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Ciencia

El 65% de infectados en la primera ola todavía sufre alteraciones del olfato

Más de la mitad de los primeros infectados persisten con distorsión y reducción del sentido del olfato incluso después de un año del contagio, señala un estudio preliminar.

La disfunción olfativa, un síntoma neurológico de la COVID-19, puede acarrear cambios del hábito alimenticio incluso un año después del contagio. Foto: Angela Weiss / AFP
La disfunción olfativa, un síntoma neurológico de la COVID-19, puede acarrear cambios del hábito alimenticio incluso un año después del contagio. Foto: Angela Weiss / AFP

Más de la mitad de las personas que contrajeron el coronavirus SARS-CoV-2 durante la primera ola todavía persisten con daños en el sentido del olfato, un síntoma común de la covid prolongada. Así concluyó un estudio preliminar del Instituto Karolinska en Estocolmo, Suecia, que monitoreó a personas después de un año y medio de sus contagios.

Los síntomas de anosmia (pérdida olfativa), parosmia (distorsión olfativa) y reducción olfativa se presentan con frecuencia durante el curso de la enfermedad de COVID-19. Incluso, según los autores de la investigación, este daño sensorial es el síntoma con mayor prevalencia de la enfermedad (70%), aunque ahora ya no sea tan frecuente con la variante ómicron.

El equipo determinó que el 65% de los recuperados del primer brote —cuando no había vacunas y nuestra respuesta inmunológica era reducida— aún padecen algún grado de disfunción: anosmia (4%), parosmia (33%) y reducción olfativa (60%). Antes de la investigación, la mayoría de participantes desconocía que padecía una disfunción sensorial tras superar la enfermedad.

Por otro lado, en comparación con la alteración olfativa, la prevalencia de disfunción gustativa fue significativamente menor, cuya cifra descendió en un 3%.

Para analizar la persistencia de la disfunción olfativa, los investigadores suecos seleccionaron a 100 trabajadores de salud después de 18 meses de su contagio. Además, para asegurarse de no reclutar a personas con disfunción olfativa previa designaron un grupo de control aparte que nunca se contagió de SARS-CoV-2.

“Dada la cantidad de tiempo transcurrido desde la agresión inicial al sistema olfativo, es probable que estos problemas olfativos sean permanentes”, sostuvo a The Guardian el doctor Johan Lundström, quien dirigió el estudio.

Según Lundström, un daño leve del olfato quizás no modifiqué significativamente la vida de muchos, pero sí lo hará en aquellas con una pérdida sensorial mayor. Dicho síntoma neurológico puede acarrear inconscientemente trastornos alimenticios, ya que son guiados exclusivamente por su sentido visual.