Herbert Rodríguez: "El arte tiene que buscar el contacto con la gente, no tiene por qué estar en espacios en donde está normalizado que el arte solamente es para una élite"
"Economía Creativa. Diseños de Herbert Rodríguez 1979-2025" es la última individual del artista Herbert Rodríguez, quien conversa con La República sobre lo que ella representa para su trayectoria en términos personales y políticos. Fiel a su estilo, Herbert Rodríguez dice las cosas claras duela a quien le duela. “Lo siento, yo soy así”.

Herbert Rodríguez es uno de los artistas plásticos peruanos más sólidos que tenemos hoy. Su trayectoria, que empezó a finales de los 70, y con gran protagonismo en los años 80, lo posiciona como un referente cultural. Su apuesta por la cultura popular y su activismo político son una marca registrada para estudiosos y espectadores. Admirado, tolerado, resistido y criticado, lo cierto es que Herbert Rodríguez y su obra no dejan de suscitar discusión. A saber, lo que generó La paz es una promesa corrosiva, exposición que fue exhibida en el pabellón de Perú en la edición de la Bienal de Arte de Venecia en 2023. En la actualidad, Herbert Rodríguez expone, bajo la curaduría de Issela Ccoyllo y Jorge Villacorta, hasta el 28 de septiembre en tres espacios de la Casa O´Higgins (Cercado de Lima), su último proyecto: Economía Creativa. Diseños de Herbert Rodríguez 1979-2025. Herbert Rodríguez nos presenta un trabajo distinto, pero este a la vez nos remite a los elementos que componen su morfología expresiva (dibujo, ensamblajes, collages, bordados, tapices en lana, colores estridentes, estampados textiles y animación digital) para decirnos que sigue siendo el mismo. Esta es una exposición que reúne el trabajo de 40 años, en donde vemos el lado personal del artista y también una propuesta relacionada con el uso del arte. Sobre Economía Creativa y otros aspectos del arte peruano actual, La República conversó con Herbert Rodríguez en una tarde en la que hay más de 70 personas apreciando su último trabajo (y no era la inauguración).
-No es la primera vez que te entrevisto, pero no deja de ser rara esta pregunta: ¿Economía Creativa es tu exposición más feliz?
-A la Casa O´Higgins entran multitudes. Ha superado todas mis expectativas de lo que se puede pensar en público para las piezas. Cuando pedí la sala, no lo hice con la expectativa de venta de arte. ¿Para qué exponer en salas a las que nadie va? Por lo menos, que la gente vea mi trabajo y eso está superado totalmente en términos de la cantidad de gente que llega a este local. 500 personas entraron el día de inauguración, terminó la inauguración y me quedé un par de horas más, y en ese par de horas entraron 500 personas más a ver la muestra.
-Ahora estamos hablando y hay mucha gente.
-El arte tiene que buscar el contacto con la gente, no tiene por qué estar en espacios en donde está normalizado que el arte solamente es para una élite, para barrios exclusivos y que llegue a muy poca gente como si fuera lo normal. Eso es lo anormal. Lo normal debería ser puertas abiertas, difusión en la calle, por favor, ingrese usted, venga, estamos complacidos de verlo que visite la muestra. Si la gente no llega, hay que buscar que la gente llegue. Como si funcionara en automático el hecho de que uno logre llegar al público con su obra. Hay que despertarnos. El arte tiene que ser así, tiene que estar puertas a la calle.
-Antes de conversar, me comentaste de la privatización de la cultura.
-La privatización de la cultura es un hecho que comienza en la década del 80. El propio Fernando de Szyszlo dijo que la política cultural no debería existir y que la iniciativa privada es la que debe dar respaldo al arte. Entonces, el sector privado prefiere un tipo de arte que está más cercano a ellos y que es el único que les interesa difundir. Por lo tanto, ¿para qué venir a un espacio donde ellos no conviven con una expresión cultural que además sienten que es propia de ellos? Pensemos en el arte abstracto. ¿Cuántos están, en términos de información, al tanto sobre el arte abstracto como para poder entenderlo? Son muy exclusivos porque es su cultura y difunden lo que a ellos les interesa. Eso es la privatización de la cultura.

"Economía Creativa" en Casa O´Higgins. Foto: Difusión.
-¿Y cuál es la actitud del artista peruano promedio?
-El artista está encantado de estar ahí, lo digo de esta manera porque justamente me molesta que no haya esta voluntad como en los 80, de generar un circuito alternativo o como en la época del Averno de hacer que una calle florezca a la pura gratuidad y al puro bobo para generar un espacio donde no se esté pensando en a ver si me compran o no me compran, o qué le gustará a este comprador, o qué está de moda en el circuito internacional, o cómo puedo hacerlo o no hacerlo en una feria de arte que está lejos del Perú.
-¿Cómo nace Economía Creativa?
-Yo regreso a mi casa en el 90, cuando se acaban las movidas culturales. En el 89 se diluye Izquierda Unida, Huayco, los subtes, Los Bestias, todo desaparece. Entonces yo regreso al taller y me planteo una nueva utopía que es el arte para la vida cotidiana. Entonces yo podía elegir, hacer una obra cheverísima y venderla en 10 mil dólares y estar feliz de la vida. Esto es una utopía, pero pude haber pisado el palito del elitismo. No fue así y me puse a estampar polos. Imagínate, en esa época, un artista con trayectoria, que ha estado en la Bienal de Sao Paulo, haciendo polos. Es que no vende, es un fracaso. Para mí era hacer un tipo de arte de calidad para la gente de la calle, ¿por qué tengo que estar atrapado en una élite? Bueno, el arte de calidad es para todos, pero no tengo que pensar solamente en la élite. No pude imaginar la ola que se abría. Llegué a hacer muebles, lámparas, rompecabezas, todo lo que está en las vitrinas del segundo piso. Con el Averno, con el boulevard de la diversidad cultural, descubro esta propuesta de la feria del desarrollo, esta fundamentación de la economía creativa. Las industrias culturales, basadas en el patrimonio, que son la identidad cultural de la amplia mayoría si haces un producto en el que finalmente no estés usando las materias primas de tu país y al que le das valor agregado, pues son dos cosas que nos refuerzan la autoestima y que crean fuentes de trabajo.
-Eso ahora está en el chip de los empresarios.
-Gastón Acurio es el referente. Quién comía chanfainita, quién comía anticuchos, por ejemplo, lo lleva a otro nivel. Ahora a las artes plásticas se las llama cultura visual. Vemos lo de Sara Flores en el MALI, que me parece muy bueno, pero no se ha pedido disculpas porque durante años ha estado fuera del mapeo de los creadores importantes, en posiciones subalternas. Como ella, hay muchos peruanos con calidad y dignidad.

El factor tribal llegó a la vida de Herbert Rodríguez cuando empezó a vivir en La Encantada, en Chorrillos. Foto: Difusión.
-Tras ver la muestra, me pregunto de dónde viene tu apego por la iconografía.
-Yo soy un patita de clase media que lo sacan de Breña y lo ponen en La Encantada de Chorrillos. Me sacan de un barrio con una cultura criolla de barrio y me llevan a un sitio donde había puro gringo y donde básicamente era un anexo del parque Kennedy de Miraflores. Pero lo que yo tengo en ese entorno es naturaleza, entonces el tiempo libre de chibolo es la playa, el mar, el celaje de los atardeceres. Me iba de La Encantada a la Católica a pie. Y el regreso también lo hacía a pie. Eso me ha hecho aflorar lo que es esta idea de lo que yo llamo la raíz tribal, el ancestro africano, que por ahí está. Yo me siento a gusto, me gusta algo con ese tipo de colores, con ese tipo de formas, con las composiciones, con los soportes, con las técnicas, como una intuición y me siento satisfecho. Me mantengo en esa línea constante en el tiempo. Es la identidad cultural que se refleja en estas cosas de expresión simbólica, en colores, formas, lo que se ve acá en la sala.
-Hay un espíritu ochentero en la exposición.
-Tengo una obra acá llamada “Latinoamérica”. La utopía de los 80 era un continente con un proyecto colectivo supuestamente progresista, no la pesadilla que fue Sendero Luminoso. Están lo personal y los debates de la época, lo cuajado lo presento acá. El color intenso era etiquetado de huachafo y las técnicas, que decían que no era arte, eran vistas como artesanía. Hay cosas que tú puedes desarrollar en términos de la producción en serie y hay cosas que tienes que hacerlas porque me nacen del bobo porque soy investigador y creador, como el video, que está en el segundo piso también, que hicimos con Sebastián Suárez Vertiz.
-Los tiempos actuales nos hacen recordar a los años 80.
-Todos los prosendero o promartacos* que había en la época y que pasan ahora como si no hubiera pasado nada, como si no hubiera una responsabilidad de haber llevado al país a la degeneración que es ahora, les dieron la excusa a los gobiernos para reforzar los aparatos de seguridad y para levantar el cuco del terrorismo y establecer toda esta cosa de control cerebral, porque veo a las nuevas generaciones y son incapaces de ejercer pensamiento crítico, no tienen discurso político. Ahí yo digo, claro, pues, si es la generación de Fujimori, ¿con qué van a estimular su pensamiento?
-¿Cómo te sientes de estar de regreso en tu casa: la Católica?
-He sido estudiante de la Católica, yo soy PUCP, yo soy Católica, y siento que al estar acá, en este espacio, me he vuelto a conectar con la institución en términos interesantes e importantes, como el soporte institucional a mi trayectoria. En el 97 hice una exposición y, lo siento, herí sensibilidades. No lo hice de mala vibra contra alguien. Lo que soy como artista, se lo debo a mis clases que seguí en la Católica.
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*Así se llamaba en los 80 a los del MRTA.
















