A mediados de año, el congresista Alejandro Muñante, del partido Renovación Popular, presentó el proyecto de ley N.° 08461/2023-CR, que busca “fortalecer los derechos a la libertad e indemnidad sexual de niños y adolescentes”.
Entre las disposiciones más importantes, se plantea endurecer las penas por conductas obscenas en presencia de menores. El proyecto amplía las penas de 8 a 12 años para quienes muestren, vendan o entreguen material obsceno a menores, especialmente si el infractor es un promotor, docente o funcionario público.
Sin embargo, la propuesta más polémica se encuentra en el artículo 6 del proyecto, que plantea prohibir a las personas ingresar a baños públicos destinados al sexo opuesto al de su nacimiento. La iniciativa sugiere que una persona solo podrá ingresar a un baño público destinado al sexo opuesto en 4 circunstancias:
El proyecto de ley terminó siendo retirado “debido a un incidente de duplicidad”. Sin embargo, especialistas consultados por La República coinciden en señalar que esta iniciativa forma parte de una campaña discriminatoria contra la comunidad LGBTI.
Dani Silva, abogado, activista y director ejecutivo de Diversidades Trans Masculinas (DMT), señala que estos proyectos de ley tienen un impacto negativo para la comunidad trans. “Sobre todo para el libre desenvolvimiento de sus vidas. El acceso a los baños públicos es ya de por sí una difícil situación. Yo siendo trans masculino, para entrar al baño de hombres ha sido todo un proceso por el miedo que existe ante la violencia”, comenta.
El abogado indica que estos proyectos son declarativos y de difícil fiscalización. “La idea es que no sea letra muerta. ¿Cómo es que se va a fiscalizar estos ingresos? Entiendo que en estos casos solo se fiscalizaría si hay una denuncia donde una persona trans haya ingresado a un baño público para cometer un acto ilegal”, agrega.
Maritza Ortiz, médica cirujana y cofundadora de Médicas Feministas del Perú, comenta que el proyecto de ley planteado por el congresista Muñante responde a una visión estigmatizada de las personas trans.
"La ignorancia nos hace tener miedo. Se nos ha enseñado que las personas trans son esos seres extraños, peligrosos y se les caricaturiza cuando son personas normales como cualquiera. ¿Quién determina la normalidad? ¿Por qué los heterosexuales debemos decir qué es normal?", cuestiona.
La especialista señala que la mayor cantidad de violadores y pedófilos son personas cisgénero y heterosexuales. Por ello, critica el fundamento principal de la ley, que busca proteger a los menores de edad en ambientes como los servicios higiénicos.
"No es que van a ser unos violadores peligrosos. Sabemos que para un niño pequeño es más peligroso ingresar a un baño de hombres, donde va a haber un hombre heterosexual, cisgénero. La mayoría de violadores son personas heterosexuales", afirma. "Dicho sea de paso, la mayor cantidad de violadores usan sotana y están en las iglesias, enseñando en los colegios. No son gays ni transexuales. Hay que hablar con la verdad", agrega Ortiz.
"La pedofilia se ha convertido en algo común, pero no porque los gays o transexuales cometen estos actos. La cantidad de personas trans y homosexuales que hayan violado a niños es bajísima. Siendo una población tan estigmatizada, sería muy sencillo encontrar esas cifras", concluye.