“Mi corazón de madre solo pide justicia”: Tres meses sin Michelle, víctima de feminicidio
El pasado junio, Yudexi Machado viajó de Venezuela a Perú, junto a su esposo, para identificar, cremar y repatriar el cuerpo de su hija. La única respuesta que han recibido desde entonces es absoluto silencio.
Luis Paucar
Una llamada y cinco palabras cambiaron la vida de Yudexi Machado ese 27 de junio por la noche, cuando desde Lima (Perú) le avisaron que el fruto de su vientre, Michelle, había sido asesinada.
Una llamada y cinco palabras —"A tu hija la mataron"— produjeron el cataclismo de su vida: hubo que emprender un viaje de ocho días desde El limón de Maracay, en el estado de Aragua (Venezuela), hacia la capital peruana.
Aquí, sus amigos la habían reconocido por un tatuaje en la espalda alta que era el nombre de ella, en cursiva y letras góticas.
El cuerpo de su hija —de 22 años— permaneció congelado en la Morgue Central de Lima durante 20 días, hasta que Yudexi y su esposo —Hever— llegaron para identificarlo.
Antes debieron presentarse a las autoridades fronterizas con un recorte de periódico que decía: “Asesinaron a una venezolana en Perú".
La República contactó con ellos días después de que cremaran el cuerpo de Michelle para el especial “Migrantes asesinadas”.
Foto: La República.
Una funeraria y la Organización Internacional para las Migraciones de las Naciones Unidas (OIM) se habían solidarizado con el caso.
Yudexi y Hever recibieron a este diario en un hostal de Jesús María, donde permanecían abrazados a las cenizas de su niña.
Días después, pasarían en calidad de refugiados al albergue Juan Bautista Scalabrini, donde el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) les brindó atención psicológica y legal.
Permanecieron allí hasta el viernes 9 de agosto, cuando retornaron a Venezuela.
Aunque el general Augusto Sánchez Bermúdez, comisionado policial para la Lucha contra la Violencia hacia la Mujer, aseguró a La República que ya se había identificado al feminicida de Michelle, tres meses después, la única respuesta que tiene Yudexi es el silencio.
Un silencio que la consume.
Un silencio que lacera.
El último viernes de septiembre, muy temprano por la mañana, Yudexi puso flores del jardín sobre el cofre donde están las cenizas de su hija.
Foto: La República.
Nadie le volvió a dar el pésame. Nadie le escribió con buenas noticias.
El Facebook de Michelle fue hackeado. Eliminaron las fotos que ella solía ver cuando la invadían los recuerdos.
“Siento un dolor profundo de ver cómo se fue por un futuro mejor para su hermanito y para mí a un país lejano... el Perú la recibió por 10 meses después de un largo viaje trabajando duro día a día, hasta que un ser frío y despiadado decidió quitarle la vida”, comenta a La República desde Venezuela.
“Lo más triste es la poca colaboración que han brindado las personas que realmente compartieron los últimos días con mi hija, todo es un hermetismo, en Villa El Salvador —donde hallaron el cuerpo de Michelle— nadie vio ni escuchó nada”.
“Pero todos los días le ruego a Dios que ilumine a los investigadores del caso, que ponga en sus manos la pista, que logre dar con el culpable”.
Hay madrugadas en Yudexi se levanta sobresaltada por las pesadillas. Dice que solo podrá estar tranquila cuando sepa quién le arrebató la vida a su hija.
“Desde el corazón de una madre, solo pido justicia; por favor, justicia”. Ocho letras que tanto cuestan.