La precaria vida que llevó Diógenes, el filósofo que dio nombre al síndrome del abandono personal
Vivía en la calle, comía con los perros y le dio nombre a un trastorno psicológico. Mira en la siguiente nota quién fue Diógenes.
Diógenes de Sinope ha dejado una huella indeleble en la historia de la filosofía. Recordado por sus acciones provocativas en su búsqueda implacable de la autenticidad dentro de un mundo marcado por la hipocresía, en la siguiente nota te explicamos cómo fue su estilo de vida, qué lo motivó a vivir así y qué relación tiene con el síndrome psicológico del mismo nombre.
¿Quién fue Diógenes de Sinope?
Diógenes, nacido alrededor del 412 a. c. en la antigua colonia griega de Sinope, fue un destacado representante de la escuela filosófica cínica y estudiante de Antístenes (discípulo de Sócrates). Conocido como el 'filósofo perro', este pensador rechazó los convencionalismos sociales y materiales, y adoptó un estilo de vida extremadamente austero.
¿Cómo era la precaria vida de Diógenes?
Se dice que vivía en una vasija de barro en las calles de Atenas. Él renunció a las comodidades y a lujos de la vida convencional. Creía que la verdadera felicidad no se encontraba en la riqueza o en la búsqueda de placeres superficiales, sino en la libertad y la independencia personal.
Comía lo que la naturaleza le brindaba, o lo que algunas personas le obsequiaban. También utilizaba sus manos para beber agua porque decía que una vasija y cuchara eran objetos banales e innecesarios.
Además, hacía sus necesidades a vista de todas las personas y sin ningún tipo de vergüenza. Desde defecar hasta masturbarse. Cuando le replicaron esto último, él respondió. "¡Ojalá el hambre se aliviara tan fácilmente con solo frotarse el vientre!".
Diógenes de Sinope. Foto: John William Waterhouse
¿En qué consistía su filosofía "cínica"?
Su filosofía se basaba en la idea de vivir de acuerdo con la naturaleza humana, siguiendo los instintos básicos y rechazando las convenciones sociales y culturales. Diógenes creía que la virtud residía en la simplicidad y la autenticidad, y que los seres humanos deberían volver a conectar con su estado natural.
Diógenes también era conocido por su aguda crítica hacia las figuras políticas y filosóficas prominentes de su tiempo. Se burlaba de la vanidad de los poderosos, cuestionando la utilidad y la veracidad de sus acciones y palabras. A menudo, se le podía encontrar en las plazas públicas o en las academias filosóficas, desafiando a los sabios, y provocando debates.
Su enfoque directo y este estilo de vida poco convencional capturaron la imaginación de sus contemporáneos y dejaron un legado duradero en la historia de la filosofía. Diógenes se convirtió en un símbolo de rebeldía y de cuestionamiento de la autoridad, inspirando a generaciones futuras de pensadores a buscar la verdad y a vivir de acuerdo con sus propios principios, sin importar las expectativas sociales.
Entonces, ¿por qué el Síndrome de Diógenes tiene su nombre?
Es sencillo, el Síndrome de Diógenes es un trastorno conductual que se caracteriza por el aislamiento social, el abandono de las normas básicas de higiene personal y el acumulamiento compulsivo de objetos innecesarios en el entorno de una persona.
Las personas que sufren este síndrome suelen vivir en condiciones extremas de suciedad y desorden, descuidan su propio bienestar y el de su entorno. A menudo, muestran una falta de conciencia o preocupación por su situación y presentan dificultades para deshacerse de cualquier tipo de objeto.
Síndrome de Diógenes. Foto: Jorge Santomé
Este síndrome es una condición compleja, y muy triste, que requiere con urgencia una intervención profesional para abordar sus causas subyacentes y mejorar la calidad de vida de quienes lo padecen.
Hoy en día, la figura de Diógenes sigue siendo relevante y su filosofía resuena en una sociedad cada vez más preocupada por la autenticidad y el significado de la vida. Su mensaje de desapego material y búsqueda de la esencia humana continúa desafiando las convenciones establecidas e invita a reflexionar sobre nuestras propias motivaciones y prioridades en un mundo cada vez más complejo.
Sin embargo, que el abandono de la integridad personal y el exilio propio de la sociedad sean considerados caminos adecuados para buscar una verdad, es algo cuestionable.