El día que rompimos la maldición de 36 años sin ir al Mundial y fuimos felices
Un día como hoy, pero en 2017, rompíamos en llanto tras los goles de Jefferson Farfán y Christian Ramos que significaban la ruptura de una larga racha que parecía interminable.
¿Cuál fue el día más feliz de tu vida? Puede parecer una pregunta subjetiva que tiene mil y un respuestas —como por ejemplo cuando uno conoce a su gran amor o en el nacimiento de su hija o hijo—, aunque para muchos—y creo que especialmente los amantes al fútbol estarán de acuerdo conmigo— es el 15 de noviembre de 2017. Aquel día en la que la tan golpeada y criticada selección peruana rompió la racha de no clasificar a un mundial tras 36 años e hizo vibrar, emocionar y hasta llorar de felicidad a más de 30 millones de personas. Y es que, ¿quién no podría haberse alegrado de esta gran hazaña?
Luego de una extensa travesía hasta Nueva Zelanda, donde empataron a cero, los de Ricardo Gareca esperaron a los All White en su fortín. En ese recinto donde habían registrado incontables y épicos triunfos como ante Uruguay, por ejemplo. El coloso José Díaz, la casa de todos, fue el elegido para el duelo más importante de la Blanquirroja en los últimos 30 años. Nunca un partido había sido tan importante como el que se iba a llevar en ese entonces.
El árbitro pitó el inicio de los primeros 45 minutos y estallaron los nervios. Todo aquel que logró sacar un boleto para asistir al estadio no me dejará mentir, las emociones estaban a fuego vivo y parecían desprenderse del cuerpo de todos en cada jugada de ataque o peligro. La gente gritaba, alentaba, vitoreaba. Estaban los que maldecían y atacaban a los rivales, así como los que cantaban y apoyaban a los nuestros. ¿Qué les puedo decir? Un estadio en su máxima expresión.
Pero el punto más alto en ebullición sucedió a los 28 minutos. Christian Cueva tomó un balón, emprendió carrera, llegó al área rival y sacó un pase hacia atrás para que apareciese Jefferson Farfán, quien en fechas anteriores fue atacado y vapuleado por su mal rendimiento. Él ya había mordido el polvo de la derrota tras varias eliminaciones en anteriores procesos clasificatorios. Le tocaba su revancha. Y él lo sabía. Había ganado todo en el extranjero, pero aún le faltaba su máximo logro con su selección amada. Anotar el gol que nos llevaría al mundial. No tengo nada más que decir, solo vea el video...
Por si fuera poco, la selección fue por más. ¿A quién le gusta ganar 1-0 cuando puede hacerlo por 2-0? El reloj marcaba el minuto 65 y pese a que el resultado era favorable para nosotros, existía la angustia que nos pudiesen empatar en cualquier momento. Pero menos mal apareció la ‘Sombra’ —aunque aquel día se vistió de Spider-Man— para darnos la tranquilidad y al mismo tiempo, la algarabía de sentirnos en el mundial.
Pitazo final y chau maldiciones. Pitazo final y adiós burlas. Por fin dejaríamos de ver un mundial en televisión y pasaríamos a sentirlo en carne propia. Los jugadores lloraban, el técnico volaba por las nubes, los hinchas invadían la cancha, se tomaban fotos con sus héroes, con sus ídolos, los salvadores, los guerreros que jamás serían olvidados: Pedro Gallese, Luis Advíncula, Christian Ramos, Alberto Rodríguez, Miguel Trauco, Renato Tapia, Raúl Ruidíaz, Christian Cueva, Andy Polo, Edison Flores y Jefferson Farfán.
Sí, quizás exagero al decir que pudo haber sido el día más feliz de nuestras vidas, pero no me va a faltar razón al decir que todos lloramos y/o nos emocionamos por haber clasificado a un Mundial tras 36 años. Y ahora el camino sigue más latente que nunca. Aún nos quedan algunas fechas y la selección aún puede conseguir un boleto para Qatar 2022. Todo dependerá del ‘Tigre’ y sus dirigidos.