Desastre animal
Nueve semanas después de la tragedia en Ventanilla, Serfor ha confirmado la muerte de al menos 600 animales a causa del derrame. La criatura más golpeada ha sido la nutria marina, una especie que se encuentra en peligro de extinción.
El animal estaba recostado sobre una piedra, como si se hubiera tendido a echar una siesta bajo el sol, solo que con la cabeza en una posición extraña, el hocico hacia arriba, los ojos cerrados, como una mascota que estuviera pidiéndole a su amo un poco de engreimiento.
Los activistas Gonzalo Carrión, Lizeth Juárez y José Jaramillo lo encontraron la tarde del sábado 19 de marzo, mientras recorrían las peñas de la playa conocida como Malecón de los Militares, en Santa Rosa, en busca de animales afectados por el derrame de Ventanilla.
Gonzalo fue el primero en verlo y el que avisó a los demás. –¡Pucha, Gonzalo, no puede ser posible! –Sí, José, está muerta.
Era una nutria marina. Un ejemplar al que desde que ocurrió el derrame habían venido monitoreando cada vez que venían por la zona. Sabían que estaba allí y que mientras otros animales enfermaban y morían, ella seguía viva. Pero desde la última vez que la vieron, algo ocurrió en su organismo que la mató.
Los activistas, miembros de la organización Unidos Por los Animales (UPA), retiraron con suma delicadeza el cuerpo del animal. Llamaron a los funcionarios del Serfor y cuando estos llegaron, les hicieron entrega del cadáver.
Los de Serfor se lo llevaron para realizar sus protocolos de rigor y luego entregarlo, a su vez, a veterinarios de las universidades San Marcos y Cayetano Heredia, quienes vienen analizando los cuerpos de los animales fallecidos en el contexto del derrame para determinar exactamente qué fue lo que les sucedió.
José tiene una teoría: es probable que las obras de limpieza removieran el petróleo en el agua y que eso terminara por contaminar los organismos de este y otros animalitos que todavía no habían sido contaminados.
Aunque también es probable que la nutria ya estuviera enferma desde hacía semanas. Y que la enfermedad avanzara lentamente, hasta llegar a un punto en el que su organismo simplemente no pudo resistir más.
Alta mortalidad
Hoy se cumplen setenta y un días desde que la empresa Repsol derramó más de once mil barriles de petróleo en el mar de Ventanilla.
Desde entonces, según los funcionarios del Serfor, no hay día en el que no aparezcan en las costas entre Ventanilla y Chancay especímenes con rastros visibles de hidrocarburos o con signos de haber sido afectados internamente.
–En las playas aparecen entre 10 y 15 especímenes muertos –dice la bióloga Pilar Ayala, especialista en Fauna Silvestre del Serfor–. Sobre todo aves marinas, piqueros, guanayes, cormoranes, incluso pelícanos.
Desde que ocurrió el derrame hasta este martes 22 de marzo, el organismo supervisor de la fauna silvestre en el país había registrado la muerte de al menos 600 animales como consecuencia del vertido de petróleo en el océano.
Más de 400 fueron hallados muertos, ya sea por personal del Serfor o de otros organismos como el Sernanp –que patrulla las áreas naturales protegidas–, por voluntarios como los de UPA y por residentes de las zonas afectadas.
Más de 200 fallecieron cuando estaban bajo custodia, luego de ser rescatados a la intemperie por brigadistas y voluntarios. Según Pilar Ayala, hasta el martes su institución había recibido alrededor de 360 especímenes vivos, lo que signifi ca que más de la mitad de los animales rescatados han terminado muriendo.
–La tasa de mortalidad se ha elevado en el último mes –dice. Muchos individuos llegaron en una condición bastante delicada, con pronóstico reservado. Muchos quizás no solo han estado en contacto con el petróleo, sino que han ingerido materiales contaminados.
Los que más murieron, en número, fueron las aves guaneras, sobre todo los frágiles guanayes. Pero ellos no son la especie más golpeada por el desastre. Porque su población en la zona probablemente se cuente en miles o decenas de miles. Mientras que hay otras especies que llevan décadas sobreviviendo a otras amenazas –la actividad pesquera, la urbanización– y cuya población en esta área es muy reducida. Específicamente, la nutria marina.
PUEDES VER: Produce dará subvenciones por más de S/ 1 millón para financiar proyectos ante derrame de petróleo
Según un estudio que hicieron los biólogos Yuri Hooker y José Pizarro, con el apoyo de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), antes del derrame vivían entre Ventanilla y Ancón entre 10 y 15 nutrias marinas.
Hasta la fecha se ha confirmado la muerte de al menos seis, incluyendo el ejemplar que encontraron Gonzalo y los demás en Santa Rosa.
PUEDES VER: Pescador afectado por derrame de petróleo denunció que limpieza de Repsol es “un engaño”
Quince nutrias no parecen mucho, pero sí lo son si se tiene en cuenta que la población aproximada de nutrias marinas en el Perú es de apenas unos 750 ejemplares. Y que en el mundo existen solo un poco más de 2.000.
Apenas hay alrededor de 750 nutrias marinas en el Perú. La especie está en peligro de extinción.
Por eso esta especie está considerada en peligro de extinción, según el Libro rojo de la fauna silvestre amenazada en el Perú.
–Las aves pueden volar, los lobos marinos, los pingüinos, pueden nadar kilómetros –dice Yuri Hooker–, pero las nutrias viven en una zona muy reducida y hacen toda su vida allí. Y las que vivían en esta zona estaban prácticamente aisladas, excepto por unos ejemplares que hay en Isla Pescadores. Si desaparecen, ¿de dónde se van a repoblar?
–En el lugar donde encontramos a la nutria muerta hemos encontrado ayer [miércoles] otra, viva –dice Gonzalo Carrión–. Pero conforme pasen los meses, el daño que causan los hidrocarburos en el sistema hepático se la podría tumbar, igual que a las demás. Esto es un desastre ecológico de gran magnitud.
–Definitivamente, ha sido una catástrofe ambiental –dice Pilar Ayala–. No solamente se ha afectado a las especies, sino también que los servicios ecosistémicos que ellas brindan. Y esto es algo que no va a terminar este año, sino que va a repercutir a lo largo de varios años.
Hace unos días, Serfor inició un procedimiento administrativo sancionador contra la empresa Refinería La Pampilla S.A. por actuar con crueldad y causar la muerte de cientos de especímenes de fauna marina. La sanción podría llegar a los 23 millones de soles.