Flora, fauna y hasta relatos mitológicos en la provincia de Maynas (Iquitos, Loreto), donde se disfruta y se aprende de la naturaleza. ,Gunther Félix / Revista Rumbos La voz de la naturaleza, a través del canto de las aves, le da la bienvenida a los visitantes a la Reserva Nacional Allpahuayo Mishana que ingresan a un espacio ecológico de 57 000 hectáreas, rodeado de varillales, un tipo de bosques que crece sobre arena blanca. PUEDES VER: Arquitectura amazónica: los techos de irapay Ingreso a la Reserva Nacional Allpahuayo Mishana. Foto: Ángel Chávez Pasos firmes y aventureros para internarse en la naturaleza, en una valiosa experiencia por la educación ambiental. Aquí, por su cercania a Iquitos, el Instituto de Investigación de la Amazonía Peruana (IIAP), ha instalado un centro de investigaciones. El trekking amazónico continúa por las trochas que se entromente por bosques lluviosos. Estos senderos conectan a las siete comunidades nativas que se encuentran dentro del área protegida, donde se han registrado 500 especies de aves, 23 de ellas endémicas, incluyendo a la perlita de Iquitos, el ave emblemática de la ciudad. Varillales y trepadores La riqueza de flora y fauna de la reserva se ve amenazada por la tala indiscriminada. Es un cáncer que no se ha podido extirpar, a pesar de los esfuerzos de los guardabosques y volnturarios. "Nosotros patrullamos por todos los senderos, para ver si hay pisadas frescas de ilegales", comenta el guía Neyza Pinedo, respecto a la estrategia emprendida para terminar con este mal. Van Damme, uno de los voluntarios, muestra como trepar un árbol. Foto: Ángel Chávez Desde esos árboles que despiertan la ambición de los madereros, los monos parecen observar y vigilar a los caminantes. Ellos, como si se dieran cuentan que los forasteros vienen en son de paz, saltan de rama en rama, ofreciendo un espectáculo fabuloso, antes de perderse entre el follaje amazónico. Retorna la tranquilidad. Es nuestro turno de trepar a los árboles. Van Damme, un voluntario experto en esa técnica, hace una rápida y sorprendente demostración. Él aplica fuerza y resistencia para llegar a lo más alto. El esfuerzo es recompensado con una vista espectacular de toda la reserva. Casa del Chullachaqui Pero hay que volver al camino porque todavia hay mucho por explorar, sobre todo en el suelo, donde crecen hongos blancos medicinales y coloridas flores besos de novias. También hay diminutas mariquitas y fosforescentes ranitas venenosas. Pequeñas y llamativas ranas venenosas. Foto: Ángel Chávez Los pasos de los aventureros se detienen en un singular valle que alberga cientos de caimitillos, árboles tropicales que son el refugio para millones de hormigas y, también, la primera evidencia de que estamos en la chacra del Chullachaqui, el duende de la selva peruana. “Los cazadores cuentan que hay animales que no pueden ser capturados y ni siquiera heridos. Ese es el Chullachaqui que huye entre los varillales", recuerda Pinedo los relatos antiguos, aquellos que de tanto escucharlos empiezan a hacerse creíbles... mejor sigamos con el recorrido. Ahora en los amplios campos ecoturísticos florecen las chalancas, plantas medicinales que combaten la artritis, y el rojizo achiote, muy usado en carnavales. Una interminable biodiversidad que se extiende hasta donde el sol se esconde entre la arena blanca. Los colores de la selva. Foto: Ángel Chávez Los datos Solo 2 500 hectáreas de la reservan son investigadas. En la reserva hay zonas de bosques inundadas por las aguas negras del río Nanay. En Rumbo Dónde: Kilómetro 26.8 de la carretera Iquitos–Nauta.