Esther Vivas: ‘‘Tenemos que acabar con el mito de la buena madre’'
Esther Vivas, escritora del libro Mamá desobediente, nos invita a repensar la maternidad desde una perspectiva feminista y a cuestionar los mandatos tradicionales sobre las mujeres madres.
Dicen que la maternidad cada una la vive como puede. Esther Vivas, quién vivió esta etapa desde un constante cuestionamiento sobre el concepto de “buena madre”, escribió un libro que busca vislumbrar, a través de una perspectiva feminista, los primeros años de la maternidad en momentos importantes como el postparto, la lactancia e incluso la violencia obstétrica, un tipo de violencia de género que se comete contra las puérperas durante el período de alumbramiento.
¿Cómo surgió la idea del libro? ¿Desde cuándo empezaste a cuestionar este papel de la maternidad?
La idea del libro surgió de mi propia experiencia como madre, una vez tuve a mi hijo. Tomé consciencia de cómo de invisible es la maternidad real en los medios de comunicación, en la sociedad, pero también en la agenda de esos movimientos sociales que aspiran a transformar este sistema como el feminismo. De ahí surgió una cierta indignación que me llevó a plantearme preguntas sobre la maternidad, mirada desde el feminismo y a las cuales les di respuesta a partir de la escritura del libro.
Mamá desobediente. Me gusta mucho el título porque creo que es una propuesta de las madres que van en contra de lo que dicta la sociedad. ¿Cómo caracterizarías a esta mamá desobediente?
Una madre desobediente, para mí, es una madre que se reivindica como sujeto político y como sujeto de derecho. Es decir, es mi embarazo, es mi parto, es mi lactancia yo mando, yo decido sobre mi cuerpo y esto que puede parecer tan obvio es algo que va contracorriente del discurso hegemónico y dominante acerca de la maternidad.
Hoy en día, nos dicen que tenemos que ser la madre abnegada y, al mismo tiempo, tenemos que ser la ‘superwoman’, que lleva todo con un cuerpo perfecto; sin embargo, este ideal de maternidad perfecta no representa la experiencia real de las mujeres y es aquí donde tenemos que acabar con el mito de la buena madre. Es decir, que ser madre significa equivocarse, no llegar a todo, no poder más, amar con locura a tu bebé y al mismo tiempo no poder más con él. La maternidad es ambivalente por definición.
Hay muchas mujeres que intentan ser exitosas profesionalmente cuando son madres. ¿Qué dificultades tienen las que están intentando llevar en conjunto ambas actividades?
Esta sociedad patriarcal considera que las mujeres somos cuidadoras por naturaleza y que este cuidado está supeditado a lo productivo, donde se valora, básicamente, aquello que se considera beneficio económico. Esto dificulta mucho la experiencia materna. Un claro ejemplo son las licencias de maternidad, que son licencias pensadas para que, a las pocas semanas de dar a luz, tú vuelvas a ser una mujer productiva, pero esto es incompatible con los ritmos del postparto y de la experiencia materna. Necesitamos unas licencias de maternidad más amplias y necesitamos, también, licencias de paternidad más amplias, no puede ser que un padre tras el nacimiento de su hijo tenga tan solo unos pocos días de descanso. El padre también es un sujeto que debe de implicarse en esta crianza.
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Sí, me parece muy interesante eso de la colectividad y que incluya también a los padres justamente. ¿Tú cómo ves la importancia de la paternidad dentro de la vida de una madre?
Yo creo que hemos creado una sociedad muy individualista donde las madres tengamos pareja o no, en general, cuidamos a menudo en solitario. Las madres en solitario son formas de maternidad que desafían al discurso hegemónico sobre lo que significa ser madre –porque esta sociedad considera que no puedes ser madre si no tienes un hombre a tu lado–. Entonces, esta es una maternidad contracorriente y con muchas dificultades, ya que en estas puede haber precariedad y pobreza económica, y deberían de haber mayores ayudas para las familias monoparentales.
Exacto, y hay que tener en cuenta también el privilegio de que alguien más te ayude con el cuidado de tu bebé.
La maternidad viene atravesada por descendencia de clase social y de raza; es decir, si tú tienes pocos recursos económicos, si eres una mujer pobre con un trabajo laboral precario, aún vas a tener más dificultades de tu experiencia materna si eres una mujer negra e indígena, pues tu vivencia va a ser más violentada y vas a sufrir mayores discriminaciones. Por ejemplo, cuando hablamos de violencia obstétrica, las mujeres pobres y negras sufren más violencia obstétrica que las mujeres blancas de clase media o media alta.
A menudo, miramos a la maternidad como si fuese una experiencia de mujeres de clase media o media alta, cuando la maternidad es plural, es diversa; y, si eres una madre con pocos recursos económicos, tu gran preocupación no será seguramente conciliar empleo y crianza, sino cómo dar de comer a tus hijos o garantizarles un techo.
Y cuando no puedes tener a alguien que cuide, debes llevarlos al trabajo. Como el ejemplo que incluiste dentro del libro, de una legisladora acudiendo con su bebé al Congreso. La sociedad también pide que la maternidad se quede dentro de la casa.
Sí, esta sociedad productivista básicamente no reconoce que la maternidad atraviesa nuestro cuerpo. Es decir, te conviertes en madre y cambia también tu cuerpo, cambia también la relación con tu pareja, marca un antes y un después. Este sistema considera que la maternidad es una experiencia privada y personal y que debe formar parte del ámbito más íntimo pero, en realidad, la maternidad debería ser considerada una experiencia pública y colectiva, ya que es parte de la reproducción humana. Por lo tanto, se debe de dar la visibilidad para que sea valorada.
Desde pequeñas nos preguntan si queremos ser madres y una está en el constante cuestionamiento si quiere ser madre o no. Sobretodo ahora que las mujeres nos queremos empoderar más y algunas consideran que ser madres es dejar de ser libre ¿Cómo tú contemplas ahora la decisión de maternidad de este concepto de libertad o maternidad?
La experiencia materna se ha utilizado como un instrumento para controlar a la mujer, para imponerle este mandato de encerrar a las mujeres en casa. Yo creo que hay que disputar este relato y rechazar la imposición de ser madre y de ser una madre abnegada, sin vida propia y ante esto reivindicar una maternidad feminista que dispute el rol de la maternidad con el patriarcado y al mismo tiempo que levantar la bandera del derecho al aborto.
A veces, se nos dice o eres madre o eres libre, y creo que esto tiene que ver mucho con una sociedad muy individualista que inserta la maternidad en el cuidado. Entonces, cuando te conviertes en madre y tienes un hijo te resta libertad y, evidentemente, tienes una persona dependiente de ti y a tu cargo, pero hasta qué punto podemos decir que una criatura te resta más libertad que un determinado empleo o te resta más libertad que una determinada pareja. Todo el mundo debería de tener, creo yo, la responsabilidad de cuidar en cierto modo a una criatura porque esto te sitúa y prologa en como miras al mundo.
Claro, justamente me parece muy interesante eso de levantar la bandera del derecho al aborto y una maternidad libre a la vez ¿Cómo crees tú que la agenda feminista deba enrumbar esta lucha en cuanto a la maternidad?
Esta nueva ola feminista deben incorporar a su agenda los derechos de las madres, es decir, si no es el feminismo quien defiende poner fin a la violencia obstétrica y abarcar que un parto respetado, si no es el feminismo quien aboga por una lactancia materna satisfactoria, si no es el feminismo quien reivindica las licencias de maternidad, quién lo va a hacer. Porque cuando el patriarcado reivindica la maternidad, lo que reivindica lo que defiende los sectores más conservadores una maternidad donde las mujeres no podemos decidir sobre nuestro cuerpo, donde se nos quiere encerrar en casa sin capacidad de visión, y la única manera de acabar con él es reivindicando la maternidad como una cuestión feminista.
Y desde la mirada feminista, ¿qué recomendarías tú a las madres para cuidar su salud mental y sobrevivir en este espacio machista?
Bueno, en primer lugar, para que otra experiencia materna sea posible, otro modelo de sociedad es necesario. Quiero decir que necesitamos que esta sociedad coja y abrace la maternidad. Porque se nos juzga constantemente de nuestras prácticas y te dificulta, por ejemplo, el poder amamantar a tu criatura. Por ello, necesitamos que cambie la mirada social hacia la maternidad y que cambie las políticas también como las licencias de maternidad o que tu empleo exista un lugar donde tú te puedas sacar la leche y no se mire mal, etc.
Y también para sobrevivir a la maternidad en esta sociedad antimadres lo que es fundamental es criar en red o buscar círculos de apoyo. Donde podamos hablar de nuestra experiencia materna sin ningún tipo de máscara, donde nos podamos sentir reconocidas en la experiencia de otras mujeres porque a menudo la maternidad está rodeada de sombras, de silencio, de temas que son un tabú y romper con todo esto es necesario para tener una experiencia materna más satisfactoria. El poder nombrar nuestra experiencia sin filtros, creo que esto también es útil y es importante.
Ficha técnica
Esther Vivas es periodista, socióloga y escritora española. Su campo de trabajo abarca la maternidad feminista, las políticas agroalimentarias y el análisis político. Anteriormente a Mamá Desobediente. Una mirada feminista a la maternidad, ha publicado otros libros sobre movimientos sociales y políticas agroalimentarias, entre los que destacan “El negocio de a comida” (2014), “Planeta indignado”, “En pie contra la deuda externa” (2008) y “¿A dónde va el comercio justo” (2006).
Publicación. El libro de Esther Vivas está a la venta en librería El Virrey, La Pajarera Librería, Anonyma Librería y SUR. También se puede adquirir en la página web de la editorial Gafas Moradas.