Pero esto no debe hacernos olvidar que la razón principal por la que los Humala-Heredia estuvieron esos 9 meses en prisión no ha sido otra que la venganza de alguien a quien los Humala le declararon la guerra durante su gobierno.,Esta semana el Tribunal Constitucional dictaminó a favor de la excarcelación de Ollanta Humala y Nadine Heredia. Es vox populi que la revancha por los narcoindultos los hizo padecer la arbitraria detención de 9 meses sin siquiera haber una acusación fiscal. ¿Pero por qué no ha habido acusación fiscal? Por lo pronto la declaración el último miércoles en Brasil del VP de Odebrecht, Luiz Mameri a los fiscales peruanos, complica más la situación procesal de la pareja. Mameri confirma que autorizó a Barata a pagarle US$3 millones a la campaña presidencial de Humala en el 2011. Así, los Humala tienen un largo camino judicial que transitar para responder a estas acusaciones. Pero esto no debe hacernos olvidar que la razón principal por la que los Humala-Heredia estuvieron esos 9 meses en prisión no ha sido otra que la venganza de alguien a quien los Humala le declararon la guerra durante su gobierno y que es alguien a quien desde hace décadas se le atribuye un manipuleo ilícito y oscuro de los poderes de Justicia. Irónicamente se trata del expresidente con más cuestionamientos delincuenciales pero que nunca ha llegado a ser tocado por la Justicia ciega. Un expresidente que cuando estuvo a punto de ser confrontado con la Justicia, huyó del país hasta que gracias a Montesinos sus delitos “prescribieron”. Un expresidente que gracias a la polarización y el terror que se difundió orquestadamente como propaganda durante la campaña presidencial del 2006, logró lo que jamás hubiera logrado por su solo nombre tan embarrado con el desastroso gobierno que hizo en los 80: irresponsable caso de estudio por la hiperinflación y la ruina en la que dejó el país; y un gobierno lleno de denuncias de delitos, hasta de asesinato, y corrupción de marca mayor. Pero el terror ridículo, al que muchos medios se prestaron, pintando a Humala como un monstruo hizo que el verdadero monstruo terminara gobernando el país nuevamente. Un monstruo bien conectado, de retórica florida y populista y con harta experiencia en mañosería de la cosa pública. Y como no podía ser de otra forma “la plata llegó sola” y grandes faenones, nuevos indicios y denuncias de corrupción lo rodeaban a él y a sus más allegados políticos. Sin embargo, fue el descaro de los indultos a narcotraficantes lo que hundió a AG en el más absoluto desprecio de los peruanos que, lo condenaron por todas las condenas de las que se ha librado, a tener un mísero 5% de aprobación en una campaña presidencial en el 2011 en la que hasta se le vio despotricando contra su gente cuando llegaba a mítines a los que no acudían ni tres gatos. Un 5% que según la ley de partidos hubiera hecho que el APRA perdiera incluso su inscripción gracias a AG; pero como siempre, mañosamente se las arreglaron para que el JNE cambie las reglas para el Apra y no pierda la inscripción. Pero a ese 5% contribuyeron desde la palestra política los Humala-Heredia que, si algo los peruanos podemos agradecerles, es haber enfrentado a ese oscuro y corrupto poder. Los Humala-Heredia – quizás sin calcular el costo personal – apoyaron con todo las investigaciones y denuncias de los narcoindultos, el Waterloo de AG y la razón por la que nunca les perdonará la vida; y la razón por la que, en el ruedo político se comenta – los Humala-Heredia fueron arbitrariamente encarcelados sin denuncia alguna y cuando AG y Keiko, acusados exactamente por las mismas personas y por similares montos de campañas-sobornos, no se les tocó ni para impedirles salida del país (hasta ahora). Así que, bien que los Humala sean reparados en ese específico sentido y que continúen siendo procesados, por cierto. Pero esto todo ha tenido un costo que recién se encarna en ley. El fallo del TC que repara la arbitrariedad contra los Humala ahora es el perfecto escudo jurisprudencial de AG y Keiko. Como explica Hildebrandt, tras este fallo las prisiones preventivas tendrán que tener una “motivación perfecta”, los audios o grabaciones que se presenten como indicios deben ser “reconocidos” por el Poder Judicial (o sea, audios y videos de caso Odebrecht y en un Sistema de Justicia manejado). También dice que la gravedad de la pena ni el hecho que se le atribuya al acusado relación con organización criminal (Keiko sonríe) tampoco valen para sustentar la prisión preventiva y ni siquiera las mentiras dichas por el/la acusado/a. Al final, los 9 meses de prisión sin condena de los Humala, no es porque no haya indicios suficientes, sino porque con esa arbitrariedad se configuraba el escenario perfecto para blindar jurídicamente a AG y Keiko de una futura prisión preventiva. Tremendo ajedrez. Pero no canten victoria. Esto aun no acaba.