Piura. Desde hace una semana tus amigos y familiares esperábamos tu recuperación, incluso estábamos pendientes de tu llamada informando tu mejoría. Hoy muy temprano un mensaje de WhatsApp desde tu número me saludó como lo hacías todos los días para enviarme los diarios digitales. En pocos segundos, mil ideas positivas pasaron por mi mente, creyendo que tu recuperación te había permitido saludar a tus amigos. Sin embargo, era tu primo que desde tu móvil estaba informando tu muerte a las 3.00 a.m.. Me resistía a creer así que llamé al hospital Piura para que me confirmaran lo advertido, y mientras tanto oraba para que, por muy duro que sea, se trate de una confusión.
Tenía fe de que la próxima foto o publicación que te dedicaríamos tus amigos sería saliendo triunfante del hospital después de ganarle la batalla al virus, narrando entre carcajadas cada detalle de lo que tuviste que pasar. Incluso, pensábamos que esta nueva historia de tu paso por una cama UCI sería recordada en tu libro que queríamos escribir sobre tus memorias. Lamentablemente no fue así.
Reneyro Sandor Guerra Maza venía luchando contra el coronavirus que está cobrando muchas vidas y él no fue ajeno a esta pandemia, no soportó un paro cardiorrespiratorio.
Un corazón republicano
Esperabas ansioso el 27 de mayo para celebrar 27 años retratando historias a través de tu cámara. Estabas orgulloso de tu trayectoria en La República que contabas cada vez que conocías gente nueva o cada vez que te reencontrabas con tus amigos de “La vieja guardia” como llamabas a aquellos que como tú, compartieron años en las jornadas periodísticas.
Las miles de anécdotas quedarán en el recuerdo de tus amigos. Como la vez que captaste el momento en el que un alto mando militar hacía propaganda política a favor de Alberto Fujimori. De novato a la fama. Así resumías esta historia en cada reunión, en aquellas que los colegas se quedaban sorprendidos al oír que producto de esa foto, te intentaron exiliar en el extranjero, pero el amor por tus padres te hizo quedar en estas tierras.
Anécdotas para el alma y el corazón
Al ser tu compañero por más de cinco años escuché una y otra vez las mismas anécdotas, pero me entretenía, ya que cada vez relatabas nuevos detalles, tal y como lo hacías contando la vez que explotó el polvorín en Castilla en el año 1997. A pesar de que aquella historia la narraste una y mil veces, en las reuniones la contabas como si hubiera ocurrido recién. “¡Paren rotativas!, dijo Mohme, el director periodístico de ese entonces para empezar a trabajar una central nacional con mis fotos inéditas. Fui el único que tuvo esas fotos, incluso a color porque en ese tiempo nadie revelaba a color”, recordaba Reneyro Guerra.
Siempre con la mejor foto
La habilidad e intrepidez siempre caracterizó al “Rey de Mónaco” como se hacía llamar. Esto lo demostró en aquella oportunidad, cuando los militares se percataron que era el único que registró la explosión y por eso lo persiguieron para quitarle el rollo de su cámara. Pero, su habilidad le permitió correr y sacar el rollo para esconderlo en uno de los grandes bolsillos de su amiga que avizoró entre la multitud curiosa rodeando las casas destruidas.
Cuenta que con el rollo a salvo, se dejó atrapar y convenció a los militares del Ejército que no había registrado nada. Pero, horas después su amiga le llevó el rollo al diario, donde se encontraban las mejores fotos que él mismo reveló a mano en el laboratorio.
Las anécdotas son miles, los recuerdos infinitos y las enseñanzas también. Nunca dudaste en revelar tus secretos de la fotografía. Te dedicabas exclusivamente a captar historias a través de su cámara, pero quizá sabías de periodismo más que cualquier egresado de la facultad de comunicaciones. Tenías ese olfato periodístico que alertaba a cualquiera porque veías más allá de lo evidente.
Siempre respetuoso con cada periodista novato que llegaba a la redacción y siempre enseñando con la experiencia para hacer el mejor trabajo como lo hiciste desde el primer día, en la convocatoria del diario hace casi tres décadas, donde impresionaste con dos cámaras en cada hombro y desplazando a los egresados de la Udep.
Por eso celebrabas cada vez que te adelantabas con las mejores fotos a los colegas que al día siguiente eran central de página o portada. Cómo no recordar, querido amigo, las veces que tuvimos “la pepa” en las que pedías sello de agua para tus instantáneas que se publicaban en la web.
Ahora, estamos seguros de que luces junto a tus padres en el cielo feliz de ver tantas publicaciones dedicadas a ti. Hay jolgorio en el cielo con tu inseparable cámara porque a tus 49 años-bien vividos- como solías decir, estás registrando la nueva historia desde otra dimensión.