Ciencia

Mayoría de síntomas tras vacunarse contra la COVID-19 pueden ser sugestiones de la mente

Según una investigación en más de 45.000 personas, los malestares como el dolor de cabeza y la fatiga se deberían a una versión contraria del efecto placebo.

Según los investigadores, informar al público sobre este mecanismo de sugestión puede reducir la reticencia a las vacunas contra la COVID-19. Foto: La República / Carlos Contreras Merino
Según los investigadores, informar al público sobre este mecanismo de sugestión puede reducir la reticencia a las vacunas contra la COVID-19. Foto: La República / Carlos Contreras Merino

Según una reciente investigación en más de 45.000 pacientes, la mayoría de los efectos secundarios que las personas experimentan tras las vacunas contra la COVID-19 se deben a sugestiones de nuestra mente. Esto se debería a un mecanismo conocido como el “efecto nocebo”, el cual generaría reacciones leves como los dolores de cabeza, la fatiga a corto plazo e incluso el dolor en el brazo.

Al contrario del efecto placebo, que consiste en la supuesta mejora de salud tras un tratamiento ‘falso’, el efecto nocebo es la sugestión a desarrollar efectos secundarios negativos incluso cuando el tratamiento es verdadero.

De ese modo, los autores del estudio, publicado en Jama Network Open, sugieren que la mayoría de reacciones no son el resultado de los componentes de las vacunas sino de factores sociales o personales, tales como la ansiedad, la expectativa o la atribución errónea de que tras vacunarse desarrollarás síntomas de todos modos.

En los doce ensayos que realizó el Centro Médico Beth Israel Deaconess (BIDMC) en Estados Unidos, 22.802 pacientes recibieron una vacuna real, mientras que otros 22.578 pacientes fueron inoculados con una sustancia no dañina. Como fueron estudios aleatorios, ningún paciente sabía qué tipo de dosis recibió.

Según la comparación de los dos grupos de control, el efecto nocebo representó hasta el 76% de los síntomas sistémicos (fiebre y fatiga) y el 24% de los síntomas locales (dolor e hinchazón en el brazo) tras la inoculación de la primera dosis. Por otro lado, después de la segunda dosis, el estudio halló que el 52% de las reacciones adversas se debieron al efecto nocebo.

Ted Kaptchuk, autor principal del estudio y profesor de medicina, sostuvo que informar al público sobre el efecto nocebo puede reducir la preocupación y las dudas sobre los efectos leves que tienen las vacunas. De ese modo, también se pretende mejorar la aceptación de las vacunas en la población.

“Decirle a los pacientes que la intervención que están tomando tiene efectos secundarios similares a los tratamientos con placebo en ensayos controlados aleatorios reduce la ansiedad y hace que los pacientes se tomen un momento para considerar el efecto secundario”, señaló en un comunicado.