Chile: la historia oculta tras el Nobel a Pablo Neruda
Consciente de su valía como poeta, a partir de la década de 1950 el poeta comenzó a desplegar una campaña en pos de obtener el galardón. Pero enfrentó obstáculos, como la CIA.
Pablo Retamal. La Tercera
El telegrama desde la embajada chilena en Suecia llegó urgente a Santiago. Era el 20 de octubre de 1971: “Informaciones confidenciales indican que Premio Nobel sería concedido mañana a Neruda. Ruego a US. máxima reserva vista información no está confirmada”.
El documento, extraído desde el Archivo Histórico de la cancillería chilena y que aparece en el libro Pablo Neruda y Salvador Allende, una amistad, una historia (RIL Editores, 2014) de Abraham Quezada (uno de los principales estudiosos de la obra del vate), expone no solo una noticia crucial, sino que da cuenta que desde la maquinaria misma de las relaciones exteriores estaban bastante a caballo con las gestiones para que a Pablo Neruda le fuese concedido el Premio Nobel de Literatura.
¿Por qué lo perseguía con tanto afán? “Estaba consciente de su talento poético sin ser engreído -afirma Quezada-. Para él, en América Latina solo había un poeta a quien consideraba un auténtico par: el peruano César Vallejo”.
Otro paso importante que acercó a Neruda al galardón fue su militancia política. Es sabido que hasta su muerte formó parte de las filas del Partido Comunista, por el cual incluso fue senador (entre 1945 y 1948), cuando fue desaforado y debió partir al exilio. “Una cosa que le permitió alcanzar el Nobel se debe a que fue parte de una red de intelectuales y políticos de izquierda. Su militancia comunista fue clave, porque era un partido de implantación planetaria, al menos el PC chileno es internacionalista. Sin esa red no se entiende”, explica Quezada.
Además, Neruda había aprendido a tener tacto. En 1966, desde Cuba se hizo pública una carta contra el poeta acusándolo de “falta de compromiso político”, la que circuló en los principales círculos intelectuales. Fue toda una operación, “incluso la mandaron a la Academia Sueca”, señala Quezada.
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El año que pudo ser
Mientras Neruda publicaba libros como si se le fuera a ir la vida, visitaba países, hacía relaciones públicas y aparecía en la prensa, subterráneamente le salió un enemigo al paso. Nada menos que la CIA.
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En su libro La CIA y la guerra fría cultural la historiadora británica Frances Stonor Saunders da cuenta de las gestiones que el organismo realizó para impedir que la Academia Sueca galardonara al chileno. Si hubo un año en que eso se recrudeció fue en 1963, porque a John Hunt, encargado de la oficina de la CIA en París, le llegó la información: Neruda era candidato fuerte para el Nobel de 1964.
Para ese año, la Guerra Fría estaba en su punto más alto de tensión. El muro de Berlín, la Crisis de los misiles, la guerra en Vietnam ya estaba desatada y los soviéticos habían puesto en 1961 al primer ser humano en el espacio: Yuri Gagarin.
Mientras tanto, la candidatura de Neruda para ese año fue levantada por los suecos Ragnar Josephson y Bengt Holmqvist. De hecho, el primero también había puesto al autor de Crepusculario como candidato el año anterior. Si se revisa la lista, habían rivales formidables: Samuel Beckett, Jorge Luis Borges, Rómulo Gallegos...
Neruda había publicado su Nuevo canto de amor a Stalingrado en 1943. Para Abraham Quezada, fue ya en esa época cuando la CIA comenzó a ponerle atención. “El seguimiento a Neruda comenzó cuando estaba en México, de cónsul general. Estaban atentos a lo que hacía, decía, y a dónde viajaba”.
Finalmente, el Nobel de Literatura de 1964 fue concedido al francés Jean Paul Sartre, quien, sorpresivamente, lo rechazó. En una carta pública al diario Le Monde, donde explicó su decisión, el filósofo mencionó algo clave: “Sé que el Premio Nobel en sí mismo no es un premio literario del bloque occidental, pero es de lo que está hecho, además pueden ocurrir eventos que están por fuera de los terrenos de los miembros de la academia sueca. Esta es la razón por la cual, en la presente situación, el Premio Nobel se mantiene objetivamente como una distinción reservada para los escritores de occidente o los rebeldes de oriente. No ha sido otorgado, por ejemplo, a Neruda, quien es uno de los más grandes poetas latinoamericanos”.
Pese al mal trago de 1964, Neruda siguió su empeño. Para esos entonces, ya había buscado el apoyo oficial más comprometido desde los respectivos gobiernos de la época.
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Pero de lejos los movimientos más relevantes los hizo Salvador Allende apenas asumió como presidente. No fueron muchos, pero sí importantes. El primero, mandó a Neruda como embajador en Francia.
Finalmente, el 21 de octubre de 1971 la Academia anunció que Pablo Neruda, entonces de 67 años, era el flamante Premio Nobel de Literatura “por una poesía que con la acción de una fuerza elemental da vida al destino y los sueños de un continente”.
La ceremonia tuvo lugar el 10 de diciembre y el premio se lo entregó el rey Gustavo Adolfo VI.