras palabras, todos esos políticos quieren un camino estable para avanzar con sus proyectos. A juzgar por algunas declaraciones individuales, la mejor relación con el Ejecutivo empieza a modificar la topografía de FP, y hay allí quienes extrañan los asaltos al Ejecutivo, que además venían con mejores cifras de aprobación que las actuales. Son los que se están quedando encerrados en la mototaxi. El deseo de estabilidad también ha tocado a la izquierda, si bien desde la otra orilla. Para ella ha sido una oportunidad de recuperar el perfil opositor clásico, al no haber votado ni con el gobierno ni con los ex opositores radicales de FP. Viraje importante, pues partes de la izquierda fueron claves en lo de tumbar a PPK. La ruta trazada por César Villanueva en el Congreso les permitirá a los políticos más hábiles encontrar su propio camino, algo que el conflicto Keiko-PPK no permitía. El rumbo es claro. Lo que es más difícil de captar son los plazos para que empiece a tambalear la tregua de facto que el fujimorismo le ha dado al país.