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Buscadores de tesoros son condenados a 10 años de prisión por no declarar hallazgo de valiosas piezas del siglo IX [VIDEO]

Las autoridades señalaron que el hallazgo del gran caudal esta valorizado en 16 millones de dólares. Entre los objetos hallados destacan joyas de oro y plata.

Dos buscadores de metales fueron condenados a 10 años de cárcel por el Tribunal de Worcester, Reino Unido, por no haber declarado el hallazgo de un tesoro vikingo que data de más de mil años de antigüedad y que posee de un importante valor.

George Powell, de 38 años, y Layton Davies, de 51 años, fueron declarados culpables de robo al no reportar las piezas desenterradas que se encontraban ocultas en un terreno agrícola privado en el condado de Herefordshire en junio del 2015.

El Juzgado consideró que ambos personajes engañaron no solo al propietario del terreno, sino también al pueblo británico al que privaron “de un tesoro que pertenece a la nación”.

Entre los objetos hallados destacan joyas de oro y plata como un anillo del siglo IX, un brazalete, un lingote, un dije de cristal del siglo V y unas 300 monedas, de las cuales, solo se han recuperado 31. Las antiguas monedas aparecen en fotografías guardadas en el teléfono de Davies, pero los investigadores nunca las encontraron.

Ambos personajes se encargaban de recorrer buena parte del país con un detector de metales, buscando ‘secretos’ bajo el suelo que pudieran reportarles grandes beneficios económicos.

Tras el hallazgo de tan importantes piezas históricas, Powell y Davies decidieron acudir a diferentes anticuarios para vender el caudal encontrado, sin embargo, no pudieron deshacerse de ninguno debido que uno de ellos les explicó que no era legal lo que hacían.

Las autoridades señalaron que el millonario hallazgo esta valorizado en 3 a 12 millones de libras esterlinas (16 millones de dólares).

Cinco de las 31 monedas recuperadas son piezas excepcionales porque aparecen juntos dos reyes del siglo IX, Alfredo el Grande de Wessex y Ceolwulf II de Mercia. Los objetos recuperados se conservan actualmente en el Museo Británico de Londres. El resto, según la Fiscalía, está probablemente oculto en uno o varios lugares.

George y Layton fueron sentenciados, junto con otros dos hombres, declarados culpables de conspirar para ocultar el hallazgo.