La política peruana está de capa caída por la corrupción.,El 55% de aprobación con que, según Pulso Perú, arranca Martín Vizcarra no constituye una base lo suficientemente sólida para una presidencia sin bases propias de apoyo y que, no obstante el respaldo actual de Fuerza Popular, este es débil pues está condicionado a una agenda que en algún momento le puede ser incómoda, por lo que requiere, si no quiere acabar de rehén, buena sintonía con la opinión pública. Su aprobación inicial parece atada al 54% que espera que su gobierno sea mejor que el de Pedro Pablo Kuczynski, con un 70% que desea que el suyo sea un gobierno “diferente”. Más de la mitad es, sin duda, un indicador alto para un presidente, pero no cuando recién empieza, pues como es de suponer, en estos asuntos la tendencia suele ser a la baja. También es cierto que en el resbaloso terreno del humor ciudadano todo es relativo, y en esto el presidente Vizcarra sale relativamente bien parado pues su hoy principal respaldo —pero en el futuro quién sabe— Keiko Fujimori ha caído, según la misma encuesta, a su peor nivel de popularidad desde que lidera Fuerza Popular: 21%. Esto significa trece puntos menos que en noviembre pasado, antes de que Keiko Fujimori iniciara el ataque final a la presidencia de PPK, aunque peor le fue a su hoy archirrival hermano Kenji, a quien ahora solo lo aprueba el 16%, menos de la mitad que hace apenas un mes. Y al que, por supuesto, le va por las patas de los caballos es al congreso de la república, desaprobado en Pulso Perú por un curioso 69%, menor al 91% que ante la misma pregunta registró CPI hace una semana. El telón de fondo es el profundo desprestigio de la política peruana por su corrupción y mediocridad, lo cual erosiona la confianza en la democracia pasando una factura que es cara y dolorosa, siendo una de sus mayores expresiones una confianza ciudadana a los partidos de solo 7,5%. Pero hay otra peor. Según el último Barómetro de las Américas, el Perú está con 53% entre las ocho naciones que menos defienden la democracia en la región, y encabeza con 38% la tabla de países que apoya un golpe presidencial, entendido como la justificación de que, en momentos difíciles, el presidente del país cierre el congreso y gobierne sin el congreso, lo cual significa un alza de diez puntos frente al año 2014 y un cambio fuerte frente a la relativa estabilidad registrada desde 2010. Es, se reitera, la triste factura por tanta mediocridad y corrupción. La política peruana anda volando bajo y el aterrizaje puede ser feo.