ESPECIAL. La CIA respaldó la Operación Cóndor. Documentos revelan que la agencia USA contribuyó con entrenamiento y equipos a la lucha anticomunista de Pinochet y sus socios latinoamericanos. EN LA BANCA. Nuevos documentos de la CIA y otras agencias norteamericanas ratifican que Pinochet concibió y ejecutó la Operación Cóndor para liquidar a los opositores. Antecedentes Principales "golpes" de la Operación Cóndor: Asesinato en Argentina del general chileno Carlos Prats González y su esposa, del ex presidente boliviano Juan José Torres, del hermano del líder del MIR, Edgardo Enríquez Espinoza, de los parlamentarios uruguayos Héctor Gutiérrez Ruiz, Zelmar Michelini y William Whitelaw, entre otros. Asesinato en Washington del ex canciller chileno Orlando Letelier del Solar y su secretaria norteamericana. Fallido atentado en Roma contra el dirigente de la democracia cristiana chilena, Bernardo Leighton y su esposa. Se estima que son 30 mil las víctimas de la Operación Cóndor que se inició en 1975 y culminó alrededor de 1981. A instancias del general Augusto Pinochet Ugarte, las dictaduras militares latinoamericanas constituyeron la llamada Operación Cóndor, un acuerdo para ubicar y matar a los opositores que se refugiaban en otros países. Lo que no se sabía es que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) cooperó entrenando a los agentes, suministrando equipos y haciéndose de la vista gorda. El periodista John Dinges ha encontrado documentos que incluso demuestran que la CIA sabía que había un plan para matar al congresista Edward Koch, y no hizo nada. Escribe: ÁNGEL PÁEZ La República.- El jefe de la estación de la Agencia Central de Inteligencia (CIA),Frederick Latrash, asignado a la Embajada de los Estados Unidos en Montevideo, tuvo un extraño encuentro con el coronel José Fons y el mayor José Nino Gavazzo a mediados de 1976. Los militares se quejaron del congresista norteamericano Edward Koch, porque había propuesto al Congreso que cancelara la ayuda económica a los países latinoamericanos que violaban los derechos humanos, como Uruguay. "Quizás deberíamos enviar a alguien a Norteamérica para que se haga cargo de ese congresista Koch", comentaron los oficiales. Fons y Gavazzo le comentaron a Latrash que la Dirección de Inteligencia Nacional de Chile (DINA), el aparato de represión del general Augusto Pinochet Ugarte, podía enviar a sus agentes a Washington para "hacer algo" con Koch. Pero Latrash no le dio mucha importancia a lo dicho por Fons y Gavazzo y se limitó a decir a sus superiores de la CIA que solo se trataba de un diálogo de "borrachos" y se olvidó del asunto. Era julio de 1976. Dos meses después, el 21 de setiembre, un comando terrorista, en pleno centro de Washington, voló con una bomba el automóvil de Orlando Letelier del Solar, ex embajador del gobierno de Salvador Allende refugiado en territorio norteamericano. El atentado lo cometieron agentes de la Operación Cóndor. Todo indicaba que el siguiente blanco sería el congresista Edward Koch. Los uruguayos Gavazzo y Fons no estaban fanfarroneando como creía Latrash. La multinacional del terror creada por Pinochet estaba funcionando perfectamente. Pero los documentos desclasificados obtenidos por el periodista John Dinges, y publicados en su libro The Condor Years: How Pinochet and His Allies Brought Terrorism to Three Continents (Los Años del Cóndor: Cómo Pinochet y sus aliados llevaron el terrorismo a tres continentes), no solo revela que la CIA estaba enterada de la implicancia de los dictadores latinoamericanos en los crímenes de la Operación Cóndor. También demuestra que la CIA y otras organizaciones como el Buró Federal de Investigación (FBI) y la Agencia de Inteligencia para la Defensa (DIA) conocían perfectamente las actividades ilegales. Y en el caso de la CIA, las apoyó. MULTINACIONAL DEL TERROR La Operación Cóndor era una suerte de central de las unidades de inteligencia de las dictaduras militares de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay. Y que consistía en establecer una red de comunicación y cooperación para acabar con los opositores. Justamente el coronel José Pons, en representación de Uruguay, intervino en el cónclave de Santiago de Chile, en noviembre de 1975, cuando se forjó la Operación Cóndor bajo la coordinación del jefe de la DINA, Manuel Contreras Sepúlveda, quien despachaba directamente con Pinochet. Era una estrecha relación entre las dictaduras militares que hicieron del terrorismo de Estado su mejor arma de represión política. Y la Casa Blanca siempre lo supo. Pero como las víctimas eran izquierdistas, y Washington combatía el comunismo, no intervenía alegando que se trataba de asuntos internos de los países latinoamericanos. John Dinges señala en su libro que la inteligencia norteamericana ocultó evidencias de preparativos de asesinatos de los agentes de la Operación Cóndor, como la conspiración para acabar con el congresista Koch. El periodista acopió más de 30 documentos de la CIA, el Pentágono y el Departamento de Estado que se refieren a la Operación Cóndor como una asociación de los equipos de inteligencia de los dictadores militares para eliminar a los enemigos de las satrapías, cualquiera sea el lugar donde se encontraran. NADIE LOS DETUVO "La comunidad de inteligencia estadounidense obtuvo información precisa y oportuna sobre las acciones terroristas de la Operación Cóndor, que los agentes consiguieron de sus contactos con miembros de las fuerzas armadas latinoamericanas", relata John Dinges: "Pero prefirieron no actuar (para detener las acciones) porque mantenían excelentes relaciones con las agencias de inteligencia latinoamericanas y porque Estados Unidos y los países que formaban parte del Plan Cóndor coincidían con el objetivo de derrotar totalmente al comunismo". Es decir, a la Casa Blanca le convenía la existencia de la organización criminal, por eso les proporcionó adiestramiento, equipos de comunicaciones y dinero a granel. LA BENDICIÓN DE EEUU La CIA, que tuvo un papel trascendental en la conjura pinochetista para derrocar a Salvador Allende, también ayudó a la junta militar a construir la DINA proveyendo capacitación "para combatir la subversión y el terrorismo". La relación era más fluida de lo que se cree. "El arquitecto de la Operación Cóndor, el coronel Manuel Contreras, se reunió cuatro veces en la sede principal de la CIA con el número dos de la agencia, Vernon Walters", relata John Dinges: "La CIA le pagaba a Contreras en el mismo tiempo en que este organizaba la Operación Cóndor". Para que no queden dudas de la adhesión de la Casa Blanca a las operaciones ilegales de la dictadura chilena, Dinges cita la versión de la entrevista que sostuvieron en Santiago de Chile, en junio de 1976, el entonces secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, y Pinochet, donde el primero le dijo: "Mi evaluación es que usted es la víctima de los grupos de izquierda alrededor de todo el mundo, y que su mayor pecado fue que usted derribó un gobierno que se estaba haciendo comunista". Más que una adhesión, era la bendición de Washington. El notorio aliento de la comunidad de inteligencia estadounidense, que consideraba a Pinochet como "un general inteligente, ambicioso, profesionalmente competente", además de "muy honesto, un dedicado trabajador, un esposo y padre devoto y tolerante que vive modestamente, a quien le gusta el whisky y el pisco sour, los cigarros y las fiestas", explica por qué durante tanto tiempo el general se mantuvo impune. Pero ahora sí parece que le llegó su hora. La colaboración peruana Los documentos desclasificados revelan que la contribución del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) del Perú fue importante en la formación y desarrollo de la Operación Cóndor, sobre todo después de la caída del régimen del general Juan Velasco Alvarado. Si bien debido al recelo de los chilenos respecto a los militares peruanos que en la segunda mitad de los años setenta planearon la recuperación de Arica y Tarapacá la relación no fue muy fluida, sí tuvo resultados con los otros asociados como Argentina. El 15 de abril de 1977, un comando argentino capturó al refugiado Carlos Alberto Maguid, previamente identificado y ubicado por el Servicio de Inteligencia del Ejército peruano (SIE). Fue repatriado y desaparecido. En junio de 1980, agentes del Batallón de Inteligencia 601 del Ejército Argentino, en una acción coordinada con el jefe del SIE, coronel EP Martín Martínez Garay, secuestraron en Lima a los refugiados argentinos Noemí Gianotti de Molfino, Julia Santos de Aceval, Julio César Ramírez y Federico Frías Alberca. Todos fueron desaparecidos, excepto Gianotti, cuyo cadáver apareció en Madrid en julio. Agentes del Centro Superior de Investigaciones para la Defensa de España (CESID) cooperaron con sus pares argentinos y peruanos que, en cumplimiento de la Operación Cóndor, acabaron con la vida de los cuatro opositores. Los peruanos que intervinieron en la operación han sido denunciados por el juez español Baltasar Garzón.