Domingo

Patricia Wiesse: "Filmar 'Mujer de soldado' ahora sería imposible'

La documentalista, comunicadora y miembro del colectivo ‘En defensa del cine peruano’ dirigió Mujer de soldado, documental que recoge los testimonios de cuatro víctimas que llevaron a juicio a exmilitares por el caso Manta y Vilca. 

Rodaje del documental 'Mujer de Soldado'
Rodaje del documental 'Mujer de Soldado'

Patricia Wiesse llegó a Manta, Huancavelica, por primera vez hace 20 años, para hacer un reportaje televisivo. En ese momento, la idea de hacer un documental que visibilice los abusos sexuales que perpetraron exmilitares que se establecieron en una base cercana quedó pendiente porque las víctimas no querían ser identificadas. Años después, sin embargo, Patricia encontró a su protagonista. Se llama Magda Surichaqui, quien este miércoles estuvo presente cuando se leyó la histórica sentencia que condena a 10 exefectivos del Ejército por agresiones sexuales contra 9 campesinas de Manta y el distrito vecino de Vilca.

En Mujer de soldado (2020), Magda regresa a Manta para agradecer al registrador civil Ciro Araujo por declarar a favor de ella y de Santosa Contreras Quintín, Virginia Gonzáles Araujo y Magna Gonzáles Araujo. Él había registrado a los niños que fueron producto de ataques sexuales en la zona, desde 1985 hasta 1990.

“Ha sido recién en el año 2016, más o menos, cuando en una reunión de ellas con los abogados, entrevisté a Magda. Le dije: ‘ No te preocupes, no va a salir tu nombre’. Ella me dijo: ‘Al contrario, yo quiero hablar, quiero que esto que nadie conoce se conozca,  estoy harta de que no se hable de esto, que no se hable de lo que nos ha pasado’. Ahí fue donde dije: ‘Este es el momento, ahora sí lo puedo hacer’”.

Wiesse dice que no quiso hacer “la típica película de derechos humanos”. No quería centrarse en el juicio ni en los abogados, sino en la conversación y reencuentro de cuatro mujeres sobrevivientes de la violencia y que   soportaban las críticas, incluso, de sus familias. “Cuando sus amigas se enteran de que está yendo sola a Manta, deciden acompañarla. Saben que es difícil regresar a su pueblo donde les dicen ‘pellejo de militar’, ‘puta de moroco’, ‘mujer de soldado’. Esa fue la idea, amigas que han pasado por lo mismo y se cuentan todo”.

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La película compitió en la sección oficial del Festival de Ámsterdam (IDFA).

El rodaje no fue bien recibido en Manta. La estigmatización hacia ellas y al proyecto hizo que tuvieran que pedir apoyo a las autoridades. “Ellas dicen cosas tremendas sobre Sendero Luminoso y les dicen terrucos. Hay una crítica a los horrores que ha hecho Sendero, por eso sería un error decir que son terrucas ellas y la película”.

La cineasta comenta que el problema del Perú es que “somos dos mundos”. Las violaciones sucedieron a mediados de la década de los 80, pero el caso llegó a Lima en el año 2002. “Recién nos enteramos cuando la Comisión  de la Verdad viajó a Manta. Si no viajaban, nunca se hubiera conocido este caso”.

 No quiere ser pesimista. Sin embargo, considera que, con la nueva ley de cine, historias como esta ya no podrían filmarse. “Los documentales que con Jenny (Velapatiño) hacemos  son minimalistas, lo hacemos en un solo lugar, el cien por ciento del financiamiento (de DAFO)  no nos alcanzaba en realidad, nosotras casi no cobrábamos. Todo el tiempo de investigación, los años de entrevistas previas, eso no está considerado dentro del presupuesto. Si tuviéramos que hacerlo con el setenta por ciento ya no podríamos. Con documentales, es difícil hacer coproducción (con el extranjero) porque son temas peruanos y a veces muy íntimos; salvo que hagas esos documentales tipo Promperú o de comida”.

¿Por qué no podrías filmar Mujer de soldado con la nueva ley?

Ahora sería imposible. Yo creo que, justamente, Mujer de soldado es el tipo de películas que ya no recibiría financiamiento de DAFO. Podría ser una película acusada de ir en contra de la seguridad del Estado porque critica a uno de los pilares: las Fuerzas Armadas. Y no es una crítica, sino un hecho objetivo, eso pasó. Durante el conflicto armado interno, los militares usaron una estrategia sistemática de violaciones de mujeres en las zonas de emergencia. Es una estrategia no solamente usada en Perú.

¿Piensas que Magda representa un tipo de heroísmo en un entorno machista?

Sí, para mí Magda es… Me he quedado sorprendida de esa valentía. Después de que la violó por primera vez este militar, Rivera, ella vio que violaban a otras adolescentes y pensó: “Si estoy solo con él, los demás no me van a violar”. Entonces, ella tuvo que aceptar entre comillas, porque era una adolescente, no podía dar su consentimiento, eso no existe, es violación así no oponga resistencia. En este caso, era más grave porque estaban armados. Lo que he leído es que los jefes incitaban a esa conducta, eras un ‘bacán’ mientras más mujeres violaras.

Ha sido un tema que ha tocado el cine con Magallanes o el teatro con La cautiva...

Y casi les clausuran la obra. Son temas incómodos que al poder de turno no le conviene que se toquen porque está la alianza que tienen con las Fuerzas Armadas. Dina (Boluarte) sí se lleva bien, por lo menos, con una parte de las Fuerzas Armadas; entonces, tocarlos sobrepasa cualquier límite para ellos. En este contexto, cuando dicen que la violación puede ser una práctica cultural, que los delitos de lesa humanidad no existen o que deben prescribir; todo se conjuga para censurar cualquier tipo de expresión artística o de la propia realidad que no les guste. Quieren tener otra narrativa, quieren tachar las partes que no les gusta de la historia y crear su propia historia en los textos escolares que, seguramente, ya están publicando en el Ministerio de Educación.

¿Por qué crees que los plantones y los reclamos que han hecho desde el colectivo no han tenido una gran respuesta?

Hay varios factores por los que la ciudadanía no protesta, pero en cuanto a la parte del arte, creo que sí ha calado esa campaña que hizo Tudela y Cavero, que decían que por qué se tenía subsidiar el arte, que las buenas películas comerciales se sustentaban a sí mismas y que si querías hacer una película que toque un tema conflictivo que podría dejar mal al Estado peruano; entonces, por qué no lo hacías con tu propia plata, ¿no? Yo creo que ese tipo de mensajes cala en la población, desgraciadamente, en sectores que están desligados de la cultura, pero porque no tienen acceso al mundo cultural.

Pero también ha faltado el apoyo del lado más comercial, ¿no? Da la impresión de que las caras más mediáticas y varias productoras no han querido comprometerse en lo mínimo.

No han querido. Desgraciadamente, cada uno tiene sus propias luchas, sus prioridades. Y no pues, quien está con la Film Commission (parte del proyecto de Adriana Tudela) está en otra onda, no les interesa, son empresas que quieren alquilar sus equipos o que los contraten para superproducciones. Ellos no estaban en esa lucha y tampoco la gente que hace cine comercial en Perú. Están en otra, es una lástima, pero esa es la realidad. No hay una unidad, nunca la ha habido (sonríe). Mientras no haya una nueva clase política, estamos en el precipicio, hundidos  y es horrible decirlo. Pero somos pesimistas y luchadores.

DATO: El primer documental de Wiesse fue Todos somos estrellas. Su tercer filme es El Huaro, sobre un colegio de niñas awajún.