Nobel peruano Mario Vargas Llosa ha prologado Novelas de Santa María, en la que indaga personajes del autor uruguayo. Madrid. EFE. Las obras de Juan Carlos Onetti La vida breve, El astillero y Juntacadáveres, que transcurren en el territorio imaginario de Santa María, son publicadas por vez primera en un solo volumen que es prologado por Mario Vargas Llosa, a quien dedicó también su ensayo El viaje a la ficción, publicado hace dos años por la editorial Alfaguara. Ahora el sello RBA toma un extracto de ese ensayo y lo incorpora como introducción a esta obra, que se presenta a modo de trilogía con el título genérico de “Novelas de Santa María”. Vargas Llosa se adentra en la “inventada” geografía de Santa María, que aparece por primera vez en La vida breve. El autor de Conversación en La Catedral localiza esta ciudad mítica en “algún lugar a orillas del Río de la Plata” y la define como “pequeña”, “de provincia” y donde “las gentes se conocen”, aunque todos ellos, precisa, “acusen un individualismo tenaz y sean solitarios acérrimos”. Mario Vargas Llosa profundiza, también, en el concepto del tiempo y asegura que en Santa María “en lugar de avanzar, da vueltas sobre sí mismo y se muerde la cola. Un tiempo mágico no realista”. La admiración le lleva a afirmar que La vida breve es la novela “más trabajada” de Onetti y “una de las más ambiciosas de la literatura latinoamericana, de una audacia y originalidad comparable a la de los mejores narradores del siglo XX”. Y considera que en ella “Onetti se acercó más al secreto ideal de todo novelista: la novela total”. En La vida breve, Onetti plasma, en opinión de Vargas Llosa, el tema que estuvo acechándole desde sus primeros escritos: la fuga de los seres humanos a un mundo de ficción para escapar de una realidad detestable. Y es tal la “sutileza y buen oficio con que está desarrollado” que alcanza “una nueva valencia”, apunta Vargas Llosa Se trata, dice, de la novela “más clara y mejor construida” de Onetti, de una “hermosa y acabada historia” con episodios magistralmente escritos, entre los que cita la descripción de la “fondita miserable de El Chamané” o la última conversación “irreal y delirante” de Larsen y Jeremías Petrus en la cárcel de Santa María. Larsen traspasará las páginas de El astillero y llegará a las de Juntacadáveres (1965), donde de la mano de Onetti regenta un prostíbulo que se ve obligado a cerrar al poco tiempo en una ciudad “en la que la efímera existencia de esta institución solivianta y hace vivir una intensa crisis”. Esta obra es, en opinión de Vargas Llosa, “la más política de las novelas de Onetti” al describir en ella, a partir de la historia del pequeño prostíbulo, el mundo “secreto de la vida política local” marcado por las “lacras de los tráficos ilícitos y la corrupción”. Y a la hora de destacar un elemento singular de Juntacadáveres, apunta la aparición de un “supuesto autor” que reflexiona “sobre su oficio de inventor de realidades literarias”, que se infiltra “de manera subrepticia dentro de la voz del narrador-cronista”.