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Mario Vargas Llosa: “Borges es un caso único, no tiene imitadores”

Libro. El Nobel peruano publica Medio siglo con Borges (Alfaguara), que incluye la entrevista que le hiciera al escritor argentino en 1981. Aquí editamos la conversación de J. J. Armas Marcelo con el autor de La ciudad y los perros.

Por: J. J. Armas Marcelo. El Cultural

Para ti, Mario, Borges es una constante literaria, como Flaubert lo es en el método. Tengo la sospecha de que la literatura de Jorge Luis Borges es, para ti, repito, la cumbre de las literaturas de lengua española en los últimos setenta años.

Sí, creo que Borges es el escritor más importante de nuestra lengua en la actualidad. Figura ya entre los clásicos y tal vez si hay que compararlo con alguien, habría que hacerlo con Quevedo, por quien sintió siempre gran admiración y del que hizo una espléndida antología hace muchos años.

El libro de Bioy Casares me produjo una gran repugnancia desde que lo vi publicado y no lo he leído ni lo haré. Me parece inmoral que todas las conversaciones privadas que tenía Borges con Bioy Casares, este las grabara o reprodujera posteriormente, pensando en un libro póstumo.

He leído ese libro, el de Bioy Casares. Algo de repugnante tiene, pero a mí no me pareció un libro “contra Borges” (...). Muchos escritores, Mario, han tratado de imitarlo en sus escritos. Su limpieza, su estética, su clase superior, su estilo hasta el delirio. (...). ¿Por qué, en tu criterio intelectual, es imposible imitar o plagiar a Borges sin que se note inmediatamente, a la primera lectura?

El estilo y los temas de Borges son absolutamente personales y, por eso, Borges no tiene imitadores válidos, a diferencia de Faulkner o Joyce. A sus imitadores, Borges los mata, es decir, los anula y delata como “borgesitos”. Muchos autores de distintas generaciones y de distintas lenguas han tratado de imitarlo y, en vez de empujarlos hacia la originalidad, se delataron como imitadores.

Es un caso curioso, porque lo general es que los grandes escritores estimulen y orienten a los más jóvenes y les permitan encontrar su propia voz, pero hasta en esto es Borges un caso único.

En cuanto a su poesía, ya sabes…, hay gente, críticos incluso de cierta valía literaria que sostienen que la poesía de Borges no es tan “interesante” como su prosa. ¿Discutirías el valor de su poesía, la juzgas, como tantos otros, bastante inferior a sus relatos y a los ensayos, en el conjunto total de su obra?

Creo que la poesía de Borges es tan buena como sus ensayos y sus cuentos. Me refiero no a la poesía que escribió en su juventud, en Mallorca o al regresar a Buenos Aires, cuando trataba de ser un poeta ultraísta, ni cuando intentó ser un poeta criollista, una poesía que abandonó pronto, yo diría que a partir de Historia universal de la infamia, que es cuando Borges encuentra sus propios temas y empieza a escribir con una extraordinaria originalidad.

¿Qué opinas de las “boutades” de Borges, que molestaban a diestro y siniestro, más a siniestro que a diestro, sin duda? Hay hasta libros completos que recopilan esas “boutades”, las famosas frases de Borges, llenas de encanto irónico y de duros sarcasmos, siempre tan divertidas para unos y no tanto para otros…

Existen toda clase de fantasías delirantes y no me extraña que haya muchos libros chismográficos sobre Borges. La verdad es que no hacían falta todas esas invenciones, porque su vida quedó muy bien reflejada en una frase que escribió en sus breves y brillantes prólogos: “muchas cosas he leído y pocas he vivido”.

Se pasó la vida leyendo en bibliotecas, primero de su padre y luego públicas y no hay ninguna duda de que al mismo tiempo que se convertía, gracias a su memoria prodigiosa, en un erudito fuera de serie, su experiencia vital fue mínima y vivió de una manera muy recortada y pobre, sobre todo desde el punto de vista sentimental y sexual.

Felizmente encontró en su vejez a María Kodama, una mujer bella, joven y muy interesada en su mundo, que le dio una serenidad y lo acompañó hasta el final. Yo creo que en esos años fue muy feliz, contrariamente a lo que había sido en su juventud y madurez, y todos los admiradores de Borges tenemos que agradecer a María Kodama lo mucho que ha hecho por él después de muerto.

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