El inmigrante mexicano que fue deportado de Estados Unidos en 1987 y que ahora vive del arte desde 2020
La historia de Baldemar Veliz Cerda, un mexicano deportado en 1987, ejemplifica la resiliencia. A través del arte, logró transformar su vida y encontrar un nuevo propósito.
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La historia de Baldemar Veliz Cerda, un mexicano de 78 años, ha tocado los corazones de muchos tras ser deportado de Estados Unidos en 1987. Su vida en las calles de México cambió gracias a su talento artístico, que le permitió salir adelante y encontrar un nuevo propósito.
La situación migratoria en Estados Unidos ha llevado a muchas personas a ser deportadas, generando relatos de superación y resiliencia. Baldemar, quien vivió en Texas durante 20 años, se vio obligado a regresar a su país natal tras enfrentar problemas con las autoridades. Sin embargo, su historia no termina ahí.
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Con el apoyo de una diseñadora gráfica, Baldemar ha logrado mostrar su arte al mundo, transformando su vida y la de quienes lo rodean. Su relato es un ejemplo de cómo el arte puede ser un medio de redención y esperanza.

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El inmigrante mexicano que ahora vive del arte desde 2020
Después de ser deportado, Baldemar vivió en las calles del centro de Ciudad de México, donde tuvo que luchar por su supervivencia. A pesar de las adversidades, encontró en el dibujo una forma de expresión y sustento. Comenzó a crear obras de arte que representaban animales, utilizando su imaginación y creatividad.
La vida de Baldemar dio un giro inesperado en 2020, cuando conoció a Tania Gómez, una diseñadora gráfica que se interesó por su talento. Tania decidió ayudarlo a compartir su arte a través de las redes sociales, creando una cuenta de Instagram que le permitió vender sus obras y mejorar su situación económica.
El poder de las redes sociales
Las redes sociales jugaron un papel crucial en la transformación de la vida de Baldemar. Gracias a la visibilidad que obtuvo, pudo dejar las calles y mudarse a un apartamento sencillo pero acogedor. “Todos los días me la paso dibujando”, comentó Baldemar, quien ahora utiliza su arte para cubrir sus gastos y vivir dignamente.
Desde entonces, ha realizado 11 exposiciones y ha logrado que su arte llegue a países como España y Japón. Tania describe su estilo como “naif” o “arte bruto”, destacando que su creatividad es completamente empírica y libre, sin la influencia de una educación formal en el arte.
Reencuentro familiar y nuevas esperanzas
La exposición mediática que ha ganado Baldemar también le ha permitido reconectar con su familia. Su hermana mayor, quien lo reconoció en televisión, expresó su alegría al saber que su hermano estaba vivo. A pesar de la distancia y los años sin verse, ambos mantienen la esperanza de reunirse nuevamente.
Sin embargo, Baldemar enfrenta obstáculos para obtener la visa que le permita viajar a EE. UU. y reunirse con su hermana. A pesar de las dificultades, su historia es un testimonio de resiliencia y la fuerza del arte como medio de conexión y superación.
Reflexiones sobre la migración y el arte
La historia de Baldemar Veliz Cerda resalta la complejidad de la migración y las experiencias de quienes se ven forzados a dejar su hogar. A medida que las políticas migratorias cambian, muchas personas enfrentan situaciones similares, buscando nuevas oportunidades y un lugar donde pertenecer.
El arte, en este contexto, se presenta como una herramienta poderosa para la expresión personal y la reconstrucción de vidas. La historia de Baldemar es un recordatorio de que, a pesar de las adversidades, siempre hay espacio para la esperanza y la creatividad.