Cómo una puerta que no cerraron en Constantinopla desembocó en el descubrimiento de América
¿Todo hubiera sido diferente? Durante el asedio de Constantinopla, ocurrió un hecho insólito e insignificante que provocaría el descubrimiento de todo un continente 40 años más tarde y cambiaría la historia para siempre. Conoce cuál es.
Hay mucho asombro por descubrir en la historia, a pesar de que muchos la consideren aburrida, poco interesante y hasta innecesaria. Estudiar el pasado puede resultar placentero con solo un poco de indagación, y tan interesante como la serie más atrapante de Netflix. Un buen ejemplo nos lo da el descubrimiento de América, un evento que cambió todo y que quizá no hubiera ocurrido de no ser por un pequeño accidente.
Se considera que el gran evento que hizo al nuevo mundo descubrir a América fue la llegada de Cristóbal Colón, así existan estudios que confirman ya la presencia de vikingos en el norte del continente. Sin embargo, lo interesante de esto es cómo un solo hecho insólito y específico hizo que la historia universal tome el rumbo que vivimos ahora. Todo pudo ser diferente de no ser por un capricho de la historia, ocurrido en Constantinopla en 1453.
¿Qué pasó en Constantinopla en 1453?
Para entrar un poco en contexto, debemos recordar a la gran Constantinopla, importante capital del Imperio Bizantino, creada de la división del propio Imperio romano (sí, ese que vemos en las películas de Gladiador y otras).
De hecho, el término de bizantinos es solo una acepción moderna, ya que oficialmente era el Imperio Romano de Oriente, creado (junto al de Occidente) para administrar mejor el vasto territorio de Roma.
Constantinopla en el siglo XV. Foto: Biblioteca virtual Miguel de Cervantes
Si bien el Imperio Romano que conocemos de toda la vida (el occidental) cayó en el siglo V, este otro, el oriental, sobrevivió por un milenio más, hasta el siglo XV. Precisamente, en 1453, cuando fue derrocado por los otomanos.
La caída de Constantinopla: ¿cómo fue el fin del Imperio Bizantino?
Constantinopla era famosa por sus largas y gruesas murallas defensivas, que consistían en tres hileras de muros con fosas intermedias. Estas protegían todo el flanco occidental de la ciudad, ya que la otra parte estaba rodeada por mar (la capital estaba situada en el Estrecho del Biósforo).
Si bien fue medianamente poderosa en la Alta Edad Media, Constantinopla fue perdiendo poder durante la época de las cruzadas. En 1204, sus famosas murallas no resistieron el asedio de los propios cruzados europeos, quienes penetraron en la ciudad y sepultaron su fama de inquebrantable.
Los famosos muros de Constantinopla, tenían la fama de haber aguantado 1000 años de ataques y asedios. Foto: El reto histórico
Las murallas se repararon, pero la voz se corrió y todos supieron pronto que la ciudad no era imposible de vencer. Una pequeña tribu nacida en Turkestán y que pronto fueron denominados ‘turcos’ fue ganando terreno y se convirtió pronto en la peor pesadilla del Imperio Bizantino.
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Los turcos otomanos y la pólvora china
Siglos después, tras la invasión de los mongoles y muchas luchas internas, los turcos otomanos habían ganado su propio terreno en Anatolia y se habían convertido en un Estado poderoso. Pero hubo un factor crucial para que se animaran a tomar Constantinopla: la pólvora.
La pólvora había llegado de la China, donde se usó para entretenimiento y la medicina por siglos. Fue en la Edad Media cuando comenzó a utilizarse para la guerra, y fueron europeos, sobre todo los húngaros, quienes aportaron mucho a su evolución como arma.
Pronto, los otomanos desarrollaron un poderoso ejército de millones de soldados, entre ellos los temidos jenízaros, y cañones de gran envergadura, hechos especialmente para tomar Constantinopla y sus famosas murallas. Entre ellos, el famoso Cañón de los Dardanelos:
La Gran bombarda turca, utilizada para penetrar las murallas de la ciudad. Foto: marceloredruello
La toma de Constantinopla y el accidente que hizo que descubrieran América
En 1453, el ejército de Mehmed II se preparó para la invasión. La hazaña no iba a ser fácil, puesto que los bizantinos lucharían ferozmente. Además de su vasta población y el talento de sus generales genoveses, pronto iban a recibir el apoyo de las potencias europeas.
Sin embargo, el 29 de mayo de aquel año, la ciudad cayó por un hecho insólito que ha sido mencionado por diferentes historiadores como un accidente, o por lo menos, evitable.
Se dice que, tras la muerte del general Giustiniani, uno de los genoveses más destacados en la defensa de la ciudad, alguien dejó irresponsable una de las puertas peatonales semiabiertas. Se trataba de la Kerkaporta.
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La kerkaporta hoy en día (Estambúl). Foto: El alminar de melilla
Algunos historiadores remarcan que fue un grupo de soldados italianos quienes dejaron abierta la puerta, tras volver a la ciudad; otros, que fue tras dejar el cuerpo de Giustiniani.
Lo cierto es que los otomanos habían intentado de todo, desde cañones, minas subterráneas y hasta mover barcos por tierra. Solo fue por este accidente o imprudencia que la ciudad cayó ese día.
¿Qué tiene que ver eso con el descubrimiento de América?
Con la caída de la ciudad, el Imperio Bizantino llegó a su fin. Fue el último vestigio del antiguo Imperio Romano, con casi 2 mil años de historia. Además, esto también significó el fin de la Edad Media.
Constantinopla era el paso de Europa occidental hacia la India y China, importantes lugares desde donde llegaban especias para conservar alimentos, hasta otros productos de lujo.
Los reinos europeos cristianos ya no iban a poder atravesar la famosa ruta de la seda, por lo que pronto buscaron rutas marítimas, especialmente Portugal y España, quienes estaban ubicados cerca de África.
Representación de Mehmed II entrando en Constantinopla. Foto: Benjamin Constant/Art Renewal Center Museum
En Portugal, quisieron crear una ruta que bordeara todo el continente africano. En España; sin embargo, un tal Cristobal Colón estaba convencido de que la tierra era redonda, y que, si navegaba alrededor, llegaría a Japón. Y así, tan solo 40 años después de la caída del Imperio Bizantino, el genovés llegó a América.
El resto es historia, pero es probablemente que nada haya ocurrido igual si Constantinopla lograba aguantar a los otomanos. De hecho, se dice que los turcos estaban prontos a retirarse, ya que la presión sobre Mehmed II y los muchos recursos que gastó en el sitio eran excesivos, pero esa es otra historia.