Revisión crítica de un autogol. Lo que pretendían los abogados de Guerrero de la FPF. Los distintos culpables según el jugador. La versión que no pudo salvarlo. La FIFA le da la mano. El error de apelar.,Cuando Paolo Guerrero fue suspendido por un resultado antidopaje adverso, su padre culpó a la FPF por darle un medicamento impropio. La vocería del futbolista la tomaría después su madre. La semana pasada ella culpó a Claudio Pizarro de maquinar la conspiración que dejaba a su hijo fuera del Mundial. El propio Guerrero no descartó la posibilidad en una reunión privada con periodistas. Aunque después la madre se disculpó, desde que estalló el problema el jugador ha venido culpando a terceros. Se aprecia en la resolución del Comité de Apelaciones de la FIFA que le rebajó la inhabilitación de un año a seis meses. PUEDES VER Paolo Guerrero: FPF confirmó fecha y hora de reunión con presidente de la FIFA Prueba de orina La primera tentativa fue sugerir una manipulación dolosa de las muestras A y B de orina que se le tomaron luego del partido contra Argentina, el 5 de octubre del 2017. Guerrero dijo que sus muestras estuvieron abiertas, sin supervisión, y que fueron violados los procedimientos de la Agencia Mundial Antidopaje, WADA. Añadió que nadie de la FPF estaba en el lugar donde se tomó la muestra. En el acto es requerido un representante de la asociación a la que el jugador pertenece, y ese alguien fue Carlos Benítez, Jefe Médico de la FPF. La imputación, pues, no era cierta. Como Benítez es argentino, en los medios trascendió una versión malévola proveniente del entorno de Guerrero: de que podría haber querido beneficiar a la selección de su país. Pero la intentona de objetar la operación se estrelló con el hecho de que quien tomó las muestras fue el mismísimo presidente de la Comisión Médica y de la Unidad Antidopaje de la CONMEBOL, el paraguayo Osvaldo Pangrazio. Los protocolos Pangrazio pasa buena parte de su tiempo dando talleres sobre cómo deben hacerse pruebas antidopaje perfectas. Por entonces ofrecía uno en Buenos Aires. El procedimiento está protocolizado hasta en sus detalles mínimos, y comienza antes de los partidos cuando cada médico de equipo entrega una relación de fármacos prescritos a los jugadores durante las últimas 72 horas. En el medio tiempo se define por sorteo a los examinados. Cada acto de la toma de muestras se hace a la vista del jugador, quien puede echar él mismo, si desea, su orina en un frasco que una vez cerrado es imposible abrir, salvo en el laboratorio. Hasta allí llegan los envases sin más identificación que un código numérico. Por eso, entre otros motivos, fracasó la discreta iniciativa de atribuir la contaminación a alguna medicina prescrita por un especialista de la FPF. Cada pastilla que toma un futbolista está registrada en una planilla diaria, bajo responsabilidad. Si uno de ellos debe tomar algún medicamento prohibido, se pide autorización a la CONMEBOL, la que, con conocimiento de la WADA, autoriza el suministro por un período específico. Ocurrió, en una ocasión, con Jefferson Farfán, quien es alérgico a desinflamantes permitidos por la WADA. Todo en orden Así, tampoco podía el responsable médico de la selección, Julio César Segura —como era inicialmente el deseo de los abogados de Guerrero— asumir una infracción mayúscula como la de proporcionar un medicamento no permitido. Existe un testimonio del doctor Segura especificando tres medicinas que le dio para contrarrestar un malestar el día del enfrentamiento con Argentina. Todas ellas fueron declaradas a la CONMEBOL antes del partido y del sorteo, según el protocolo. La presión se centró entonces sobre la nutricionista, Eudith Saavedra, quien pudo, por descuido, haberle servido algún té contaminado. Ella le dio té en dos oportunidades, la primera el 3 de octubre en Lima, dos días antes del partido, y la segunda el 5, en Buenos Aires, por indicación del médico. En Lima, según su testimonio, el propio Guerrero abrió el sobre de té. En Buenos Aires ella se lo sirvió en su habitación, abriendo un sobre sellado en el momento. Este era el té que podía haber venido preparado de antemano y haber sido traído por un mozo del hotel, según la expectativa de los abogados del futbolista. El té 2 Pero Eudith Saavedra dijo que ella misma había abierto el sobre de té. Había dos marcas permitidas —McCollins y Lipton— que estaban bajo el control de la FPF. De modo que en las dos mencionadas ingestas no pudo contaminarse Guerrero por culpa de la nutricionista ni de la FPF. Sin embargo, había tomado otro té el 3 de octubre, en Lima, según dijo a la FIFA. Un Té 2 fue bebido en el hotel, en una zona destinada a visitas. Dos amigos suyos a quienes recibió testificaron que un mozo les sirvió infusión de una tetera. No fue probado —aunque un asesor científico de la FIFA no lo descartó— que hubiera consumido cocaína varios días antes del partido. La hipótesis fue hacia otro lado. El jugador logró posicionar la historia de que bebió un té contaminado y servido por un mozo del Swissôtel en el espacio de visitas no protegido por la FPF que él creía seguro. Según el Comité de Apelaciones, Guerrero pidió que la FPF sea declarada responsable por incumplir protocolos médicos y nutricionales. Dos notarios de su defensa aseguraron que en el Swissôtel se vende té Delisse, hecho a base de hoja de coca. El comité dijo, sin embargo, que era irrelevante si el hotel ofrecía o no el producto —también vende whisky— porque el jugador era responsable de abrir él mismo su sobre de infusión, así como lo hizo con el Té 1, el primero de Lima. O de tomarlo preparado por la nutricionista, como haría con el Té 3, en Buenos Aires. Ella guarda los sobres de infusión que sirve a los jugadores. Apelando mal Hubo casos de contaminación por vía sexual que no derivaron en sanciones porque el deportista probó que fue accidental. Guerrero, en fin, no debía tomar un té preparado por terceros. El comité lo juzgó negligente, rebajándole la inhabilitación en forma excepcional porque no quiso mejorar su rendimiento deportivo. Por eso cabe decir que una pena mayor de seis meses es injusta. Si la FIFA compró su historia del Té 2 y le dio la mano con una sanción benigna —menor a la mínima— es inexplicable que Guerrero haya apelado ante el TAS. Aunque previsiblemente la WADA lo haría. En ese caso la FIFA hubiera defendido su postura flexible contra la agencia reglamentarista. Guerrero terminó peleando con la WADA y con la FIFA, y obligando a esta a defender la tesis de la negligencia. La FPF hizo bien en no autoincriminarse, sacrificando a alguien de su personal. Fue exculpada por la FIFA. El jugador ha deslizado la posibilidad de acciones legales contra el hospedaje, que negó la versión del Té 2. El Swissôtel no parece preocupado. Quizá tenga una filmación de la escena. Anunció también una apelación ante el Tribunal Federal Suizo y solicitó un indulto ante la FIFA. Son medidas contradictorias. Esto último implica aceptar alguna responsabilidad. La afición espera un milagro.