Maneki Neko: ¿cuál es el origen detrás del famoso ‘gato de la suerte’ considerado como un amuleto?
El gato de la fortuna es el amuleto de la buena suerte más conocido en la cultura peruano-japonesa. Conoce la peculiar historia detrás de esta figura.
El gato de la suerte, también conocido como gato de la fortuna o Maneki Neko en la sociedad japonesa, es uno de los amuletos más famosos entre los creyentes de las culturas milenarias. Este talismán nació en el templo de Gotokuji, situado en la zona de Setagaya, en Tokio.
Según la tradición popular, se cree que esta figura gatuna atrae la prosperidad y la buena fortuna. De hecho, ‘Maneki Neko’ literalmente significa “el gato que invita a pasar” o “gato que hace señas” —a la suerte—, por lo que es comúnmente exhibido en las entradas de diferentes tiendas, restaurantes o cualquier otro negocio.
Pero, cuál es el origen detrás del famoso gato de la suerte. En esta nota te contamos sobre ello.
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¿Cuál es el origen del famoso gato de la suerte?
Aunque existen varias historias sobre su origen, una de las más populares es la que transcurre en el templo de Gotokuji. De acuerdo a la leyenda, en el siglo XVII, durante el periodo Edo, el santuario sufría por la pobreza y los problemas económicos. A su cuidado se encontraba un longevo monje que compartía la poca comida que tenía con su fiel compañera, una gata llamada Tama.
Durante una terrible tormenta, Li Naotaka, un señor feudal que poseía una gran fortuna, se perdió mientras cazaba, por lo que tuvo que refugiarse debajo de un árbol que se encontraba cerca. Mientras esperaba a que el clima se normalizara, vio pasar una gata de color blanco con manchas negras y marrones que se paró en la entrada del templo.
Al notar que Li Naotaka estaba en el árbol, la felina comenzó a hacerle señas con su pata para que se acercara al santuario. Este, al percatarse del movimiento que hacía el animal, decidió abandonar su refugio para hacerle caso.
En ese momento, un rayo cayó sobre el lugar en el que se había refugiado el hombre, razón por la que asumió que la gata le había salvado la vida.
En agradecimiento, le donó al monje varios campos de arroz y tierras de cultivo. Fue así que el templo de Gotokuji logró prosperar y seguir en actividad durante varios largos años.
Esta historia comenzó a hacerse popular en la región de Setagaya y el gato se convirtió en una figura o amuleto de la buena suerte, lo que le dio un significado místico al movimiento de sus patas.
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