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Cultural

Santiago Aguilar el poeta que le dio sus versos a Trujillo

Homenaje. Vate huamachuino falleció el viernes pasado tras dedicar su vida a promover la literatura en la ciudad norteña.

Por: Jorge Flores - Trujillo

Era de Huamachuco, pero le dio su corazón a Trujillo. También sus luces y sus versos. El querido poeta Santiago Aguilar, el que sembró sueños quijotescos en esta comarca, falleció a las 3 de la mañana del pasado día viernes, a los 80 años de edad, después de entregar toda una vida a la literatura.

Como pocos, en estos tiempos, en esta ciudad norteña, Santiago Aguilar luchó a brazo partido por ampliar más el horizonte cultural. En estos últimos años se desempeñaba como docente y gestor cultural de la Universidad César Vallejo.

Desde sus años tempranos, cuando aún era un estudiante, junto a otros jóvenes enloquecidos por la literatura, fundaron el grupo “Trilce”, que vino de alguna manera a tomar la posta del “Grupo Norte”. En el grupo “Trilce” estaba, entre otros, junto a Manuel Ibáñez Rosazza, Eduardo González Viaña, Jorge Díaz Herrera y el artista plástico Gerardo Chávez.

Santiago Aguilar nació en Huamachuco, en la sierra de La Libertad, en 1940. Desde allí migró hacia la costa, a Trujillo, y estudió en el colegio San Juan y después en la Universidad Nacional de Trujillo.

Siempre estuvo de lado de la literatura, aunque alguna vez ejerció labores en el campo judicial. Pero Santiago Aguilar era literato. Y dentro la literatura, era la poesía la que le hacía caer en todas las tentaciones. Como poeta, publicó numerosos libros, entre ellos Tinieblas elegidas (1964), Mito (1966), De Rogelia al infierno (1967), Barajas para ganar y vencer el tedio (1972), Semilla de viento (1978) y Coral de Roca (1984).

En sus dos últimos poemarios, Acto de fe (2014) y Nido de utopías (2016), el poeta dio un giro sustancial a su poesía e inició la brega en la búsqueda de una identidad cultural peruana, propuesta a partir de nuestras raíces ancestrales andinas.

En su trabajo como docente, en la U. César Vallejo, creó la Cátedra Vallejo, para estudiar y promover la obra del autor de Los heraldos negros.

Precisamente, la Cátedra Vallejo con la revista Espergesia, que él también dirigía, organizó seminarios con la presencia de vallejianos y peruanistas de otros países. El último seminario estuvo dedicado para ofrecer nuevas lecturas sobre Los heraldos negros a propósito de cumplirse 100 años de su publicación. Entre otros participaron Alan Smith (Estados Unidos), Andrés Echeverría (Uruguay) y Stephen Hart (Inglaterra). En otra ocasión, recibió al gran poeta Antonio Gamoneda, premio Cervantes 2006.

Entre los reconocimientos, recibió una distinción como doctor en Literatura por la Academia Mundial de Arte y Cultura otorgado por la World Academy of Arts and Culture-WAAC. Asimismo, la Cámara Peruana del Libro en la II Feria Internacional del Libro de Trujillo del 2013 le tributó un homenaje. En el 2018 le concedieron la “Medalla Continental Vallejo: Cien años de los heraldos negros”, además de ser incorporado como miembro honorario de “Capulí, Vallejo y su tierra”.

Los reconocimientos personales se suman y aparecen por doquier en las redes sociales, como los de David Novoa: “Adiós, Santiago. Muchos poetas del norte peruano te debemos mucho. Espero que podamos homenajearte, aunque sea virtualmente y que tu espíritu vivo –ya sin el triste trajecito de carne de hueso–, se encuentre saboreando junto con el Cholo santiaguino las mieles de la poesía celestial”.

El poeta se ha ido. Las redes sociales prueban que Trujillo también lo quería

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