Austria celebra elecciones que podrían darle un triunfo a la extrema derecha
El Partido de la Libertad (FPÖ), liderado por Herbert Kickl, obtiene un 27% en las encuestas y busca superar a los conservadores del ÖVP, que aparece rezagado con un 25%. La incertidumbre rodea la posible formación de un nuevo Ejecutivo.
Los austriacos votan este domingo en unas elecciones generales que podrían darle a la extrema derecha una victoria histórica, tras cinco años de una alianza inédita de conservadores y ecologistas en el poder.
El Partido de la Libertad (FPÖ) integró el gobierno previamente pero nunca ha encabezado una votación nacional. Aún así, no está claro que pueda formar un Ejecutivo aunque llegue a ser el partido más votado.
Desde 2021, cuando el mordaz Herbert Kickl asumió el control de esta formación, marcada por la corrupción, su popularidad ha crecido gracias al enfado de los votantes por temas como la inmigración, la inflación y las restricciones por el covid-19, como ocurrió con otros partidos de extrema derecha en Europa.
Kickl, de 55 años, hizo campaña con consignas como "Atrévete a probar algo nuevo", y en las encuestas, la agrupación tiene un 27% en intención de voto.
En cambio, la actual formación gobernante, el partido conservador ÖVP (Partido Popular de Austria), aparece rezagada en las encuestas, aunque su líder, el canciller Karl Nehammer, de 51 años, ha reducido la brecha en las últimas semanas.
Con la promesa de "estabilidad en lugar de caos", el ÖVP tiene un 25% de apoyo en los sondeos.
- "Elección decisiva" -
Los centros de votación cierran a las 17H00 GMT, y poco después de esa hora se esperan las primeras proyecciones basadas en los votos por correo y las urnas que cierran más temprano.
Están habilitadas para votar más de 6,3 millones de personas, de los 9 millones de habitantes que tiene el país.
"Es una elección decisiva", declaró a AFP Rachel Schwarzboeck, una jubilada de 74 años con raíces judías y polacas. Aseguró que no votará por el FPÖ, un partido formado por exnazis.
"Despierta miedos, el FPÖ siempre se agita y nunca tiene nada constructivo que aportar", aseguró Theres Friesacher, una investigadora de 29 años entrevistada por AFP a la salida de un colegio electoral en Viena, recordando el caos y las "historias de corrupción" cada vez que estuvieron en el gobierno.
El FPÖ integró el Ejecutivo por primera vez en 2000, lo que desató protestas en el país y sanciones de la Unión Europea.
Pero desde entonces, los partidos de extrema derecha han ido ganando popularidad en Europa.
"Esta vez será diferente (...) esta vez vamos a ganar la elección", declaró Kickl el viernes ante sus simpatizantes frente a la principal catedral de Viena.
En su discurso, fustigó las sanciones de la UE contra Rusia, atacó al gobierno saliente y asumió el concepto de la "remigración", que pide la expulsión de personas de origen étnico no europeo que no se habrían integrado plenamente.
Entre la multitud de los partidarios de Kickl, Walter Gerhard Piranty, de 54 años y propietario de un bar, aprecia el lado "ascético" de "este deportista, que no toma drogas ni bebe alcohol", mientras que otros alababan su sensibilidad ante sus problemas cotidianos.
- Posibles alianzas -
La popularidad de los conservadores ha caído fuertemente desde 2019, cuando tenían un apoyo del 37% de la población.
Sus socios de coalición, los Verdes, ahora tienen un 8% de apoyo en las encuestas, casi la mitad de los votos recibidos en 2019.
No obstante, analistas anticipan que incluso si el FPÖ gana, no tendrá suficientes escaños y no encontrará socios para formar gobierno.
El conservador Nehammer ha reiterado su negativa a trabajar con Kickl, quien se autodenomina el futuro "Volkskanzler", el canciller del pueblo, un término utilizado con Adolf Hitler en los años 1930.
Al depositar su voto el domingo, Nehammer volvió a pedir "una política de estabilidad" y que se bloqueen las "voces radicales". "Hay mucho en juego", insistió, refiriéndose a unas elecciones decisivas para el futuro de Europa y la guerra en Ucrania.
Para impedir un gobierno de Kickl podría ser necesaria una coalición sin precedentes de tres partidos, con el ÖVP a la cabeza junto a los socialdemócratas y un tercer partido, que podría ser el liberal NEOS.
Pero si el ÖVP obtiene la mayoría de escaños o termina en una situación similar a la del FPÖ, los analistas anticipan una posible coalición en el que la agrupación ultraderechista sea el socio menor.