Domingo

La Lima de la independencia

¿Cómo era la ciudad de Lima cuando el general José de San Martín proclamó la independencia en 1821? Aquí el retrato histórico de una época de cambios que dio origen a un país libre.

El general don José de San Martín proclamó la independencia varias veces el 28 de julio de 1821 en distintos puntos de Lima. La primera y más importante ocurrió en la Plaza de Armas poco después de las diez de la mañana. La población que lo escuchó ese lejano día estaba compuesta por españoles, criollos, indios, negros, mestizos y soldados extranjeros del ejército libertador.

Lima, que aún entonces seguía siendo la más importante ciudad de la región, tenía poco más de 60 mil habitantes. Durante la campaña libertadora, San Martín, llegado meses antes, había rodeado la ciudad con su ejército y el apoyo de las llamadas “montoneras”. Luego la había tomado sin violencia.

La capital todavía era una urbe amurallada que, además del llamado 'Damero de Pizarro', había crecido hacia el este con el barrio de indios entonces llamado el Cercado (hoy Barrios Altos). Llegaba hasta los límites de lo que hoy es el cementerio El Ángel. Hacia el norte, cruzando el río Rímac se había formado el barrio de San Lázaro (hoy distrito del Rímac) y hacia el oeste estaba el barrio de Monserrate. Por fuera de la muralla había campos de cultivo, todavía podían verse muchas huacas limeñas y estaban los caminos que iban al Callao, a Chorrillos, a la sierra.

En un artículo del historiador Juan Luis Orrego, La independencia del Perú: el país hacia 1821, se dice: "En la ciudad reside, sin exageración alguna, la élite virreinal más numerosa e importante de Hispanoamérica, sustentada en las actividades mercantiles. Si desagregamos su población en razas, en Lima vivían 18 mil españoles, 13 mil esclavos y 10 mil habitantes de 'color libre'; el resto eran indios que habitaban su barrio o reducción llamado El Cercado".

En Lima el sentimiento de la clase alta por la emancipación era negativo. Temían perder sus haciendas, sus comercios, sus títulos nobiliarios. Sus privilegios en suma. Para ellos, apostar por el ejército realista -y apoyarlos económicamente- era apostar por su supervivencia. Es que España aseguraba sus negocios en el vasto territorio del virreinato peruano. Tal como se ha contado en la serie de TV El último bastión, la clase alta limeña no quería el cambio.

"Los criollos más ilustrados -como Baquíjano y Unanue, antiguos redactores del Mercurio Peruano- solo demandaban una reforma para hacer menos intolerante el gobierno de los borbones. El resto estaba monolíticamente en favor de la corona, tal como lo demostraron los cuantiosos préstamos que hacían los miembros del Tribunal del Consulado -una instancia de los comerciantes limeños- a los virreyes para combatir cualquier intento separatista o subversivo", cuenta Juan Luis Orrego en su artículo.

Lima hasta entonces era el corazón del virreinato del Perú. Un viajero francés, el teniente de navío, Camille de Roquefeuil, describe en 1817 lo que podría ser un intercambio comercial entre Perú y Francia (tres años antes de la llegada de San Martín): "Entre los artículos nuestros de más segura salida, estarían las sederías (la cantidad de las cuales, que vimos expuestas en todos los lugares de consumo, nos dejó asombrados), los tejidos, los paños, los vinos y los objetos de moda".

También decía que podrían comprarnos cacao, cobre, quina, lanas corrientes y de vicuña, y pieles de chinchilla.

Caras de la ciudad

La ciudad además tenía muchos personajes que han sido inmortalizados por el pincel o el lápiz de numerosos artistas. Entre los más conocidos están el peruano Pancho Fierro, el francés Leonce Angrand (cuyas imágenes ilustran esta nota) o el alemán Mauricio Rugendas.

A través de ellos tenemos imágenes de gente que caminó las calles limeñas en tiempos de independencia: tapadas, sacerdotes, monjas, beatas, militares, músicos y vendedores ambulantes de todo: de flores, de bizcochuelos, de chicha, de velas, de comida, de pan. De cuanto pueda uno imaginarse.

A pesar de que San Martín había proclamado la Independencia y controlaba la capital, el ejército español ocupó por buen tiempo gran parte del territorio nacional: la sierra central y sur del país, apoyados por la clase alta. El norte peruano estaba con San Martín. "España nunca ayudó económicamente al ejército realista. Realmente la guerra fue una sangría económica para el Perú", dice el historiador Juan Luis Orrego. Costó, pero a partir de 1821 empezamos a ser una nación libre.

• Personajes.

Vendedor de libros, un jinete, cura mercedario, vendedor de velas y vendedora de chicha.

• Diversión.

Anuncio de juego de gallos. El vendedor ofrece entradas a tapadas limeñas.

• Población.

Devotas pidiendo limosnas para sus cofradías parroquiales. A un lado, tapada con acompañante.

• Transporte.

Una calesa del 800, cochero con su vestimenta y poblador de la época.

• Comercio.

Poblador lleva a caballo una res sacrificada. Al lado, vendedores limeños.

• Religión.

Desfile de arzobispo con autoridad militar, sacerdote, portaestandarte y músicos.