Estados Unidos. El senador socialista independiente cuya campaña en las primarias de 2016 movilizó a votantes progresistas del Partido Demócrata anunció que retorna a la carrera electoral para derrotar a Trump.,Pablo Guimón EL PAÍS- AFP “Nuestra campaña no es solo sobre derrotar a Donald Trump”, ha advertido el senador por Vermont, de 77 años, en un correo electrónico a sus simpatizantes a primera hora del día. “Nuestra campaña es sobre transformar el país y crear un Gobierno basado en los principios de justicia económica, social, racial y medioambiental”. Su candidatura a las primarias demócratas, ya hiperpobladas a un año de que arranquen oficialmente, se daba por descontada. El reto es si podrá capturar de nuevo esa energía de la izquierda del partido, o si contribuirá a neutralizarla al repartírsela con otros candidatos del mismo sector, como sus otrora aliadas Elizabeth Warren o Tulsi Gabbard. PUEDES VER Michelle Obama es la mujer más admirada de los Estados Unidos “Juntos, vosotros y yo y nuestra campaña de 2016 empezamos la revolución política. Ahora es hora de completar esa revolución e implementar la visión por la que luchamos”, ha dicho Sanders. El candidato tratará de reclamar la paternidad sobre la agenda de la izquierda. Pero esa supuesta “revolución” que ha experimentado el partido cuenta ya con portavoces, como Alexandria Ocasio Cortez, acaso más eficaces entre los votantes jóvenes que lo arroparon cuando hace tres años se enfrentó al establishment. Y la moderna campaña de guerrilla, basada en la viralidad y la autenticidad, que lo dejó a las puertas de la nominación demócrata, es hoy la norma en esa nueva hornada demócrata que estrena mayoría en el Congreso. PUEDES VER Donald Trump calificó como "rata" a su exabogado Michael Cohen Perdió con Clinton Cuando anunció su primera candidatura, en abril de 2015, el gesto fue visto como algo pintoresco. Un senador independiente de 73 años del pequeño Estado de Vermont, que ni siquiera pertenecía al partido, que se definía como “socialista democrático”, que no contaba con respaldo económico evidente. Y, enfrente, Hillary Clinton, tal vez la candidata más preparada y arropada de la historia. Finalmente, Sanders perdió. Pero se quedó cerca. Y demostró a los demócratas que se podía tener éxito con programas alejados del centrismo encarnado por Bill Clinton o Barack Obama. PUEDES VER Mónica Lewinsky reveló detalles de su primer encuentro íntimo con Bill Clinton En noviembre de 2016, Hillary Clinton perdió contra Trump y la derrota sacudió los cimientos del Partido Demócrata. Algunos acusaron a Sanders y su retórica rupturista de cavar una fractura que hizo inevitable la derrota. Pero otros miraron atrás y se preguntaron, ante la victoria de un candidato republicano populista y alejado del centro, qué habría pasado con un rival como Sanders. Tres años no es nada La sanidad universal, los impuestos altos a los ricos, la subida del salario mínimo o la lucha contra el cambio climático, son políticas progresistas que ahora se han extendido en el Partido Demócrata. “Hace tres años, durante nuestra campaña de 2016, cuando presentamos nuestra agenda progresista, nos dijeron que nuestras ideas eran radicales y extremas”, recuerda Sanders. “Pues han pasado tres años. Y, como resultado de millones de estadounidenses alzándose y luchando, todas esas políticas y más son apoyadas ahora por una mayoría de estadounidenses”. PUEDES VER Donald Trump asegura que inmigrantes “votarán ilegalmente” Irónicamente, su éxito podría ser precisamente lo que le cierre las puertas, por segunda vez consecutiva, a la candidatura demócrata. Su aventura de 2016 le coloca en una situación privilegiada respecto a sus contrincantes de 2020, pero también le despoja del aura anti-establishment que tan bien funciona entre cierto electorado. Para bien o para mal, Sanders ya no es el impoluto outsider contra la sospechosa favorita: es un político reconocido dentro y fuera del país, le avalan 13 millones de votos y construyó una maquinaria financiera que le permitió recaudar más de 230 millones de dólares en pequeñas donaciones. Pero, tres años después, la izquierda ya no es patrimonio de Sanders.
